El asunto del pañal vuelve a las aulas de Infantil cada septiembre, con la llamada del “se ha hecho pis, ¿puedes venir a cambiarlo?” como símbolo inconfundible de una situación que genera debate entre docentes, altera la conciliación de las familias y, sobre todo, interfiere con un momento clave en el proceso de desarrollo del alumnado; todo ello sin que ninguna ley educativa parezca referirse de forma explícita al control de esfínteres. 

Lo primero es preguntarse qué es lo mejor para el niño y, en este sentido, las principales asociaciones médicas del país coinciden en que puede resultar contraproducente forzar la retirada del pañal antes de que el niño esté preparado, algo que suele ocurrir entre los 24 y los 32 meses de edad, pero que “depende de cada niño” — De hecho, la AEpap nos dice que “si un niño no controla los esfínteres a los 3 años no pasa nada porque se considera “normal” hasta los 5”—.

Así nos lo confirma también la pediatra gallega Clara González, a quien llamamos para preguntar por el momento idóneo para despedirse de esta prenda: “A veces, las familias quieren adelantarlo porque llega el verano, viene un hermanito o empiezan la escuela, pero no es algo que pueda decidirse porque ‘nos venga bien en ese momento’”, explica y concreta: “Depende del proceso de maduración del niño y lo ideal es que se produzca en un momento de estabilidad emocional, en el que no haya un motivo de estrés extra. Forzarlos o reñirles puede causar conductas inapropiadas, con niños que se escondan para hacer sus necesidades o que incluso las retengan”.

Desde el punto de vista pediátrico y de neurodesarrollo: no, no parece que tenga mucha lógica que los niños estén obligados a empezar 4º de Infantil sin pañal”, añade la experta y el interrogante que llega entonces inmediatamente después es: ¿Sobre quién debería recaer la tarea de cambiarles? 

Ni está entre sus funciones, ni los ratios lo permiten 

“¿Dónde pone que el profesor no puede cambiar a un niño?”, preguntará un maestro; “¿y donde pone que sí puede?”, le responderá otro. Una conversación tipo que ilustra las diferencias que existen a este respecto y es que, nos dice la maestra de Infantil Ana Bélen Pérez: “Puedes hablar con profesores de diferentes coles y cada uno se referirá a la situación específica de su centro. Nosotros sí cambiamos a los niños si se hacen pis, pero en muchos otros no. Ni en la ley ni en el currículum se hace una alusión explícita”.

Lo que dice la Lomloe es: “En ambos ciclos (...)se atenderá progresivamente a (...) los hábitos de control corporal (y) se facilitará que (...) adquieran autonomía personal” y es, por tanto, en el reglamento orgánico (ROC) donde cada centro parece fijar su política al respecto. En la mayor parte, las familias se encuentran con que los niños no pueden empezar Infantil con pañal — a excepción de aquellos que cuenten con un problema médico o necesidades especiales, a los que se les asignará un cuidador/a—; tampoco les cambiarán si se hacen pis. 

Las razones que más se repiten a la hora de argumentar esta decisión son: en primer lugar, que cambiar pañales no está recogido entre las funciones del profesor de Infantil; dos, que un docente no puede dejar un aula de 25 alumnos sola para atender a uno; y tres: que puede llegar a interferir con la protección sexual del menor.

Auxiliares en todos los centros y mucha comunicación

¿Cuál puede ser entonces la solución que permita evitar situaciones surrealistas, pero reales, como el hecho de que un niño decida hacerse pis todos los días porque ha aprendido que, si lo hace, su familia irá a buscarle a clase? No parece que depender de que el profesor “se enrolle” resulte la mejor opción ni para las familias, ni para el propio claustro docente, en muchas ocasiones sin tiempo ni recursos para ello, y entre quienes hay opiniones diversas: hay quien preferiría estar autorizado a cambiarles y quien no lo ve igual.En lo que sí parece haber consenso, en cualquier caso, es en el hecho de que la incorporación de un técnico auxiliar destinado a esta tarea solventaría la problemática; permitiría una adaptación mucho más sana a los pequeños; y posibilitaría que el colegio respetarse el ritmo de cada uno; sobre todo durante los primeros meses cuando, incluso aquellos niños que ya tienen el control de esfínteres adquirido, pueden experimentar retrocesos al verse en un nuevo entorno: el “cole de mayores”, profes que no conocen…, y donde entran en juego factores como la confianza y el apego. 

Mientras tanto, centros y familias buscan remedios en el corto plazo: en buena parte de los primeros, se pide a los alumnos contar con una muda en sus casilleros para que ellos mismos puedan cambiarse; entre las segundas, son muchas las que se organizan para contratar de forma conjunta a una persona externa que acuda al centro a cambiar o a recoger al niño.  

Otra de las claves fundamentales a las que se apunta tanto desde el punto de vista médico como didáctico es a la comunicación fluida entre familias y docentes para trabajar juntos: “Sabemos que nadie nació aprendido y tratamos de adaptarnos a los ritmos de cada uno, pero llega una cierta edad en la que es bueno para la autonomía del niño y debe de darse ese paso si está preparado”, comparte su visión como maestra Ana Belén Pérez. 

El pañal en el cole, según la AEpap 

 “La edad ideal para dejar los pañales no es la misma para todos los niños. Lo mejor es respetar el ritmo y maduración de cada uno”. En “¿Cómo y cuándo quitamos el pañal en la escuela?”, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEpap) recoge una serie de nociones útiles para familias y docentes:

- ¿Qué señales pueden indicar que un niño está preparado?

Observamos que tiene una coordinación motora suficiente y que ha adquirido la capacidad de obedecer órdenes, además vemos que empieza a controlar la vejiga y que mantiene el pañal seco durante más tiempo, unas dos o tres horas.

- ¿Qué podemos hacer con los niños más mayores, a partir de los 2 años?

Aplicaremos estrategias de anticipación de conductas: le recordamos si quiere ir al baño o le preguntamos si sus muñecos tienen ganas. Leeremos cuentos y láminas de niños que vayan al baño y avisen antes de ir. Alabaremos en todo momento con palabras, abrazos, frases positivas… sus esfuerzos por aprender y compartiremos con las familias las pautas que seguimos para que sean similares en el domicilio. 

- ¿Qué es lo que no hay que hacer?

No hay que forzar el control antes de que el niño esté maduro. Es mejor retrasar el aprendizaje si estas habilidades aparecen más tarde o si es un momento de cambios. Cuando el niño se haga pis o caca encima, no nos enfadaremos ni le gritaremos.