Biquinis de niña con relleno y «perreo»: así nos estamos «cargando» la infancia

La adolescencia se presenta como la etapa que provoca más deseabilidad, desplazando los comportamiento propios de los niños por otros de jóvenes antes de tiempo

Así estamos acortando cada vez más la infancia.

Así estamos acortando cada vez más la infancia.

A. Chao

A. Chao

«Mamá, ¿Papá Noel existe?». Esta bomba cayó hace apenas unos días en nuestra mesa a la hora de cenar. Con un hijo de cuatro años nos parecía increíble que se nos estuviese presentando esta situación. Enseguida pudimos respirar aliviados. También nos preguntó si los escorpiones y las serpientes venenosas existían realmente en algún ecosistema, cuestiones todas ellas propias de un momento de la infancia en la que se están buscando todos los porqués. «¿Tú crees que existe?», le respondimos con relación a ese señor tan majo que deja regalos por Navidad. «¡Claro!», contesto al instante. Ahí tenía su respuesta.

¡Salvados! Esta parte de la ilusión navideña -que libremente hemos decido fomentar como aquel que decide no hacerlo- permanece intacta en nuestra casa. Pero todo esto nos invitó a pensar en lo evidente: el recorte brutal que está experimentando la duración de la infancia y sus roles. La adolescencia, tal y como explica Vanessa Rodríguez, psicóloga, psicopedagoga, sexóloga y experta en neuroeducación, «es la etapa que provoca más deseabilidad: los adultos quieren permanecer en ella y los niños alcanzarla, es lo que llamamos adultescencia e infantoscencia»

Esta preferencia lleva a desplazar comportamientos de la infancia por otros más propios de la adolescencia, «se ve claramente en la moda, antes existía una moda infantil, ahora la adolescencia está en el centro, vestimos a niños y niñas como pequeños adultos, incluso hay biquinis de niña con relleno». Y esto mismo ocurre con el ocio «por ejemplo, la música infantil ha perdido mucho peso en favor de temas y artistas dirigidos a jóvenes» de hecho, no es raro ver conciertos de iconos pop con niños y niñas entre el público.

Rodríguez establece el punto de inflexión en el cambio del modelo educativo. «Cuando los niños y las niñas están en plena infancia o acercándose a su etapa final se les pasa a un contexto de adolescentes al comenzar 1º de la ESO», señala. No en vano, hace unas semanas surgía el debate sobre si el paso a los institutos se producía demasiado pronto y si el primer ciclo de la Secundaría debía cursarse en colegios.

En la opinión de la experta, este paso al instituto con 12 años «les hace entrar en unos modos de relaciones adolescentes para los que aún no están preparados ni psicológica ni emocionalmente». Los mecanismos de relación cambian y «vemos como entran dinámicas de inclusión/exclusión por parte del grupo, algo que en la infancia no está tan marcado, en la búsqueda de ser popular, gustar a los demás…»

Erotización y estereotipos

La erotización de la infancia es también una realidad, especialmente en las niñas. Hace unos meses FARO ya ponía el foco en los peligros de la cosmeticorexia. Pero ellos tampoco se libran de las redes de las masculinidades tóxicas desde bien pequeños. Existe un discurso sólido que trabaja para desmontar el modelo clásico de masculinidad heredado del machismo, sin embargo, resalta Rodríguez, «no se ofrecen modelos alternativos, esto puede llevar a una formación reactiva: ante la angustia que genera la falta de modelos, se aferran a algo conocido, a los roles clásicos».

En este sentido, la educación sexual es fundamental, entendida como lo que es, herramientas para aprender a conocerse, aprender a aceptarse y a aceptar a los otros, «no se reduce al sexo, sino que tiene que ver con las relaciones, el autoconocimiento y el respeto a la diversidad»

Proteger la infancia

Con todo, estamos todavía a tiempo de hacer cosas para que la infancia se viva de manera más plena. «El capitalismo voraz, con unas dinámicas productivas con mucho peso, hace que enseguida metamos a los niños y las niñas en esa rueda que implica hacer muchas cosas con un fin productivo y competitivo», apunta la psicóloga. «Quizá debemos fomentar más el juego no productivo sino con el único fin de divertirse, fomentar la curiosidad, jugar con ellos pero darles espacios para jugar entre ellos e incluso permitir que se aburran», añade.

Aunque suene a tópico, el último pilar en el que pone el foco Rodríguez es la comunicación, fomentar la charla con los más pequeños, «pero creando conversaciones reales, no planteándolo como interrogatorios, debemos hablarles de nosotros de cómo nos fue el día, si estamos alegres, tristes o cansados mientras también le damos valor a su palabra».

Factores endocrinos

Aunque los aspectos psicológicos y emocionales son clave en esta pérdida de la infancia, a nivel endocrino esto también se ha materializado.

Las generaciones más jóvenes están experimentando la menarquía (primera regla) antes que sus madres. Un estudio de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard con más de 70.000 participantes muestra que mientras las nacidas en la década de los 50-60 del pasado siglo tenían la primera regla de promedio a los 12,5 años, las del 2000 a 2005 la experimentaron antes de cumplir los 12.

En esto, señalan los expertos, influyen factores genéticos, hijas de madres que tuvieron una menarquía precoz tienen mayor posibilidad de tener una menarquía precoz. Este no es el único condicionante, las cuestiones ambientales o alimenticias también influyen en los disruptores endocrinos. 

Todos estos factores constatan que, en las últimas décadas, como sociedad, le estamos robando a niños y niñas parte de su infancia sin apenas darnos cuenta.

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