El frío ha sido el protagonista de estas últimas semanas. Las temperaturas, gélidas incluso para esta época del año, han hecho bajar los mercurios por debajo de los cero grados en buena parte de la comunidad. Y todo esto en un contexto en el que se apela al sentido común y a un pequeño esfuerzo extra para ahorrar energía.
Cuando ya nos habíamos librado de las medidas Covid que implicaban dar clase con las ventanas abiertas, llegan los desorbitados precios de la luz que siguen suponiendo un importante sobrecoste para que los centros puedan mantener las aulas a una temperatura adecuada.
La universidad de Vigo ha sido pionera a la hora de establecer unos límites de consumo, incluidos dentro de su Plan de Sostenibilidad. Desde octubre declaró la prohibición de utilizar calefactores individuales dentro de las instalaciones, y ha limitado las temperaturas y el horario de encendido de la calefacción central.
En los campus de la Universidad de Vigo
Así, se establecen estas normas en todos los campus de la UVigo, que solo podrán disponer de calor artificial los días en los que la temperatura exterior sea inferior a 18º, y la interior no supere los 12.
De esta forma, se instaura un horario de uso para la calefacción central: desde las 7h de la mañana a las 12 del mediodía. Permanecen apagadas hasta las 15h, que se encienden de nuevo hasta las 19h, con un máximo de 19 grados. Asimismo, está siempre apagada los fines de semana y en las zonas de paso (entradas, pasillos...).
Esta norma no afecta a los laboratorios y animalarios que necesiten una temperatura concreta para asegurar un trabajo correcto.
En los centros de primaria y secundaria
En las escuelas, la decisión queda supeditada a cada claustro y dirección. Algunas continúan manteniendo la calefacción, otras utilizan mantas y métodos más tradicionales, pero la gran mayoría hacen malabrares para aguantar el calor el mayor tiempo posible sin necesidad de encender los calefactores.
Noelia Pérez, del CEIP San Salvador, en Teis, nos cuenta que en su centro, situado en una zona elevada y ya de por sí bastante fría, intentan mantener las aulas a unos 20 grados. “La calefacción se enciende sobre las ocho y media y se apaga a las 11:15h. Lo diferente a lo que hacíamos antes es reducir el tiempo que está encendida, que ahora es mucho menos, y tratamos de no abrir tanto las puertas y ventanas,para conservar al máximo el calor de las clases...”
A pesar de todos los esfuerzos, nos cuenta que el gasto en energía del colegio está siendo desmesurado. “Ha aumentado sobradamente respecto a años anteriores, se ha más que duplicado. Pero ante todo lo principal es que los niños y niñas estén siempre a una buena temperatura” continúa.
Donde más se nota es en las clases que solo funcionan de forma esporádica “como por ejemplo el aula de inglés o la de música. Cuando llegamos, tanto alumnos como profes, está muchomás fría, al no haber estado ocupada, y cuesta entrar en calor”.
Algo parecido sucede en el CEIP da Cruz-Budiño, en Porriño, también situado en una zona en la que reina en frío: “Non podemos concretar a temperatura dentro das aulas, xa que non temos medidores, pero podemos confirmar qu no exterior temos chegado con 0º ou -1º, as 08:15 da mañá cando entramos ao centro, polo que nas clases, a esas horas, xa está funcionando a calefacción”.
En el caso de esta escuela, las mejoras en las infraestructuras han sido las principales garantías de temperatura respecto a la ola de frío, y nos confirman que, aunque si perciben una subida en el precio del gasoil, están gastando menos cantidad al contar con un mejor aislamiento que en años anteriores.
“Temos a caldeira a menor temperatura que outros anos, pero non é tanto polo aforro enerxetico (que tamén), senón que dende o curso pasado temos novos ventanales, que aislan moito mellor e que nos permiten ter as ventanas en oscilo, para as necesidades de ventilación, cousa que antes era impensable, cun aillamento moi malo”, terminan.
Así, los centros gallegos van sorteando las bajas temperaturas. Al fin y al cabo, la primavera está a la vuelta de la esquina y, hasta entonces, a los alumnos les toca abrigarse un poco más para entrar a clase. “Lo importante es que estén calentitos, ¡que no se nos congelen las ideas!”