Antes, el protagonista de las conversaciones era la grasa: los aceites, el colesterol... Pero de un tiempo a esta parte, el azúcar acapara todas las miradas. Especialmente porque aparece sin avisar, invisible, sin que podamos detectarlo.
Está presente en una gran cantidad de alimentos procesados que, en un primer momento, no pensaríamos que lo llevan. Desde los zumos de frutas hasta el pan de molde, pasando por los platos preparados o las salsas industriales. “Sí, no son tan buenos, pero no sabía que llevaban azúcar”.
“Sabemos lo que comemos, si lo vemos”. Así lo explica, sin complicaciones, Federico Mallo, catedrático de Endocrinología y experto en nutrición: “Si veo una manzana, un pescado, una carne… entonces me estoy comiendo una manzana, un pescado, una carne. Si está envasado, envuelto y empaquetado, ahí ya no está tan claro...”
Bertina Fernández, Médico de Familia y Máster en Nutrición y dietética en Nutrendo, nos explica que nos vemos abocados al consumo de las comidas rápidas, procesadas, y de fácil acceso:_“La comodidad, el ahorro y la publicidad engañosa marcan nuestra forma de alimentarnos, y es por ello que ya se nos ha olvidado realmente el verdadero sabor de cada alimento en su naturaleza, se nos ha olvidado el gusto de una comida casera hecha con cariño y cargada de nutrientes”.
Nutrientes que muchas veces se encuentran en la composición de los alimentos con ese azúcar invisible. “Es aquel que se añade para mejorar el sabor y textura, y que no se considera como un edulcorante añadido” explica Bertina Fernández. “Lo podemos encontrar en una gran variedad de alimentos procesados que no se consideran dulces, como por ejemplo el pan de molde, las barritas de cereales, el yogur, la salsa de tomate o las galletas saladas”.
Comer, mejor “sin etiquetas”
Es en ese momento donde entra el punto crucial de la alimentación en el siglo XXI: el etiquetado nutricional.
Caemos en el gran error de pensar que es tan sencillo como buscar en la etiqueta la palabra ‘azúcar’ y decir ‘no’ a aquellos productos que la contengan en exceso. Pero saber lo que comemos es algo más complicado.
“Los azúcares tienen distintos nombres que se usan en los envoltorios para no decirlo directamente. Glucosa, fructosa, sacarosa, dextrosa… Son equivalentes. Si no sabes del tema, te pierdes” cuenta Mallo. “También pueden poner nombres genéricos: ‘Contiene un 5% de grasas saturadas’ ¿Pero eso qué quiere decir? ‘3% de grasas trans’ ¿Qué significa? Y es una forma de etiquetado que es correcta, pero sin conocimientos más profundos no sabemos a qué se refiere”.
Y si a los adultos ya nos cuesta identificar y leer estos listados ¿cómo podemos ayudar a los niños a esquivar ese tipo de azúcar?
“Suena extremo, pero la única forma de estar seguro de lo que comemos es que no lleve etiqueta: que sea el producto natural” explica Mallo.
Alternativas al azúcar, para niños
Bertina Ferrández, con la bata de nutricionista, nos ayuda a “esquivar” ese exceso de azúcar con diferentes sustitutos para los más pequeños, que son también los más vulnerables a sus efectos. “Es importante evitar las chucherías en los momentos de antojos, enseñándoles a sustituirlas por frutas frescas para satisfacer el capricho de dulce, igual que sustituir los alimentos procesados por los artesanos y caseros, como lo es el pan o los bizcochos, utilizando edulcorantes naturales como el plátano o los dátiles en lugar de azúcar, y sobre todo preparando los alimentos en casa para controlar las cantidades que se añaden de cada uno.” Entra aquí, claro, la necesidad de enseñarles a entender las etiquetas y a que no se dejen llevar por las falsas apariencias de los grandes titulares de publicidades engañosas: “En definitiva, aprender a comer y llevar una dieta natural y equilibrada, que evitará en gran medida los antojos indeseados”
Y es que si uno quiere estar seguro de cuánta azúcar toma al día, no es lo mismo tomarse una manzana que una compota preparada: “Para el sabor llevará azúcar, para texturizar llevará proteína y gelatina, y puede que para suavizar le añadan un poco de grasa. Ya entramos en otro mundo, ya no es solo compota de manzana.”
Lo mismo ocurre con productos que son algo más engañosos al presentarse como una opción saludable. “Lo más sorprendente en este grupo son los postres lácteos y los yogures” Los yogures griegos llevan mucha grasa, los que tienen trozos de fruta parecen mejores pero presentan elevados niveles de azúcar (porque esta sirve de conservante), los enriquecidos en proteínas - “que no hace falta porque el yogurt ya tiene” - necesitan más azúcar para corregir ese extra de amargura...
Aún así, es importante no demonizar ningún elemento: “Nuestro organismo trabaja con azúcar” puntualizan ambos expertos. “Podemos y debemos consumirlo, pero con moderación y, sobre todo, de forma consciente.”
Para ser lo que comemos debemos saber lo que comemos.
Kétchup
Las botellas de esta salsa de tomate tan popular pueden llegar a tener un 50% de azúcar. Mientras que las salsas de tomate lo usan para corregir la acidez, aquí es un ingrediente más
Fiambres
Por ley, un embutido de pavo, por ejemplo, debe llevar al menos un 50% de carne real. El resto se compone prácticamente de conservantes y, sí, mucho azúcar
Pan de molde
Para hacer su miga untuosa, llevan grasa. Y para ayudar a la fermentación y, por tanto, aumentar el volumen, necesitan una gran cantidad de azúcar
Yogurt con trozos de frutas
Hay diferentes yogures y diferentes niveles de azúcares. Los que tienen trozos de fruta, sorprendentemente, tienen todavía más: la usan para conservar esos trocitos
Refrescos
No es ninguna novedad, pero las bebidas energéticas o refrescos tienen tanta cantidad de azúcar que una sola lata ya cubre la ingesta diaria recomendada para un adulto