España no jugaba tan bien desde la final de la Eurocopa de 2012 –el día del baile a Italia a Kiev– y, sin embargo, terminó el día llorando por la pena de verse fuera de una nueva final. En estos nueve años es verdad que ha conseguido victorias muy celebradas, pero en partidos de broma comparado con de lo ayer. En una cita de la máxima responsabilidad la España de Luis Enrique brilló como nunca. Por la importancia del duelo y por el rival que tenía enfrente. Desde el comienzo del torneo Italia era la selección de la Eurocopa. La que mejor había jugado, la más atractiva y divertida. Pero ayer el equipo de Mancini se sintió muy pequeño ante una versión mejorada de sí misma. Porque eso fue España. Intensa en la presión, dinámica con la pelota, atrevida todo el tiempo. Perdió en los penaltis después de un partido que jugó mejor pero en el que se vio penalizada por su escaso remate. Acertó Morata, pero la selección se dejó un puñado de ocasiones que marcan el destino de los equipos en los grandes torneos. Oyarzabal, Moreno, Olmo y el propio Morata enviaron al limbo sus oportunidades y dieron la razón a quienes denunciaban la principal carencia de este equipo. Llega un momento en el que la puntería es decisiva y España no la tuvo.

Guiño al pasado

Antes del ciclo victorioso (2008-2012) era un clásico del fútbol español irse de los torneos después de su mejor partido. Así han crecido generaciones enteras de aficionado de la selección: despidiendo al equipo cuando mejor había jugado y suspirando por “lo que podía haber sido”. La historia se ha vuelto a repetir. España se fue después de un torneo en el que los acontecimientos parecía que siempre se ponían de su parte. La suerte de otros momentos del torneo no existió en esta ocasión.

Sin referencia

Luis Enrique ha demostrado de largo ser uno de los entrenadores que más influyen en el partido con sus decisiones. Entiende así su profesión y justifica el dinero que cobra solo por las vueltas que le da a cada planteamiento. Ayer eligió como pieza esencial de su plan la figura del “falso delantero” y dejó en el banquillo a Morata y Gerard Moreno. Echó mano de Dani Olmo para jugar en una posición tramposa. Era centrocampista por momentos (para generar superioridad en el centro) y delantero otras. Esa decisión sacó a Italia de su plan. Ni Bonucci y Chiellini están programados para salir en exceso de su guaria en busca de la marca. Les gusta cazar en casa y eso permitió a Olmo disfrutar de una libertad y unos metros que fueron claves para que España llegase con facilidad al área italiana. El chico del Leipzig jugó un partido espléndido, fue decisivo en la jugada que acabó en el gol de Morata, pero dejó muestras sobradas de su talento.

Lo que te quitan, te lo dan

Sin embargo, Chiellini y Bonucci custodiaron de forma perfecta su portería. Le faltó precisamente a España ese punto de velocidad y acierto en los últimos veinte metros, una zona en la que la pareja de centrales italianos controlaron de forma abrumadora. Sin un muro con doble revestimiento. Siempre en el sitio. Ellos sostuvieron a Italia cuando se sintieron más agobiados por la presión y el empuje español. Solo se les puede achacar algo de responsabilidad (a todo el equipo) en la jugada que fabricó Morata para empatar el partido. La Italia de toda la vida no hubiera regalado esa autopista en un momento tan dramático como ese.

Busquets y pedri

Un abuso la pareja de medios que gobernaron el partido. Busquets sigue siendo el mejor mediocampista por metro cuadrado y Pedri, a sus 18 años, juega como si llevase una vida entera al lado de Busquets. Mérito suyo y también de su compañero. Lástima la diferencia de edad y que les queden pocos bailes juntos.

Cuando el rival corre

Desde el comienzo del torneo se ha visto que España sufre cuando el rival (independientemente de su nivel) es capaz de superar la primera línea de presión y puede correr. Isak hizo un incendio en dos jugadas, también Suiza, incluso Croacia. Estaba el partido tranquilo para España con Italia buscando siempre el espacio que había tras los centrales. Avisaron en ocasiones hasta que encontraron un gol en una jugada en la que a los centrales les faltó posicionamiento y contundencia. No es la primera vez.

Llega Morata

En esta historia apasionante en la que se ha convertido la Eurocopa encontró Morata otro momento de gloria. Una jugada excepcional en la que aprovechó la desaparición de la selección italiana que le facilitó el trabajo (más allá de la calidad de su resolución). Sucedió cuando Mancini había ajustado al equipo después de que Luis Enrique cambiase el plan con la entrada de Gerard Moreno y Morata. Pero Italia regaló lo que nunca hace y España empujó el partido a la prórroga que merecía de largo por lo que se había visto hasta ese momento.

Futuro

Le queda a España el consuelo de tener una selección joven y con un fuerte sentimiento de grupo. Es una base sólida sobre la que construir.