Descifrando al «profe de mates» | Julio Rodríguez Presidente de FESPM y AGAPEMA
Nadie va a ir al «infierno de las matemáticas» por equivocarse
«La LOMLOE va por el buen camino a la hora de incidir en la comprensión frente a la mecánica, pero hace falta tiempo. Todo el mundo quiere una solución para mañana y eso en educación no existe»

Julio Rodríguez, presidente de la FESPM y profesor de Matemáticas en IES As Barxas. / FDV

Llamo a Julio Rodríguez (1966, Lalín), actual presidente de la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas (FESPM), y se lo digo sin tapujos: «Matemáticas era, con diferencia, mi asignatura infavorita en el colegio». Por eso, añado, me hace especial ilusión esta charla, tengo ante mí la oportunidad de descifrar el auténtico enigma de todo instituto: «el profe de Mates».
Y Rodríguez, con nada más y nada menos que 36 cursos de experiencia en la materia, que actualmente imparte clases en el IES As Barxas de Moaña y que, hijo de dos profesores de Primaria, cuenta que siempre quiso ser maestro y que lo de las matemáticas llegó después porque se le daban bien desde pequeño, me lo pone fácil. Sonríe y acepta el reto: «Pregunta lo que sea, que yo no tengo ningún problema».
Así empieza una entrevista de casi una hora en la que nos hablará del Hueso de Ishango y los orígenes de las mates; nos hará sentir envidia de Pascal, a quién sus padres le prohibieron estudiarlas; o nos desvelará cómo calcular el día de la semana en la que va a caer nuestro cumpleaños; demostrando por qué a su materia, como a los docentes que la imparten, merece la pena acercarse con más curiosidad que miedo. Ni existe algo así como «el infierno de las matemáticas», ni éstas fueron creadas para atemorizarnos.
«Recuperar al docente especializado en Primaria brindaría a cada centro una figura de referencia para la transformación de la enseñanza»
¿Qué definía al profesor cuando aún era alumno?, ¿qué le gustaba de niño?
El baloncesto, salir con mis amigos y primos: cogíamos las bicicletas y pasábamos la tarde por ahí adelante. También me encantaba leer. De chaval leía todos los cómics de Marvel que había y más y, en el instituto, novelas de fantasía: el Señor de los Anillos, el Hobbit...
Si siempre se le dio bien la asignatura que más estudiantes temen en España, y ya que menciona a Marvel, ¿cuál era su materia «kriptonita» en el colegio si es que tenía alguna?
Soy poco hábil para las artes en general (sonríe). El dibujo, la música… Son cosas que nunca se me dieron bien, en las que nunca destaqué. Y eso que me encanta la relación entre las matemáticas y el arte.
De hecho, publicó el libro ‘Las matemáticas del arte’. ¿Sabe que yo me quedé a cuadros cuando entendí que había números en disciplinas que me fascinaban como la literatura o la música?
(Se ríe) Claro, todo lo que implica ritmo, patrones que se repiten, son matemáticas en el fondo. No digo que para ser buen músico haya que saber matemáticas, pero están ahí como también lo están en la pintura o la arquitectura. Con los alumnos teníamos un paseo matemático por el casco histórico de Santiago: en la plaza de la iglesia San Domingos de Bonaval, estudiábamos la elipse; después las helicoides con la triple escalera; y, en la Puerta Santa, calculábamos la secuencia de los Años Santos.
En principio, 365 días son semanas completas más un día; por eso, si tu cumpleaños fue un jueves, el año que viene caerá en viernes. Lo normal es que salte un día, pero claro, luego llegan los bisiestos y en vez de saltar uno, saltan dos. La aritmética, pero sobre todo la geometría, está en todo: en las puertas, en el suelo, en los arcos. Cuando voy por la calle con mis hijos ya me lo señalan: «¡Mira, Papá! Otra foto matemática de las tuyas».
El alumnado necesita referencias…
Creo que acercar las matemáticas al entorno del alumnado; conectar conceptos que les pueden parecer abstractos con su vida, no solo les ayuda a comprender y anclar mejor esos conocimientos, sino que también da más sentido a lo que están estudiando.
¿Cuándo y por qué empezó el ser humano a hacer matemáticas?
Los números nacen cuando el ser humano tiene la necesidad de contar. Cuando las civilizaciones dejaron de ser nómadas y pasaron a ser sedentarias, de cazadoras a pastoras, tenían que saber si el número de reses de hoy era el mismo de ayer. La única forma de saberlo era contando.
La primera serie numérica que aparece en la historia está en el Hueso de Ishango, encontrado en África, donde hay series de 28 números. Se cree que era un calendario lunar para saber cuando habría luna llena y, por lo tanto, luz para salir a cazar. Pero es solo una suposición, también hay otra teoría que dice que su objetivo era marcar la menstruación.
