Jordi Nomen: “Si queremos que nuestros hijos o alumnos sean felices, primero debemos hacerlos libres”

“Acompañarlos en su viaje hacia la madurez es un trayecto emocionante y maravilloso”, afirma el experto catalán

Jordi Nomen,
durante su intervención.   | // ALBA VILLAR

Jordi Nomen, durante su intervención. | // ALBA VILLAR

VIGO

“Los adolescentes no son seres de otro mundo”. Esta afirmación, que, a primera vista puede parecer obvia, resulta toda una revelación si tenemos en cuenta que para muchos adultos los adolescentes son un misterio prácticamente inescrutable: parecen estar siempre enfadados con el mundo; no escuchan; les sobra la familia; no afrontan responsabilidades; son perezosos; difíciles de educar; conflictivos... Y un largo etcétera de lo que Jordi Nomen considera falsos mitos sobre la adolescencia.

Sobre estos y otros aspectos de la adolescencia y sobre cómo acompañar a la persona en esta etapa vital tan trascendental para el desarrollo de la identidad del individuo giró la conferencia que, con el título “¿Qué se esconde tras la rebelión adolescente?”, impartió ayer este experto, profesor de Filosofía y Ciencias Sociales desde hace más de treinta años en la escuela Sadako de Barcelona, uno de los centros educativos más innovadores de España.

Nomen contestó a esta pregunta con las repuestas de una alumna de 15 años, según la cual detrás de la rebelión adolescente se esconde el miedo a no encajar, al fracaso y a la presión familiar y social ante las expectativas de futuro. “Estas respuestas, todas en negativo, tienen que hacernos reflexionar. Hay que aprender a darles la vuelta y a hacerlas positivas. Los maestros que no amemos la vida no podemos educar, porque los niños y los adolescentes tienen que ver en nosotros a alguien que ama profundamente la vida”, sostuvo.

El experto catalán emplea la metáfora marinera para referirse a este proceso vital, complejo y decisivo: “La adolescencia es un viaje hacia la madurez; con dificultades sí, pero no un naufragio. Es posible acompañarlos y es un trayecto emocionante y maravilloso, como siempre que se acompaña a un ser humano en su trayecto”.

El conferenciante aseguró que la adolescencia es una etapa en la que el niño pierde la inocencia de que todo va a salir bien y empieza a ver que sus padres tienen sus éxitos y sus fracasos; una etapa en la que salen del abrigo de la infancia donde le dicen todo lo que tienen hacer y no hay responsabilidades; una etapa donde construyen una identidad doble: una real y otra digital, que para ellos es la misma. De aquí la importancia de acompañarlos también en el mundo digital, siempre sin que se sientan controlados. “No llevan bien el exceso de control, pero tampoco la desprotección del apego”, afirmó.

En la adolescencia cambian las reglas, eso de "porque lo digo yo" ya no sirve

Es una etapa en la que las reglas han cambiado. “Tiene que haber una autoridad razonable, con un argumento. Eso de ‘porque lo digo yo’ que nos servía cuando eran niños ahora ya no nos sirve. Hay que negociar y, sobre todo, mantener el canal de la comunicación abierto”, comentó el experto, que apostó por poner normas en positivo. “Es mejor poner reglas con el sí: sí se hace esto por esto; que con un no: no se hace esto, no se hace aquello”, expuso.

Comprender estos factores es, aseguró, imprescindible para ofrecerles las herramientas y los apoyos necesarios para ayudarlos en esa travesía hacia la madurez. “Si queremos que nuestros hijos o alumnos sean felices, primero debemos hacerlos libres”, apuntó el experto, que añadió que para que esa travesía hacia la madurez sea segura, los chavales deben contar con las herramientas y apoyos adecuados.

"Si los sermoneas, el adolescente desconecta"

La comunicación es una de las claves para acompañar al adolescente en esta etapa de su vida. Jordi Nomen desmintió que los adolescentes no necesiten a su familia, que sean egoístas y que no necesiten reglas. Otra cosa es cómo lo manifiestan y por ello, aseguró, es importante establecer un ambiente de confianza desde la infancia, escuchando lo que les gusta y lo que les preocupa. De lo contrario, será muy difícil establecer un canal de comunicación cuando lleguen a la adolescencia.

“Tenemos que tener predisposición a hablar; tener una escucha atenta, sin interrupciones ni juicios; hablar con calma, aunque por dentro no lo estemos; analizar juntos los problemas: desentrañar los silencios, porque muchas veces expresan más que las palabras; reformular lo que ha dicho, porque así verán que se les ha escuchado; y preguntar para que den su opinión”, concretó.

Los maestros que no amemos profundamente la vida no podemos enseñar

Por el contrario, nunca hay que elevar la voz, responder a un agravio con otro “porque para eso somos los adultos”, dijo, ni “darles la chapa”. “Hay que estar dispuestos a escuchar cuando ellos quieren hablar y a esperar si en ese momento no quieren hacerlo. Si finalmente no logramos hablar del tema, podemos decir lo que nos preocupa de forma breve, en titulares. Los adultos parecemos haber sido educados para dar grandes sermones, pero ante estos, el adolescente desconecta”, advirtió.

Nomen también habló de los riesgos de la adolescencia, sobre los que los educadores y padres deben trabajar. “El adolescente conoce los peligros, pero el riesgo lo ve lejano y cree siempre que lo tiene bajo control. Sin embargo, muchas veces los docentes trabajamos el peligro y nos quedamos tranquilos al ver que lo conocen, pero el problema es el riesgo, qué circunstancias pueden hacer que tomen una mala decisión a pesar de conocer el peligro”, explicó el experto en educación.

Tracking Pixel Contents