A debate

‘Adolescencia’: ¿un buen recurso educativo?

La decisión de Reino Unido de proyectar gratuitamente la serie en todos sus institutos abre el debate sobre las posibilidades de esta ficción como herramienta en las aulas

Portada de la serie Adolescencia.

Portada de la serie Adolescencia. / NETFLIX

Gabriela Barreiro

Vigo

Cuando se estrena una serie que logra mezclar tensión narrativa, un tema social complejo y una realización impecable, suele provocar conversación. Adolescencia’, la reciente producción de Netflix, ha conseguido exactamente eso: no solo ser vista, sino debatida

Desde su estreno, la miniserie, que cuenta la historia de un adolescente acusado de asesinar a una compañera, ha sido un fenómeno global. En solo 11 días sumó más de 66 millones de visualizaciones. Pero su impacto va más allá del entretenimiento: ¿puede (y debe) entrar Adolescencia’ en las aulas?

«Llamarla Adolescencia sugiere que representa una etapa vital en su totalidad, cuando en realidad muestra una situación extrema»

Belén Montesa

— Psicóloga clínica

Y es que el debate cobró fuerza después de que Reino Unido anunciara que proyectará gratuitamente la serie en todos sus institutos como parte de una estrategia para prevenir discursos de odio y procesos de radicalización juvenil.

Para Belén Montesa, psicóloga clínica experta en adolescentes, la elección del título ya plantea problemas. «Llamarla Adolescencia sugiere que representa una etapa vital en su totalidad, cuando en realidad muestra una situación extrema. Eso puede reforzar la percepción de que los adolescentes son una amenaza», advierte. «Hay muchas adolescencias, cada una con su subjetividad. No se puede reducir todo a un caso límite».

Una de las decisiones narrativas más potentes de la serie es que cambia el miedo de lugar y nos obliga a mirar hacia quienes ejercen la violencia. «Nos invita a preguntarnos por qué algunos chicos llegan a ser violentos, en lugar de centrarnos solo en lo que les ocurre a las chicas», explica la comunicadora especializada en crítica audiovisual con perspectiva de género, Carmen González.

«Lo que pasa en la vida online es el reflejo de lo que pasa en la vida real»

Lucía Pereda

— Educadora social

La serie aborda de forma explícita la presencia de discursos misóginos que circulan con fuerza en espacios como la manosfera, un conjunto de comunidades virtuales donde se articula el odio hacia el feminismo, especialmente entre varones jóvenes. Dentro de estos entornos también se encuentran grupos como los incels (del inglés “involuntary celibates”), hombres que se definen como incapaces de tener relaciones con mujeres y que las culpan de su situación, promoviendo ideas que pueden derivar en violencia.

Lucía Pereda, educadora social, reconoce en la serie problemáticas que se viven a diario en las aulas: bullying, sexting, soledad emocional y el impacto de estos discursos de odio, que muchos adolescentes consumen en internet sin que sus familias lo perciban. «Lo que pasa en la vida online es el reflejo de lo que pasa en la vida real». Desde la pandemia, estos mensajes se han vuelto más visibles.

En esa línea, González subraya que la serie no exculpa al protagonista, pero sí lo contextualiza: su entorno familiar ausente, el desprecio escolar, la fragilidad emocional y la falta de adultos que escuchen o acompañen lo convierten en un blanco fácil para discursos compactos como los de la manosfera. «Le enseñan a despreciarse a sí mismo por no ser suficientemente hombre y, cuando llega a internet, esos discursos calan», advierte.

«No podemos esperar a que pase lo mismo que en la serie para empezar a educar. La responsabilidad adulta debe estar presente desde el principio, no solo cuando ya es demasiado tarde»

Carmen González

— Periodista

Aunque con matices, las tres entrevistadas coinciden en algo: ‘Adolescencia’ solo puede tener valor educativo si se trabaja en espacios de escucha, comprensión y diálogo real. «Si nunca hablaste con tus hijos sobre violencia sexual, violencia de género o salud mental, ponerles la serie puede ser contraproducente», señala Pereda, que también propone incorporar de forma permanente a educadoras sociales en los centros para abordar estos temas con mayor profundidad y acompañamiento emocional.

González, por su parte, considera que puede servir como punto de partida para la reflexión: «No podemos esperar a que pase lo mismo que en la serie para empezar a educar. La responsabilidad adulta debe estar presente desde el principio, no solo cuando ya es demasiado tarde».

«Hay que verlo como lo que es: un producto cinematográfico. Como producto para ser llevado a las aulas, o para educar, nos equivocamos», sentencia Belén Montesa. «Una pantalla no puede reemplazar la presencia. Lo que educa es el vínculo, la palabra, la escucha. La serie puede ayudar, sí. Pero no educa sola».

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