¿Se les explica esto a los chavales? Lo pregunto porque, ahora que hablábamos de dar sentido a lo que se estudia, podría ser útil mostrarles que surgieron para ayudar al ser humano y no para atemorizarle.
Yo trato de contarlo porque siempre digo que las matemáticas son una actividad social, una creación de la sociedad. Aunque cuentan con elementos abstractos, nuestros alumnos aprenden que tiene sentido cuando ven el quién y el por qué. Por eso también me gusta que de alguna forma conozcan nombres de matemáticos y matemáticas célebres, son personas que contribuyeron muchísimo al desarrollo de la humanidad.
Habla de matemáticos célebres, ¿Cuál es para usted el más divertido de la historia?
Yo creo que más que el matemático más divertido, lo que sí hay a lo largo de la historia de las matemáticas son muchas situaciones curiosas. Está el caso, por ejemplo, de Pascal, a quien sus padres le prohibieron estudiar matemáticas; o el del teorema de Fermat, que lleva su nombre pese a que se cree que nunca llegó a resolver el problema; o el de las riñas entre Newton y Leibniz para atribuirse la creación de las derivadas y las integrales del cálculo infinitesimal, que derivó en una división entre los matemáticos ingleses y europeos.
España obtuvo su peor resultado histórico en matemáticas en el último Informe PISA, ¿está usted preocupado por este «descalabro», como ha llegado a calificarse?
Por un lado, y sin ánimo de ofender a nadie, yo no creo que sea un descalabro. Tenemos que pensar que fue el primer informe PISA que se hizo tras la pandemia y que prácticamente todo Europa bajó en matemáticas. Por otro lado, sí me preocupan resultados como el de este informe y otros como el TIMSS, pero no porque a mí me interese que seamos los campeones del mundo, sino porque son un síntoma más de que algo no va bien.
¿Qué es lo que no va bien?
La enseñanza de las matemáticas en España se ha basado tradicionalmente en los procedimientos, en las cuentas: mucha mecánica y poca comprensión. Debemos dedicar tiempo a que nuestro alumnado entienda, no cómo se hace una cuestión, sino por qué y para qué.
Cuando habla de incidir en la comprensión, ¿se refiere a un cambio en el método de enseñanza?
Sí y, de hecho, creo que el currículum de la LOMLOE va por el buen camino, pero hace falta tiempo y paciencia para que el profesorado traslade esas transformaciones al aula. Tengo 58 años y he vivido seis leyes educativas distintas. Todo el mundo quiere una solución para mañana, pero eso en educación no existe.
¿No le llaman la atención las frases del tipo «es que yo no sirvo para las matemáticas» desde tan pequeños?
Claro y el problema no es solo que lo diga, sino que todo el mundo lo asuma como normal. Nuestra sociedad no debería normalizar que las personas se rindan con las matemáticas; se está tirando la toalla antes de intentarlo. Me alegra que un alumno o una alumna mía decida estudiar la carrera de matemáticas, pero ¿sabes qué es lo que más me alegra? Que todos aquellos que eligen otro camino lo hagan porque les gusta, no por escapar de mi materia. Somos casi los campeones del mundo en ansiedad matemática.
¿Por qué esa tendencia a «escapar», esa ansiedad matemática?
Yo creo que tiene que ver con una gestión inadecuada del error en el aula. Esa idea de que las matemáticas son algo exacto, algo riguroso, en la que no nos podemos permitir fallar impide que el error se gestione como una oportunidad de aprender. Debemos de ser más flexibles, explicar que no pasa nada por cometer un error de cálculo, que no van a ir al infierno de las matemáticas si se equivocan. Llevamos demasiados años siendo el ogro.
Desde la Federación a la que representa abogan por recuperar el profesor especialista en Primaria, ¿por qué?
Hay muy pocos maestros de Primaria que llegan a magisterio por la rama ciencias. Lo que buscamos es que haya una persona de referencia en cada centro con formación específica, no para que sea la única que imparta la materia, sino para que, de alguna forma, coordine y apoye a los demás en este objetivo de intentar cambiar la enseñanza de las matemáticas.
Comentaba al principio de que siempre quiso ser docente, ¿qué diferencia hay entre lo que imaginaba el alumno y lo que descubrió el profesor?
Estuve 23 años trabajando en un CPI, donde viví la enseñanza como un elemento fundamental de la comunidad; allí percibí que el trabajo de un profesor iba mucho más allá de enseñar mejor o peor un tema. Cuando empecé, tenía la idea de que lo importante era saber matemáticas; pero ahora sé que lo que importa son los alumnos y que estas tienen sentido en la medida en la que contribuyen a que sean mejores personas, ciudadanos más formados, con un futuro mejor. Hay una frase de Anton Aubanell que dice que «todo el mundo tiene derecho a vivir una experiencia matemática feliz». Hay muchos alumnos que se pasan toda su educación sin conseguirlo.
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