Lo conseguido por el Celta a medio minuto del final del encuentro supone toda una proeza, por mucho que el Barça se encuentre encuentre en uno de sus peores momentos de su historia. En su primera remontada como tal en la era Coudet, el equipo vigués rompe una racha de 75 años sin puntuar después de verse tres goles por debajo en el marcador.

Fue el 17 de noviembre de 1946 en el campo del Real Madrid después de encajar un 0-3 en los primeros 50 minutos de partido tras los goles de Pruden, Corona de penalti y Alsúa. Aquella tarde en el Metropolitano fue Hermidita quien hizo el papel que hoy tuvo Iago Aspas anotando dos goles clave en el minuto 51 para abrir la lata y culminar la proeza en el 86.

Rienzi relataba como cronista para FARO DE VIGO los abrazos entre los jugadores celestes, "quizás alguno llorando de la alegría". En el palco, el presidente Cesáreo González, empresario y descubridor de Lola flores, jaleaba a sus futbolistas enloquecido. Y aún habría tiempo para un último córner en el que casi se logra la épica total para ganar el partido, pero Retamar no pudo culminar su doblete y estrelló el balón en el poste.

Curiosamente, aquel equipo entrenado por Ricardo "El Divino" Zamora era todo un especialista en la materia; ya que un mes antes habían hecho lo propio ante el Oviedo.

Prueba de ello es la celebración de los propios jugadores sobre el terreno de juego, fundiéndose en un grandísimo abrazo rodeando a un Iago Aspas que devolvió todo el cariño recibido en el minuto 10 del encuentro, tal y como había pedido Coudet.

Entre ellos estaba también Matías Dituro. El portero recorrió todo el campo en menos de 15 segundos -el chut de Iago se produce en el minuto 95:33- para unirse al resto.

Los jugadores del Celta celebran el empate de Aspas ante el Barcelona La Liga

Los cánticos y abrazos continuaron ante la grada de animación, que tuvo hoy su primera alegría desde su traslado al lateral impar de Río Bajo. Los futbolistas volvieron a festejar con este sector como ya hicieron en 2019 en A Nosa Reconquista, en la última visita del cuadro condal con público a Balaídos.