Antes de la pandemia los adolescentes contemporáneos ya parecían vivir en un escenario postapocalíptico en el que ellos representan la nueva normalidad social. Atrapados en una etapa que en otro tiempo era de tránsito, la salida de la adolescencia se ha convertido en una nueva Ítaca. El trabajo con el adolescente contemporáneo se nos presenta como un gran desafío y un enigma por resolver, como comentan los autores del libro "Ser adolescente: ¿transición o destino?", Ricardo Fandiño y Vanessa Rodríguez. Fandiño es coordinador xeral de ASEIA (Asociación para a Saúde Emocional na Infancia e na Adolescencia), doctor y psicólogo clínico y Rodríguez es psicóloga, psicopedagoga y sexóloga. Han publicado varios libros.

-Explican que ya antes de la pandemia se observaban cambios en las características de la adolescencia. Las tecnologías parecían ya haber mudado ciertas formas de proceder a estas edades. ¿Por qué?

Vanessa: Es importante no perder de vista que nos hallamos ante una generación de jóvenes que han aprendido a relacionarse en internet y que su adolescencia ha llegado en un contexto en el que internet siempre ha formado parte de sus vidas. Las redes sociales general un espacio comunicacional donde lo que prima es la imagen frente a la palabra y donde es mucho más fácil atreverse a decir ciertas cosas o desaparecer de una conversación cuando no nos sentimos cómodos en ella. Desde aquí, aparece una ausencia de lo corpóreo y de la interpelación que sentimos a nosotros cuando nos hallamos ante la presencia de un “otro”.

Ricardo: Es cierto que la capacidad de inmersión digital de los adolescentes es muy alta. De hecho, la digitalización de la vida cotidiana pasó en semanas de ser un riesgo para la salud a una recomendación sanitaria que nos aliviaba del distanciamiento social necesario para el abordaje de la pandemia. Ese mensaje contradictorio en el que hemos caído, de forma tal vez inevitable, ha generado mucha confusión entre los adolescentes.

Por otra parte cuando hablamos de cambios antes de la pandemia no nos referimos solo a la esfera de lo digital, que también. Ha cambiado la configuración y funcionalidad de las familias, ha emergido con fuerza el feminismo y el interés por la diversidad sexual, ocupan una mayor centralidad social convirtiéndose su ocio, sus intereses e incluso sus cuerpos en un elemento de fuerte modelaje incluso para los propios adultos…

-¿En qué puntos clave cambian las tecnologías a un adolescente, o a su evolución en la propia etapa de adolescente?

Vanessa: Como sabemos, la adolescencia en un momento clave para la construcción de la identidad y en este sentido, la emergencia de lo virtual introduce aspectos diferenciales. La construcción de la identidad se desarrolla con relación a los otros, a lo que estos nos devuelven de nosotros mismos. En un mundo virtual, donde la representación es más fácil de poner en práctica, nos podemos encontrar con la paradoja de relación entre un supuesto yo y un supuesto tú, la confusión puede cobrar un protagonismo manifiesto. Además, se observa que existe un cambio en la comprensión de los espacios de intimidad y una pérdida de valor entre lo privado y lo público. En este sentido, aparece cierta exhibición virtual que no se lleva a cabo en lo real.

Ricardo: Por otra parte, el mundo virtual se caracteriza por la inmediatez. En una edad en el que la tolerancia a la frustración, a la espera, tiende a ser baja, lo virtual aparece como un mundo mágico donde las respuestas llegan de inmediato, pero esto va unido también a una gran exigencia de “estar”. En lo virtual sienten que no se pueden perder nada, porque continuamente están pasando cosas. De ahí que para un adolescente la pérdida de contacto virtual sea en estos momentos muy doloroso, porque se sienten desconectados de una realidad que se les escapa por momentos.

-¿Y como puede afectar a su futuro?

