Más allá del aula

Niños con agendas de ministros: ¿estamos creando una generación de estresados?

Decálogo para elegir extraescolares y priorizar eventos en la época del FOMO

¿Cómo podemos saber cuántas extraescolares son demasiadas?, ¿a partir de qué edades empieza a ser interesante asistir?, ¿mejor deportivas o intelectuales? Respondemos a estas y otras preguntas con la ayuda de la psicóloga Vanessa de la Cruz.

¿Cómo podemos saber cuántas extraescolares son demasiadas?, ¿a partir de qué edades empieza a ser interesante asistir?, ¿mejor deportivas o intelectuales? Respondemos a estas y otras preguntas con la ayuda de la psicóloga Vanessa de la Cruz. / SHUTTERSTOCK

María Bueno

María Bueno

Vigo

Estos días circula un meme que dice “ya en enero lo vemos” con fecha de principios de septiembre. El miedo a perderse algo es una patología psicológica: FOMO por sus siglas en inglés (Fear of Missing Out). Se han normalizado las agendas llenas, la productividad constante y la mala prensa del descanso y la desconexión

Para los expertos, una de las derivadas más preocupantes de esta tendencia es que podemos estar trasladando la espiral de sobrecarga a los niños, con claros riesgos para su desarrollo y su bienestar físico y emocional. 

¿Estamos creando una generación de estresados?, ¿pueden llegar a ser las actividades extraescolares contraproducentes?, ¿ya no se lleva ir al parque?, ¿es normal que los niños — y por ende sus padres— tengan todos los fines de semana copados con cumpleaños, comuniones y otras fiestas de guardar?  

Vanessa de la Cruz, psicóloga responsable del canal Educación Conectada de Fad Juventud.

Vanessa de la Cruz, psicóloga responsable del canal Educación Conectada de Fad Juventud. / Cedida

“No te voy a decir si es normal o no tener todos los fines de semana ocupados con eventos infantiles, pero sí que suele ser habitual: a mí misma me ha pasado”

“No te voy a decir si es normal o no, pero sí que suele ser habitual: a mí misma me ha pasado”, confirma la psicóloga Vanessa de la Cruz, responsable del canal Educación Conectada de Fad Juventud, que recuerda la importancia del aburrimiento y el juego libre: “Ahora nos parece que no hay que aburrirse y nos olvidamos de que es fundamental para los pequeños y para los mayores, pero especialmente para los primeros. Voy a hablar mucho del aburrimiento porque tenemos que volver a esa palabra, normalizarla y entender que no solo es normal, sino necesaria”. 

“Si constantemente les ocupamos con estímulos, ya sea a través de actividades o de dispositivos tecnológicos, lo que estamos haciendo es robarles la oportunidad de desarrollar habilidades fundamentales para la vida como la imaginación y la creatividad, la autonomía y la gestión del tiempo así como la tolerancia a la frustración”, advierte la experta y añade: “Claro que está muy bien que socialicen y disfruten de experiencias, pero cuando todo esto se convierte en la norma: cuando la norma es que todos los fines de semana hacemos una cosa por la mañana, otra por la tarde y no hay tiempo de descanso ni de calidad en familia, puede generarse un problema”. 

Así y preguntada por si estamos creando una generación de niños estresados, Vanessa de la Cruz describe cómo “estas dinámicas de sobrecarga pueden hacer que los niños sientan estrés, ansiedad o agotamiento así como baja autoestima o problemas de estabilidad o seguridad emocional en edades más avanzadas” y matiza: “No se puede afirmar que una cosa lleve a la otra, pero sí que aumenta las probabilidades”. 

Y qué hacemos si es el niño el que nos ha salido ‘festeiro’ y no quiere perderse ni una, o el que tiene interés por cosas tan dispares que no sabe o no quiere elegir: “Al final es la misma lógica, si ves que tu hijo no va a tener tiempo: siéntate con él, enséñale a priorizar. Ellos tienen que aprender también que no se puede llegar a todo y que no pasa nada si no vas a un cumpleaños”, responde de la Cruz y es que, de la misma forma que no dejamos que cenen todos los días hamburguesa, tampoco algo tan delicado como la gestión del tiempo puede quedar al 100% en sus manos. 

Las ambivalencias con las extraescolares

Además de los eventos, de los que podría decirse que al pasar a ser lo normal en lugar de lo excepcional pierden parte de su atractivo; otro de los elementos que puede interferir con el derecho al descanso y el juego de los niños son esas actividades extraescolares que retomamos con buenos propósitos durante estos primeros días de octubre. 

En este sentido, son muchas las ambivalencias que se dan entre las familias. Por un lado, está claro que las clases extraescolares pueden ser enriquecedoras y generar oportunidades a los niños; por el otro, las opciones son tantas — “El deporte es importante, pero también los idiomas, el arte, la música, la tecnología…”— que puede llegar a ser difícil elegir.

¿Cómo saber cuántas son demasiadas? Señales de alarma

¿Cómo podemos saber cuántas extraescolares son demasiadas?, ¿a partir de qué edades empieza a ser interesante asistir?, ¿mejor deportivas o intelectuales?, ¿cuántos idiomas puede aprender un niño a la vez? ¿Y qué ocurre con la tecnología? En un mundo conectado, ¿conviene apostar por la educación digital o, en cambio, alejarles de las pantallas para evitar sus efectos perjudiciales?

