Entrevista | Begoña Ibarrola Psicóloga, especialista en Educación Emocional y Neurociencia y escritora

Begoña Ibarrola: “La pandemia ha servido para enfatizar el valor de la educación emocional”

“La demanda de herramientas por parte del profesorado ha sido un clamor durante esta crisis”

Begoña Ibarrola.

Begoña Ibarrola. / M.B.

M.B.

Vigo

Con más de 20 años de experiencia en Educación Emocional y Neurociencia, la prestigiosa psicóloga y escritora de cuentos y libros infantiles y juveniles Begoña Ibarrola participará el próximo 25 de septiembre en el V Foro de Educación de FARO, donde desarrollará la ponencia ‘Educación Emocional, una asignatura pendiente’.

Calma, confianza en uno mismo y en el otro – “yo me fío de ti”– , y estímulos a la curiosidad se unen en una entrevista que el lector no olvidaría con facilidad si pudiese escuchar por sí mismo, y es que, tal y como está a punto de desvelar la experta, no hay mejor “pegamento para los recuerdos” ni “mayor puerta de acceso a la memoria” que las propias emociones.

– ¿Son ellas las grandes “guardianas del aprendizaje”?

– Así es, al contrario de lo que se creía antiguamente, se ha demostrado que el binomio emoción-cognición es indisoluble en el proceso de aprendizaje; y no solo eso, sino que además la primera es mucho más poderosa que la segunda. Son las competencias emocionales, y no las de la razón, las que se sitúan en el centro del proceso.

– Esto lo sabemos ahora gracias a la neurociencia...

–Al final, lo que ha hecho la neurociencia durante todos estos años es demostrar y poner nombre a algo que muchos profesores ya intuían cuando veían un examen en blanco y decían: “Si yo sé que este alumno ha estudiado, que se lo sabe, pero se ha puesto nervioso y se ha bloqueado”. Por eso decimos que son las guardianas del aprendizaje: porque literalmente abren o cierran la puerta a la atención, la motivación y la memoria.

–¿Sigue siendo la educación emocional una asignatura pendiente?

–La pandemia ha acabado de poner negro sobre blanco la importancia de la gestión emocional en casa y en el aula, donde ha pasado a tener mucho más protagonismo. La demanda de herramientas para la gestión emocional ha sido un clamor por parte de prácticamente todo el profesorado durante esta crisis: no tenía sentido ponerse con el curriculum cuando había un trabajo emocional enorme por hacer. Es urgente que se incorpore una asignatura de Educación Emocional en las facultades de Magisterio. Todavía hoy en día, la única que la imparte de forma reglada en España es la Universidad de La Laguna.

  • "La educación emocional, asignatura pendiente"

    Begoña Ibarrola nos presenta su ponencia en el V Foro de Educación

– ¿De qué hablamos exactamente cuando nos referimos a las competencias emocionales?

–Más allá de la adquisición de unos conocimientos concretos, tienen que ver con el desarrollo de las habilidades necesarias para comprender, expresar y gestionar de forma adecuada nuestras emociones y las de los demás. Lo que van a marcar es si tú controlas tus emociones o tus emociones te controlan a ti.

–¿Cómo se adquieren?

–Los programas de educación emocional generan un entrenamiento progresivo. Lo primero es la conciencia emocional: que yo sepa poner nombre a lo que siento; y luego ya viene la regulación de esas emociones: tengo que aprender a gestionarlo de forma adecuada sin hacerme daño a mí mismo o a los demás: manejo de la frustración, control del estrés, autonomía emocional… Después, entramos en el ámbito social: gestión de conflictos, trabajo en equipo, empatía...

–¿Qué emociones nos ayudan a aprender?

–Una de las que más funcionan según ha demostrado la neurociencia es la curiosidad: el interés abre la mente. Otras dos emociones muy importantes son la confianza en uno mismo: el saber que yo puedo aprender, que mi mente no es algo estático y tener la capacidad de no hundirme por cometer un error; y la confianza en los demás: es decir, el saber que el grupo no está ahí para fiscalizar, sino para acompañarme, por eso el aprendizaje cooperativo es tan importante. Por último y más que una emoción, un estado emocional que resulta importantísimo es la calma. Se ha demostrado que tu atención se duplica cuando estás calmado.