Vanessa: No podemos considerar las nuevas tecnologías como un elemento aislado, el cómo pueda afectar en el desarrollo de cada adolescente siempre va a estar en relación con otros aspectos. Lo importante es que los adultos los acompañemos y sirvamos de guía en su transitar por el mundo virtual, otorgando protagonismo a lo emocional, experiencial y vivencial en dicho transitar.

Ricardo: En estos momentos no podemos plantearnos un mundo en el que internet no juegue un papel central en la vida, y parece que va a ser creciente. Los adolescentes representan en estos momentos una mutación de lo humano ya que lo tecnológico se ha integrado en nuestra propia identidad. De hecho para los adolescentes contemporáneos no hay un dentro y un fuera de internet, un on-line y un off-line, sino que internet es una dimensión más de la existencia.

-¿Cuáles son las principales dificultades?

Vanessa: Una de las posibles dificultades sería que los adultos no nos sintamos con la consistencia suficiente para realizar un acompañamiento en un mundo del que no somos nativos. Se trataría de intentar disminuir la brecha entre ellos (nativos digitales) y nosotros y para ello, la prohibición como mecanismo de control pierde efectividad y debemos entender que el control, en el sentido de educar, aparece a través de nuestra presencia y acompañamiento.

Ricardo: Que el cuerpo quede desplazado como lugar de la experiencia y con ello lo sensorial. Que la tecnología los individualice pasando de relaciones conjuntivas a meramente conectivas. No es lo mismo estar conectados que estar juntos. Son aspectos en los que tenemos que trabajar mucho, que educar de forma consistente, pero no solo a los adolescentes, también a los adultos.

-¿Y qué deben o debemos entender los mayores para tratar con ellos y ellas e intentar llevar mejor en los hogares esta etapa? ¿ Y que ellos se sientan bien, claro?

Vanessa: Algo importante es tener en cuenta que la adolescencia es una etapa más, es momento complejo, pero no por ello debemos enfrentarnos al mismo desde el estigma y el miedo. Una de las cosas más importantes es abrir espacios de comunicación en la familia, donde el adolescente sienta que se le escucha y que lo que dice tiene un valor.

Ricardo: Otra cosa importante es que integremos el error. Los adolescentes se deben equivocar dentro de su proceso de aprendizaje y maduración. Transgrederán límites como forma de saber cual es la diferencia entre vivir dentro de un orden determinado y fuera del mismo. Y es deseable que exista una tensión intergeneracional en la que tenemos que mantener una visión esperanzada y no estigmatizante.

-Porque es muy difícil que ellos/as se sientan comprendidos a esas etapas, ¿verdad?

Vanessa: Es un momento es el que se produce un desplazamiento de la vida familiar a una vida social en la que los iguales alcanzan una gran relevancia. Desde aquí, para ellos puede tener un mayor valor aparente lo que le dicen sus iguales, por ello cobra gran relevancia el abrir espacios comunicativos familiares a los que hacíamos referencia anteriormente. Si se sienten escuchados en el seno familiar, para ellos puede ser más fácil también tener en cuenta lo que se les dice en este mismo espacio.

Ricardo: Es que el ser comprendidos les genera mucha ambivalencia. Por una parte, quieren ser escuchados y aceptados, pero en paralelo quieren ser diferentes y “crípticos” para los adultos. Tenemos que ser capaces de vivir con ese “sí pero no” característico de una etapa de crisis, entendiendo esta como necesaria en el proceso de pasar de la infancia a la adultez. Con el paso de los años y en una maduración saludable se les van comprendiendo mejor, porque ellos se entienden también mejor a si mismos, y entonces pueden explicarse de una forma más clara.

-Y llegó la pandemia y con ella más dificultades a estas edades.

Vanessa: Evidentemente, la pandemia con sus restricciones sociales puede tener un mayor impacto en una etapa en donde la relación entre iguales es algo fundamental para su desarrollo. En mi opinión, las regulaciones derivadas de la pandemia han estado centradas en un cuidado de la salud física, relegando a un segundo plano la salud emocional y obviando que amabas (la física y emocional) se relacionan e influyen respectivamente.

