En clave de salud física y mental

Menores obsesionados con el gimnasio: anabolizantes a los diez años

Pese a los evidentes beneficios del deporte, los expertos detectan prácticas poco recomendables asociadas: dietas mal hechas o imitación de rutinas inapropiadas 

Un joven fortaleciendo sus músculos con supervisión.

Un joven fortaleciendo sus músculos con supervisión. / Fernando Casanova

La exhibición de cuerpos y caras en internet es inabarcable. Estamos sobreexpuestos a cánones de belleza que se mueven al antojo del algoritmo, una «normatividad» establecida por las redes sociales, de las que ya son muy pocos los que pueden apartar la mirada.  

Tras la pandemia, el interés por el fitness -y en especial los ejercicios de fuerza- aumentó exponencialmente. Los adolescentes no se quedaron atrás y se incrementó su presencia en los gimnasios de forma masiva. 

 Así lo corroboran en el centro MeuFit de Vigo, donde advierten que se disparó la afluencia tras el 2020: «Creció la demanda de menores de edad. Todos los días nos piden información para iniciarse», señala Marcos Alonso. En su establecimiento, ubicado en el Vialia, solo admiten miembros a partir de los quince años, pero señalan que el grupo que va desde esa edad hasta los 18 es uno de los que acude con más frecuencia y con mayor regularidad. 

En principio, no debería suponer un problema que ir al gimnasio sea una moda juvenil. Alonso indica que lo importante es que los ejercicios «siempre se adapten a la edad y características personales. Es fundamental la supervisión de un profesional y que el entrenamiento sea progresivo». 

Los técnicos creen que las redes sociales pueden ser un aliciente para que aumentase la presencia de adolescentes en los gimnasios, aunque indican que también ven casos en los que los propios padres llevan a sus hijos a entrenar para contrarrestar el sedentarismo. 

José Jiménez, fisioterapeuta en A Coruña, señala que lo ideal es que los ejercicios comiencen apartir de los 14 o 15 años y con una buena gestión de cargas. «El control es fundamental», apunta.

«Los entrenamientos que te encuentras en redes sociales no están adaptados a lo que puede levantar o soportar todo el mundo y es muy problemático. Por otra parte, es muy fácil para un adolescente anotarse a un gimnasio, donde no siempre hay supervisión», añade. 

Es la teoría: midiendo el trabajo de pesas, el ejercicio es positivo. Pero, ¿funciona en la práctica?, ¿existen hábitos poco saludables asociados a esta afición? 

La nutricionista María Guzmán de la Clínica Arca observa que la actividad deportiva en menores muchas veces viene acompañada por dietas. «Yo misma escuché a una joven recomendar una alimentación hiperproteica, sin carbohidratos, diciendo que había mejorado mucho su fuerza», dice. «Actualmente se está poniendo muy de moda la proteína, pero para la recuperación muscular son fundamentales los carbohidratos, que la gente asocia a la comida rápida y no tiene por qué ser así», explica. Para ella, la clave es no descuidar otro tipo de alimentación: «Los suplementos de proteína son cada vez más excesivos. No son peligrosos pero no pueden sustituir a una buena rutina. El consumo de legumbres ya disminuyó mucho en España».

Prácticas nocivas

«Se huye de lo diverso por miedo a la exclusión»

Ricardo Fandiño

— Psicólogo experto en adolescencia

Además de una mala alimentación, el psicólogo Ricardo Fandiño indica que el Ministerio de Eduación ya advirtió sobre el uso de anabolizantes en edades tempranas, que en los casos más graves puede comenzar a los diez años.

Fandiño explica que el físico es de suma importancia para los jóvenes: «Todos, y las personas adolescentes de forma especial, estamos sometidos a un continuo encuentro con nuestra imagen corporal en redes sociales.En esa edad, la preocupación por la imagen del propio cuerpo es muy alta. De hecho, las personas adolescentes consideran que los principales motivos por los que pueden ser objeto de bullying tienen que ver con el cuerpo y la sexualidad», explica. 

El cuerpo cambia y el adolescente trata de domarlo: «Observamos a jóvenes que invierten una gran parte de su tiempo moldeándose y uniformándose en gimnasios, en una huida de lo diverso, que es contemplado aquí como un elemento que puede llevar a la exclusión», añade el experto. 

Eso conlleva, en ocasiones, a que los menores persigan modas corporales muy cambiantes y exigentes: «Tener más o menos nalgas, más o menos pecho, resaltar determinados grupos musculares o lucir una delgadez extrema, entre otros», cita el psicólogo. 

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