Como a menudo ocurre cuando de niños se trata, De la Cruz ya adelanta que no hay un número mágico o exacto — “pues cada uno es distinto y tiene necesidades distintas”— y tampoco se olvida de mencionar el que es, sin lugar a dudas, otro de los elementos clave del análisis.

“Depende de muchas cosas y también de las necesidades de los padres. Hay muchos que necesitan conciliar y no tienen otra opción. A ellos, lo que les decimos es que al menos dejen elegir las actividades a los niños y a las niñas”, dice sobre lo que ha dado en llamarse conciliación aunque en realidad la verdadera conciliación sería que las empresas diesen facilidades para que esos padres y madres sí tuviesen otra opción.

También depende mucho “del tipo de actividades, de si lo ha elegido la familia o los propios niños, de si les gustan o las sienten como impuestas…” pero, retoma De la Cruz, “si hay una familia que estando en casa de pronto se pregunta si su hijo o su hija está haciendo demasiadas actividades, esto ya puede ser una señal de que hay que equilibrar”. 

Infografía ¿Cuántas extraescolares son demasiadas?

Infografía ¿Cuántas extraescolares son demasiadas? / Fuente: Guía ‘Actividades extraescolares:
¿Cómo saber cuántas son demasiadas?’ 
elaborada por Fad Juventud

Las tres claves a tener en cuenta

Al final, prosigue, se trata de encontrar un equilibrio: “Hay que sentarse y priorizar teniendo en cuenta tres cosas: uno, ellos tienen que participar de la conversación, sentirse libres para poder elegir; dos, siempre hay que dejar espacio para el descanso y el juego libre; y tres: hay que garantizar también el tiempo para estar en familia, pero en familia sin compromisos externos”. 

Además, nos dice de la Cruz, hay una serie de señales que pueden indicarnos que algo no está bien: si les notamos cansados o con falta de entusiasmo, si no hay hueco en la agenda o si el peque se está quejando constantemente de la actividad a la que va pueden ser ya indicadores de que hay que sentarse y ver qué pasa. 

Tipos de extraescolares en función de la edad

“¿Mejor deportivas o intelectuales? En los primeros años, es clave priorizar el movimiento”

Otra perspectiva que puede ayudarnos a tomar decisiones es la edad. Por ejemplo, nos dice la experta, cuando los niños y niñas están en el segundo ciclo de Educación Infantil o el primero de Educación Primaria, es fundamental apostar por actividades de movimiento: “A través de una extraescolar o yéndose al parque, pero su cuerpo y su cerebro están en una etapa de su desarrollo en la que necesitan actividad física. Entonces, lo que denominamos actividades intelectuales deberían pasar a un segundo plano o, en todo caso, si el niño lo pide, lo demanda, integrarse como un juego con movimiento”. 

Después, a medida que van creciendo y empiezan a mostrar intereses más claros y a concentrarse más, entonces sí: “podemos ir metiendo actividades más estructuradas, pero siempre preguntándoles por sus intereses, por lo que les gusta”, apuntala la experta que va avanzando en etapas hasta la adolescencia, una época en la que se ha probado que formar parte de un grupo, un equipo — ya sea fútbol, Scouts, banda de música– funciona como factor de protección frente las conductas de riesgo: “No va a evitar el alcohol o la conducta X, pero sí se va a evitar que el alcohol sea la primera cosa de su vida. Quizás sale, a lo mejor bebe, pero igual al día siguiente tiene que levantarse temprano para un partido de fútbol y se vuelve antes a casa porque hay algo que le motiva más”. 

¿Individuales o en equipo?

Con todo y en términos generales, el escoger actividades individuales o en equipo dependerá de la personalidad y de los intereses del niño: “Ambas tienen sus ventajas: las actividades en equipo te ofrecen la oportunidad de aprender a trabajar en equipo, a comunicarte, a resolver conflictos; las que son más individuales pueden fomentar la concentración, el autoconocimiento”. 

La perspectiva digital

El boom de actividades como programación o informática también está generando dudas y con razón: por un lado, se ha probado el efecto perjudicial de las pantallas a edades tempranas; por el otro, la alfabetización digital puede funcionar como escudo frente a los riesgos de la tecnología. 

“Está muy bien preparar a los niños y niñas para el futuro digital, pero aquí hay que poner un pero, que es el equilibrio entre el tiempo online y offline. No debemos olvidarnos de la necesidad de que, junto a estas, desarrollen otro tipo de habilidades de tipo intelectual, emocional o físico”, responde y añade: “La educación digital mete en la mochila de nuestros hijos recursos para que, cuando se encuentren con situaciones de ciberacoso, pérdida de privacidad, etc. sean capaces de detectarlo y decirlo; pero no toda la educación digital pasa necesariamente por el uso de la tecnología: hay otras habilidades en juego como puede ser el propio espíritu crítico frente a la desinformación”. 

Haz que el tiempo en familia cuente

Finalmente, De la Cruz no quiere despedirse sin compartir con las familias “dos ideas importantes”. La primera, que por obvia que parezca muchas veces olvidamos, es que hagamos que los momentos en familia cuenten: “No es solo cenar juntos, no es solo estar: aprovechemos cada oportunidad para acercarnos a ellos, para conectar de verdad”. 

La segunda es directamente una pregunta: “Si tu hijo saca un 9 en matemáticas y un 5 en inglés, ¿a qué le apuntas? Apostemos también por lo que les motiva, por lo que refuerza su autoestima y por el campo en el que pueden despuntar y no pongamos solo el foco en lo que van peor”. 

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