Ricardo: Sobre todo porque el distanciamiento social que hemos tenido que asumir en sus diferentes formas, es muy determinante en una edad donde lo social es un elemento central. Se ha abierto además una realidad que me parece preocupante que es la de la un replanteamiento de la presencialidad en la docencia. Ha crecido el número de adolescentes que no van a sus clases, incluso en edad de enseñanza obligatoria, y se quedan aislados en sus domicilios. Los llamados hikikomoris de Japón, empiezan a aparecer también en nuestra sociedad y esa realidad aumentará si no trabajamos sobre ella.

-¿Cómo está afectando la pandemia a los adolescentes y cómo podemos solucionarlo?

Vanessa: la verdad es que no me atrevería a dar una solución, pero una de las cosas que podemos realizar como adultos es dejar de estigmatizar a los adolescentes. Se ha puesto el foco en los mismos como si ellos fuesen los que más se saltasen las restricciones o como si el peso de la salud de todos recayese en su comportamiento. En cambio, no paramos de ver adultos (entre ellos cargos políticos encargados de dictar la propia normativa) saltándose las restricciones, pero no se señala a este grupo etario ni se estigmatiza.

Ricardo: Se habla mucho del aumento de problemáticas de salud mental en la adolescencia. Este incremento ya se daba previamente a la pandemia pero ahora parece ser exponencial. Además de subir el ratio de profesionales dedicados a estas problemáticas necesitamos mayor especialización de los mismos y una perspectiva del trabajo comunitaria, con especial atención a la prevención y al establecimiento de redes de trabajo entre salud mental, educación, servicios sociales y el mundo de la familia.

-Es como si se hubiese parado el mundo para ellos, con la necesidad de salir y de relacionarse que hay a esas edades?

Vanessa: Lo positivo es que su capacidad de inmersión en internet les ha permitido salvar de cierta forma la falta de relación presencial a través de la virtual. Lo que antes podía parecer un peligro, durante la pandemia ha servido de amortiguador en lo relacional. Pero no debemos olvidar que lo presencial y lo corporal forman parte un desarrollo saludable y que como adultos, debemos tener en cuenta este aspecto y hacernos cargo de sus necesidades.

Ricardo: Lo peor es la incertidumbre en la que se han visto envueltos y el mensaje continuado que reciben de una perspectiva de futuro negativa. Esa vivencia de desesperanza les genera mucho malestar a nivel emocional. Ese mensaje continuado de que van a vivir peor que nosotros es muy dañino, porque realmente van a vivir de un modo diferente a nosotros, adaptándose a los cambios que se están dando.

-Entiendo que en otras etapas de cambios sociales la adolescencia también sufrió la necesidad de adaptarse a las nuevas realidades, siendo una etapa difícil porque ya de por sí se está contruyendo la identidad, descubriendo el mundo, etc…

Vanessa: Efectivamente, la adolescencia es una etapa de muchos cambios y duelos (duelo por la infancia que se va, por un cuerpo infantil que ahora se encuentra en continuo cambio y duelo por la pérdida de los padres idealizados que se suele tener en la infancia). Estos duelos también son vividos por las madres y padres, por lo que es toda la familia la que ha de evolucionar y realizar transformaciones. Los comportamientos de los adolescentes están en relación constante con los flujos y movimientos generados en las familias y en el propio contexto.

Ricardo: Es importante que contextualicemos la adolescencia y la entendamos desde una perspectiva bio-psico-social. La adolescencia es por definición etapa de crisis y cambio y en estos momentos se superpone con grandes cambios a nivel social. De este modo el proceso de adaptación es doble. Pero creo que debemos mirarlos con ilusión y esperanza en la confianza de que ellos pueden construir un mundo mejor. Los adolescentes de hoy son muy creativos e interpretan la realidad en que vivimos de manera muy certera.

Presentación del libro.