El cyberbullying, acoso a través de las redes sociales, ha aumentado en esta etapa COVID y son muy pocos los que saben cómo gestionar este problema para no sufrir las consecuencias. Este fenómeno creció durante la pandemia. ¿Por qué? Porque con el confinamiento y post-confinamiento los niños/as, adolescentes y jóvenes pasaron mucho tiempo con clases en casa y, en general, mucho tiempo delante de las pantallas. Durante las cuarentenas, parte del entretenimiento y actividades de ocio se realizan online.

Tener más tiempo digital de ocio sumado al estrés, que aumentó debido a la crisis sanitaria, puede hacer que las personas se vuelvan más hostiles. Un estudio elaborado por L1ght detectó un 40 % de incremento en la toxicidad en plataformas de juegos populares, como Discord. Además, debido a un mayor número de personas en línea, existen muchos más posibles agresores y víctimas potenciales.

En Progrentis, una plataforma de contenido educativo y destrezas digitales que desarrollan el pensamiento creativo, han desarrollado un proyecto para combatir este tema: “Ciudadanía digital: plántale cara al cyberbullying”, como indica el docente Manel Rives. Se puede descargar a través de www.progrentis.com: se trata de una guía para maestros para poder trabajar este tema con el alumnado. Está elaborado como ABP (aprendizaje basado en proyectos; una metodología que mediante la elaboración de proyectos que dan respuesta a problemas de la vida real permite que los estudiantes adquieran los conocimientos y competencias clave del siglo XXI).

Va dirigido a alumnos/as de entre 12 y 17 años para: comprender el concepto de cyberbullying o ciberacoso e identificar los riesgos asociados, así como mantener una actitud proactiva de rechazo y denuncia al cyberbullying, tanto en primera persona como en personas ajenas. Este proyecto incluye varias actividades.

Definición:

El cyberbullying puede definirse como “El daño intencional y repetido infligido por parte de un menor o grupo de menores hacia otro menor, mediante el uso de medios digitales”. Lleva añadidas las siguientes características:

  • Causa daño: La víctima sufre un deterioro de su autoestima y dignifidad personal que daña su estatus social y le provoca victimización psicológica, estrés emocional y rechazo social.
  • Es intencional: El comportamiento es deliberado, no accidental. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la intención de causar daño de modo explícito no siempre está presente en los inicios de la acción agresora.
  • Es repetido: No es un incidente aislado, sino que refleja un patrón de comportamiento. Conviene destacar que, por las características propias del medio en el que se desarrolla, una única acción por parte de un agresor puede suponer una experiencia de victimización prolongada para la víctima. Por ejemplo, la publicación de un vídeo humillante. Por tanto, aunque el efecto es repetido, la conducta del que agrede no tiene por qué serlo.
  • Medios digitales: El acoso se realiza a través de ordenadores, teléfonos y otros dispositivos digitales, lo que lo diferencia del acoso tradicional.

La prevención:

  • Hablar cotidianamente con los menores para saber qué aplicaciones, redes sociales y juegos utilizan; quiénes son sus amistades en línea y qué hacen en la red. Cuando sea necesario, supervisar su actividad con las herramientas de control parental y comentarlo. Se trata de preocuparse con naturalidad, como suele hacerse con su día a día en el centro educativo o en el parque, con los amigos. Además, podemos aprovechar las noticias en los medios de comunicación, películas, etc... para que nos hablen de los riesgos en internet y darles buenas prácticas.
  • Mantener con ellos una relación de confianza para que, en caso de problemas, acudan a sus padres u otros adultos de confianza sin miedo a las reacciones exageradas.
  • Potenciar sus habilidades sociales. también es fundamental el papel que juegan como testigos o espectadores, pues pueden reforzar el ciberacoso si comparten, dan “me gusta” a los mensajes o simplemente “miran para otro lado”, pero también pueden deternerlo si no se callan, si apoyan a la víctima y si alzan la voz contra el agresor denunciando el hecho ante un adulto responsable.
  • Cuidar la privacidad o gestionar los conflictos antes de que puedan convertirse en ciberacoso. Mantener la calma y no agrandarlos con reacciones exageradas (evitar insultos) ni con una actitud pasiva.
  • Estar atentos a cambios repentinos en los menores como brotes de agresividad o pasividad, reacciones exageradas ante una broma, cambios en las amistades, indiferencia en el uso de internet... Aunque los cambios forman parte de la adolescdencia, también nos pueden dar pistas sobre posibles problemas.

Y, ¿cómo actuar ante el ciberacoso?:

  • No contestar a provocaciones.
  • Si alguien te molesta, abandona la red. Pide ayuda a un adulto al que le tengas confianza. Si la amenaza es grave, pide ayuda con urgencia.
  • Si te acosan, guarda las pruebas. Informa o denuncia la situación de acoso a través del administrador del servicio web.
  • No te sientas culpable. Es quien te acosa quien está cometiendo un delito. Tú no tienes la culpa.

Imagen del trabajo de Progrentis.