¿Por qué se oye tanto hablar de altas capacidades?¿Qué ha pasado con el término “superdotado”?

El Ministerio de Educación acaba de publicar los datos de apoyo específico a los alumnos con necesidades especiales durante el curso 2020/21, una cifra que aumenta con respecto al año anterior y que, en el caso concreto de las altas capacidades, representa un 7,9% de las ayudas, pero, ¿es suficiente?

Los expertos creen que un 10% del del estudiantado presenta velocidades de aprendizaje que se alejan de su grupo de edad. “Esto significa que, si tenemos identificados a 41 mil alumnos con altas capacidades, la cifra real abarca entre 800 mil y más de 1 millón”, traduce Javier Tourón, catedrático emérito de la Universidad de La Rioja y experto en aprendizaje.

Opina así que, aunque los refuerzos ofrecidos a estos alumnos varían desde la adaptación curricular hasta la creación de programas específicos, “la situación sigue siendo extraordinariamente deficiente”, y afirma que solo se resolverá “cuando se venzan muchos estereotipos y se acepte que las escuelas tienen que evaluar las necesidades de todos sus alumnos de manera periódica. ¿Cómo si no va a adaptarse la enseñanza a las necesidades de estos?”

Preguntado por el origen del término y su presencia cada vez mayor en las conversaciones de familias y docentes, el experto nos cuenta que “es importante entender que los alumnos no “son” de alta capacidad, sino que “tienen” alta capacidad, y en grados muy diversos”, por lo que “superdotado” es un término que no se ajusta en absoluto a la realidad de estos niños y jóvenes. Mucho mejor, nos dice, hablar de trabajo y talento; y, más aún, recordar que la detección es imprescindible para poder estimular el desarrollo del mismo: “Una cosa es tener un elevado razonamiento y otra muy distinta dominar la geometría euclídea”, ejemplifica e insiste: “Detectarlo es fácil e imprescindible. Existen herramientas adecuadas y sencillas, solo falta aplicar la voluntad de hacerlo”.

Para conseguirlo, “no es preciso crear escuelas especiales de altas capacidades, hace falta hacer especial la escuela que tenemos, para que cada alumno desarrolle su potencial de manera óptima. El éxito de la escuela está en promover las diferencias, no en igualar a los alumnos que son diferentes”.

La clave es, por tanto, conseguir una enseñanza y una escuela cada vez más personalizada: “Se lo pedimos a cualquier artículo del mercado. ¿Cómo no hacerlo en la educación, que es lo más personal que hay?”