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Carmelitas, una «esencia» que pervive desde hace 100 años en Vigo

El colegio celebra su centenario por todo lo alto

Vigo

«El rostro del centenario no tiene que ser mi cara. Tiene que ser la cara de todas las personas, sobre todo de todas las hermanas, que han levantado el cole y han hecho posible que siga vivo cien años después», afirma Patricia de Dios, directora del colegio María Inmaculada Carmelitas-Vedruna de Vigo. Sin embargo, ella es una voz más que autorizada para ejercer de portavoz en una fecha tan señalada, pues no solo es la directora; también es una de las «viejas glorias» que sigue en activo como docente y, tiempo atrás, también fue una de las tantas alumnas que han ocupado sus aulas.

El Carmelitas cumple 100 años con una agenda de celebraciones prevista para todo el curso escolar, como el acto que se produjo el pasado 25 de septiembre en la sede Afundación, ubicada en Policarpo Sanz, y que había sido primera ubicación de este colegio allá por 1926. Ese año, las clases comenzaron el 24 de octubre, después de que la Hermana Margarita Alonso, Provincial de Vitoria, se estableciera junto a otras seis religiosas en Vigo con la misión de fundar un centro educativo.

Desde 1926 hasta ahora, las cosas han cambiado (y mucho), tanto en la sociedad general como en Vigo y, concretamente, en esta escuela. El emplazamiento en el centro no se prolongó más de tres años, cuando las Hermanas trasladaron las instalaciones al Chalet Villa Luz, una gran finca en la calle Pi y Margall.

«A pesar de todo, a pesar de los cambios, a pesar de los tiempos que se han vivido desde hace cien años, creo que la esencia de Carmelitas la seguimos manteniendo»

Patricia De Dios

— Directora

La ciudad olívica contó también durante un tiempo con un colegio Vedruna en el barrio de Matamá, donde no se impartía la secundaria, y cuyos alumnos se trasladaron progresivamente a Pi y Margall. De hecho, su directora actual, Patricia de Dios, fue alumna de esa sede, hasta que se cambió a Villa Luz para estudiar BUP. En el año 98 comenzó como profesora, ocupación que mantiene hoy al compás de la dirección.

Diego Fernández, de 41 años, formó parte del primer curso completo que se cambió de Matamá al centro, justo durante el estreno de la ESO (hasta entonces, BUP) en 1996. «El primer año, la gente del centro estaba un poco alarmada por que viniéramos tantos de Matamá, porque de aquella el barrio era considerado como una aldea. Al final llegamos a ser una parte fundamental del colegio», rememora.

Lara Campelo, alumna de Carmelitas desde infantil hasta que terminó Bachillerato en 2002, también recuerda con cariño esa etapa de transición. «Fue genial, porque al ser un colegio mayoritariamente de niñas, casi siempre había clases de 33 niñas y solo dos niños, pero dio la casualidad de que en aquella generación de Matamá había muchísimos niños. Nos dio una perspectiva totalmente distinta».

Tanto Lara como Diego afirman que muchas de las amistades que nacieron aquellos años continúan, igual que la impronta que dejó en ellos el centro. De hecho, sus hijos también son a día de hoy alumnos de Carmelitas.

Retos y cambios

«A pesar de todo, a pesar de los cambios, a pesar de los tiempos que se han vivido desde hace cien años, creo que la esencia de Carmelitas la seguimos manteniendo», declara Patricia de Dios, «siempre fuimos un cole con un trasfondo social que siempre habrá. No representamos un colegio ajeno a lo que está pasando hoy en día en Vigo».

Todo ello, sin dejar de «darle mucha caña a los chavales» para obtener los mejores resultados posibles, aunque reconoce que «cada vez es más difícil porque hay una diversidad de alumnado brutal». De Dios señala que, si antes casi no hallaba diferencias entre un niño de la generación del 94 y otro del 96, ahora es «muy difícil» encontrar parecidos: «Los nacidos en el 2015 ya no tienen casi nada que ver con los nacidos en el 2020».

En este contexto, los retos del futuro pasan por «no perder el carisma» y adaptarse a las transformaciones. Y a nivel sociedad, añade Patricia, afrontar el declive de la natalidad. «Los coles estamos viviendo unas dificultades grandes, el alumnado es cada vez menor. Nos estamos quedando sin relevos generacionales».

La directora tampoco olvida la huella de las religiosas. En este sentido, destaca que «las viejas glorias», el apodo cariñoso con el que se refiere a sí misma y a las otras docentes que llevan tantos años en Carmelitas, siguen «empapadas de lo que nos inculcaron las hermanas».

Y es que aunque las monjas ya no se paseen por el patio del colegio, y desde hace años los docentes son seglares, su recuerdo sigue vivo, así como el cariño por ellas. En 2024, una de las hermanas más queridas, Cándida Rico, impulsora de diversas iniciativas en el centro y fundadora del Club de Montaña Monte Ceibe, fue reconocida como Galega Destacada por el colectivo Diálogos 90. El Concello de Vigo tuvo que limitar el aforo del acto, que se celebró en el pazo Quiñones de León. Así lo expresaba el alcalde en su momento: «Quería venir tanta gente como para llenar Balaídos».

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