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Begoña Ibarrola, psicóloga, escritora infantil y juvenil y especialista en inteligencia emocional ofrecerá su conferencia en el Foro de Educación. Entradas en: www.faroimpulsa.es

– ¿Cuáles lo dificultan?

– En primer lugar, el miedo: el miedo directamente bloquea el aprendizaje, el exceso de adrenalina impide el acceso a unos circuitos cerebrales que conectan con la memoria. Luego están el enfado y la ira, que dirigen el foco de nuestra atención al motivo por el que estamos enfadados y nos impiden concentrarnos. La envidia, que es lo opuesto a la cooperación; y el aburrimiento, una emoción sin emoción, lo contrario a la curiosidad, que pone nuestro cerebro en OFF, también bloquean el aprendizaje.

– ¿Cómo podemos llevar todo esto a la realidad del aula?, ¿cómo puede el profesor cambiar un estado negativo a uno positivo, propicio para el aprendizaje en el ‘cole’?

–Existen muchas estrategias y dinámicas para ayudar a los alumnos: muy sencillas a veces, pero que marcan la diferencia. Por ejemplo, imagínate que no consigues que un grupo enganche con un tema en concreto, pues lo que puedes hacer es ponerles retos, pincharles, plantearles una pregunta y así generar interés en ellos, por eso el método socrático es tan bueno. Ahí estaríamos pasando del aburrimiento a la curiosidad. Otro ejemplo: para ir del estrés a la calma, muchos profesores incorporan mindfulness al principio de la clase: no pierden cinco minutos, sino que emplean cinco minutos para generar un ambiente de bienestar y calma, incluso con humor, para que los 45 minutos restantes de clase funcionen.

“Los cuentos funcionan como un espejo, son mágicos”

–¿El poder del cuento como terapia?

–Además de divertir o estimular la imaginación, te permiten conocerte mejor a ti mismo y a tus emociones a través de sus personajes:funcionan como un espejo de nosotros mismos, por eso son mágicos.

–¿Por eso empezó a escribir?

–Los primeros 46 cuentos para sentir los escribí para los niños y jóvenes con los que trabajaba como terapeuta.Durante 15 años comprobé cómo cada niño iba haciendo su proceso a través de estos cuentos y ahí está la magia: se puede acceder a verdades metafísicas muy complejas a través de textos muy sencillos.

– En su último libro, “¡Estoy muy enfadado! Cuentos para gestionar frustraciones”, habla de emociones como la frustración, el miedo, la rabia...

–En agosto no sabíamos cómo iba a ser la vuelta al cole, pero sí que el confinamiento había generado frustración. La frustración y las preocupaciones nos van a acompañar en la vida y nos pueden hacer muy infelices, por eso hay que disminuir el impacto y para eso la aceptación es el principio básico. Hemos de aprender a diferenciar lo que puedo controlar de lo que no: “no se puede salir de casa y esto no es negociable; ahora: lo que sí está en mis manos es lo que puedo hacer en casa”.

– “Más cuentos para educar niños felices” es otro de sus grandes éxitos, pero: ¿Qué es la felicidad?, ¿podemos aspirar a ella?

– Se ha investigado mucho y no hay una definición única. Lo que está claro es que es más un estado interior, de plenitud, que una emoción pasajera. La ciencia ha demostrado que la genética influye un 50% en los niveles de felicidad, otro 10% son las circunstancias personales, pero luego queda un 40% restante que tiene que ver con las estrategias emocionales y cognitivas que vamos aplicando todos los días, en este 40% está la educación emocional. Una actitud, es como que te abonas a ella, como decir: ‘mira yo quiero ser feliz y quiero que las personas de mi alrededor lo sean y voy a ver qué puedo hacer por ello’.

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