“Si bien es cierto que práctica pedagógica de mezclar alumn@s está en aumento en los últimos años, es algo que suele causar preocupación, incertidumbre e incluso oposición por parte de las familias.

Esta tendencia, como cualquier otra, tiene sus pros y sus contras, sus beneficios y sus riesgos, sus defensores y detractores.

Independientemente de los factores positivos y negativos que pueda tener dicha medida, creo que es fundamental ponerse en el lugar de las familias. Cuando tus hij@s viven esto por primera vez, es normal afrontarlo con inquietud, preocupación, desconcierto…Es por esto que la comunicación del centro con las familias debe ser clara y directa, resolviendo todas las dudas que puedan surgir y tratando de aportar información tranquilizadora.

Por otro lado, desde el momento en que esto se lleva a cabo es porque se considera que puede ser beneficioso para los grupos y siempre con la intención de conseguir los mejores resultados. Algunos de los factores positivos que conlleva esta medida son:

-Conseguir el equilibrio de las clases: cuando los alumn@s entran a la escuela, los grupos se hacen con la información aportada por las familias; cuando pasa el tiempo, existe cierta información interna y conocimiento mucho más profundo del alumnado y las relaciones que se van forjando en cada grupo. Por eso, un momento que se considera ideal para mezclar las clases es en el tránsito de Ed. Infantil a Primaria.

  • Contribuir a eliminar “etiquetas” y posibilitar nuevas relaciones para aquellos niñ@s con mayores dificultades de interacción.
  • Ayudar a que afronten los cambios con mayor naturalidad y fomentar el establecimiento de nuevas relaciones, nuevas amistades.

Sin embargo, si se trata de exponer mi punto de vista, me considero algo reacia al cambio.

Creo que deberíamos cuestionarnos el realizar estas combinaciones sin un objetivo claro. En las escuelas de una sola línea, no se lleva a cabo ningún tipo de mezcla y los niñ@s no sufren problema alguno.

En ocasiones se argumenta esta medida con el objetivo de separar almun@s conflictivos, pero está claro que no resuelve mucho, porque cada dos años se siguen mezclando las clases, señal de que los “conflictivos” siguen existiendo y no se solucionó con ninguno de los cambios anteriores.

Por otra parte, el mezclar con motivo de conseguir mayor socialización, tampoco me resulta suficiente. Hay momentos como entradas, salidas, el recreo, excursiones, etc, donde los niñ@s pueden socializar, intercambiando juegos, charlas, etc, sin necesidad de cambiarlos de clase. En las relaciones personales, lo importante no es conocer más, sino conocerse mejor.

El psicólogo Ramón Soler, en su blog mente libre, aborda este tema y resalta el impacto que puede ocasionar a un niñ@ ser separado de sus amigos más preciados. Destaca que estas separaciones sólo contribuyen a que los niñ@s establezcan cada vez relaciones más superficiales, menos íntimas. ¿Para qué me voy a molestar en hacer amigos si cada dos años me separan de ell@s? El egoísmo y la superficialidad en las relaciones serán predominantes entre los niñ@s, precisamente dos características negativas que se dan en nuestra sociedad y que muchos intentamos cambiar. Con esta medida se diluyen los principios de solidaridad, hermandad y cooperación.

Debemos que tener en cuenta a la totalidad del alumnado, y considerar que para muchos niñ@s es clave mantener una estabilidad emocional y la permanencia en un mismo grupo. Hay niñ@s con mayor dificultad para hacer amigos, o que simplemente son más tímidos. En estos casos, los efectos nocivos son mayores, habiendo estudios que lo corroboran. Cada vez que los separamos, provocamos un periodo de inseguridad y estrés que no es bueno para ell@s ni facilita su aprendizaje.

Así pues, como véis hay para todos los gustos. Cada centro debe optar por la medida que mejor se ajuste a su funcionamiento, a su alumnado y a las familias. Pero desde mi punto de vista, a la hora de llevar a cabo los cambios, deberíamos considerar la opinión de los niñ@s y facilitar, al menos, que no se separen de sus mejores amigos”. 

- Olalla Saborido, docente