Pensemos en el mar. Y ahora pensemos en nuestras increíbles rías gallegas. Imaginémonos buceando o a bordo de un submarino, observando un banco de peces, por ejemplo, de sardinas.

La mayoría de los peces, como otros animales marinos, nacen de un huevo tras una fecundación que denominamos externa, porque el macho y la hembra liberan sus gametos (espermatozoides y óvulos) al medio marino y es en el agua donde se produce esta fecundación. Tras ella, el pez se va desarrollando dentro del huevo, hasta que llega el momento de salir (la eclosión).

Pensemos ahora en el nacimiento de otro animal, como un perro, un elefante o incluso el ser humano. El animal que nace de su madre, el bebé, la cría o el cachorro, es exactamente igual al animal adulto del que procede. Igual en su apariencia externa, su morfología, e igual en su anatomía interna. En estos animales las únicas diferencias entre la cría y sus madres/padres son el tamaño y su estado de madurez. Sin embargo, no ocurre lo mismo con muchos peces.

La cría es muy diferente al adulto

En muchos grupos de animales marinos la cría que eclosiona del huevo es muy diferente al animal adulto en que se convertirá. Por este motivo a estas crías recién eclosionadas, muy diferentes de sus progenitores, se les llama larvas. Una larva necesitará pasar por un proceso de metamorfosis (cambio) para llegar a convertirse en el animal adulto. La palabra metamorfosis proviene del griego meta-morfé, que significa “alteración de la forma”, por tanto, después de esta metamorfosis, dejan su forma anterior, la larva, para pasar a ser un juvenil, más parecido ya a sus madres/padres. En el medio terrestre también pasan por una metamorfosis las orugas para convertirse en mariposa, o los renacuajos para llegar a ser ranas.

Imaginemos a una sardina

Las larvas que eclosionan del huevo nacen sin todas esas aletas que caracterizan a los peces, tienen que pasar por esa metamorfosis de la que hablamos para convertirse en el pez que conocemos. Los peces, en su mayoría, al igual que el resto de los vertebrados, presentan simetría bilateral, es decir, que el cuerpo del organismo se divide en dos mitades idénticas.

¿Cómo son los peces planos al principio?

En el caso de los peces planos podemos plantearnos la pregunta de si nacen ya planos y viviendo sobre el fondo. Lo más curioso de los peces como el rodaballo o el lenguado, es que al principio de su vida no son planos. ¡Estos peces sufren un cambio radical! Nacen del huevo siendo larvas y muy diferentes al pez adulto, con un ojo a cada lado del cuerpo, y nadando en posición vertical en las corrientes. Es después de la metamorfosis cuando estas larvas cambian bruscamente. Pasan de formar parte del plancton a vivir sobre el fondo, lo que conocemos como hábitat bentónico, y pasan de tener un ojo a cada lado del cuerpo cuando son larvas, a tener los dos ojos en el mismo lado cuando son juveniles.

Es como si a un pez similar a una sardina le pasásemos un rodillo de cocina por encima, para aplanarlo. Pero en la realidad es mucho más complicado. En la metamorfosis las larvas de estos peces se van inclinando gradualmente hacia un lado, imaginemos que hacia el lado izquierdo, es como que todo el cuerpo le gira, y, al girarle la cabeza, la boca también se posiciona hacia ese lado, el izquierdo. Al girarse hacia un lado, uno de los ojos le quedaría contra el fondo y sería “inservible” por lo que el ojo de la parte inferior, la derecha, se mueve hacia la parte superior (la izquierda), quedando un lado “ciego” que progresivamente irá aplanándose más y perdiendo su pigmentación, y quedando el lado superior con la boca de lado y con los dos ojos. Este proceso se conoce como la migración del ojo en los peces planos.

Al cambiar de su vida planctónica, en suspensión en el agua llevados por las corrientes, a vida bentónica, vivir sobre el fondo, parte de su anatomía también tiene que cambiar. Por ejemplo, la vejiga natatoria, que les sirve a los peces para ascender y descender del fondo a la superficie y de ésta al fondo, desaparece, al no tener que utilizarla en su nuevo hábitat, y algunas de sus aletas se alargan. Además, el proceso de migración del ojo conlleva una modificación de los huesos del cráneo. ¡La naturaleza no para de sorprendernos!

La investigadora Lara García Alves.

Las larvas del rodaballo...

Pensemos ahora en el rodaballo. Las larvas de rodaballo miden al nacer unos 3 milímetros de largo. Cuando tienen 15 días de vida miden 7 milímetros y comienza su metamorfosis, iniciándose la forma plana y la migración del ojo derecho al lado izquierdo. A los 30 días de nacer, midiendo 15-20 milímetros, la migración del ojo se ha completado y la larva comienza a hacerse bentónica, es decir, comienza a irse hacia el fondo. La metamorfosis finaliza entre los 40-50 días de vida. Ya en el fondo y con su forma plana, solo tendrá que crecer y madurar para llegar a ser el rodaballo que conocemos. Podemos ahora pensar hacia qué lado tiene la boca el rodaballo. Como tiene la boca abierta hacia el lado izquierdo, quiere decir que el ojo que le ha migrado, el que se ha movido, fue el derecho. Imaginemos ahora que tenemos un lenguado enfrente de nosotros. Si observamos con atención, podemos darnos cuenta de que la boca del lenguado se encuentra en su lado derecho, por lo que el ojo que le ha migrado ha sido el izquierdo. Otros peces planos que quizás conozcamos son el rapante o meiga, y la solla. En el caso del rapante, la boca está en su lado izquierdo, igual que el rodaballo, y en el caso de la solla la boca está en su lado derecho, como en el lenguado.

Metamorfosis, momento complicado...

El proceso de metamorfosis, en el que estos peces se aplanan, es un momento complicado. Las larvas, justo antes de la metamorfosis, necesitan sentirse a gusto (temperatura y oxígeno adecuados) y con alimento suficiente que les dé energía para todo el proceso. En acuicultura, todas aquellas larvas que no completan el proceso de migración del ojo son eliminadas del cultivo, puesto que un animal con un ojo “a medio camino entre un lado y el otro” puede provocar rechazo entre los consumidores, al creer erróneamente que son malformaciones por el uso de fármacos u otras sustancias en el cultivo. Pero si lo que tenemos delante son peces planos salvajes, que provienen de su medio natural, podemos encontrarnos con algunas excepciones y con algún ojo que no ha completado esta migración. Y no pasa nada, el pez estará igual de rico. Simplemente sus condiciones no eran las mejores en el momento de su metamorfosis. A partir de ahora, mirando a los ojos de un pez plano y observando esa sonrisa de medio lado, ¿seremos capaces de distinguir qué ojo es el que se ha movido del lugar original?