CIENCIA PARA O DÍA A DÍA. O CSIC RESPONDE

Echa un vistazo a los archivos...¡de los peces!

Estos animales acuáticos guardan en su interior una especie de datos que permiten a los investigadores estudiar su historia completa

Corte transversal de otolito de bacalao atlántico donde se identifican los anillos de crecimiento anual.

Corte transversal de otolito de bacalao atlántico donde se identifican los anillos de crecimiento anual. / Cedida

Rosario Domínguez-Petit*

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Esta sección de 'Ciencia para ou día a día' elabórase coa colaboración de persoal do CSIC a través dá Unidade de Cultura Científica CSIC-Galicia. Rosario Domínguez-Petit é Científica Titular no Centro Oceanográfico de Vigo (IEO, CSIC)

Sí, sí, como lo oyes, los peces tienen archivos biológicos en los que guardan información de muchas de las cosas que les han pasado en la vida. En concreto, acumulan esta información en las estructuras óseas como las vértebras y los otolitos, unos huesos que tienen en la cabeza, relacionados con el equilibrio, entre otras cosas. Estas estructuras crecen en forma de anillos, como los troncos de los árboles, y se pueden identificar tanto anillos anuales como diarios.

Contando los anillos anuales podemos saber cuántos años tiene el pez; pero, además, el grosor de estos anillos se relaciona directamente con el crecimiento del animal, es decir, anillos más gruesos indican que creció más ese año o día. De esta manera, podemos reconstruir cuánto y cómo creció un pez a lo largo de toda su vida. Y eso no es todo, al nacer, los peces crecen muy rápido porque toda la energía que ingieren la destinan a eso, sin embargo, una vez que alcanzan la madurez sexual, parte de la energía la dedican a la reproducción, y a partir de ese momento crecen más despacio. Midiendo los anillos anuales podemos detectar en qué momento se produjo ese cambio y saber a qué edad maduró el pez. Conocer este dato es fundamental para la gestión pesquera. Del mismo modo, la forma de estas piezas óseas nos sirve para saber a qué población pertenecen los animales y si están aislados de otras poblaciones de la misma especie, o lo que es lo mismo, nos permite conocer el grado de conectividad entre poblaciones, un factor fundamental para saber si una especie está en peligro de desaparecer o no. Y por si os parece poco, estas estructuras óseas acumulan minerales y elementos químicos durante su formación que son fiel reflejo del ambiente en el que estaban en ese momento, de manera que analizando la composición química de cada uno de los anillos con técnicas muy sofisticadas de microquímica, podemos saber a qué temperatura estuvieron cada año, por dónde se han movido o incluso si han estado expuestos a contaminantes en algún momento

Y lo más increíble de todo es que estás estructuras, en algunos ambientes como los muy fríos o con poco oxígeno, se conservan durante cientos y miles de años, de manera que podemos saber no sólo qué especies de peces había en el pasado y en qué cantidad, sino también cómo vivieron hace siglos. Se pueden recoger vértebras y otolitos de los depósitos sedimentarios. En el fondo del mar se van depositando los restos de los animales que mueren y se van cubriendo de arena, así, poco a poco se van formando capas y capas (estratos) de sedimentos con restos biológicos, como si fuera una torre de tortitas, cada una puesta en la torre en un periodo diferente y en cada capa tuviéramos ingredientes distintos. Para saber qué hay en estas capas se clavan unos tubos muy largos, llamados testigos, en el fondo marino y se separan cada una de las capas de sedimento (las tortitas), se recogen las muestras de vértebras y otolitos y se analizan. Se calcula cuándo se formó cada estrato y así sabemos en qué época vivieron los peces cuyos restos óseos hemos recogido, y analizando las muestras tomadas sabremos cómo crecieron, a qué edad maduraron, cuántas poblaciones había o qué temperatura tenía el agua en las diferentes épocas. ¡Es cómo viajar en el tiempo! A veces también se utilizan restos encontrados en excavaciones arqueológicas, aunque en esos casos es más difícil saber de dónde vienen los individuos y complica un poco la interpretación de los resultados. La ciencia que estudia estas muestras del pasado es la Paleobiología y gracias a la inteligencia artificial y a los modernos programas informáticos, ha avanzado mucho en los últimos años; porque ahora estos análisis son mucho más fáciles y rápidos que antes, pero aún así, llevan mucho tiempo y requieren personal bien entrenado.

Pues ya veis, los peces no lo saben, pero tienen un auténtico archivo de su vida dentro del cuerpo; una gran suerte para los investigadores que no tenemos forma de seguir por el ancho mar a cada uno de los peces que estudiamos a lo largo de su existencia