Acostumbrada a sonoros fracasos a lo largo de su historia, Inglaterra se asoma a una oportunidad única para cambiar su dinámica perdedora. La selección de Gareth Southgate ya fue semifinalista en el Mundial de Rusia, pero acabó cuarta. Ahora vuelve a colarse entre las cuatro mejores en una Eurocopa que jamás ha conquistado. Ni siquiera ha llegado a una final, un dato durísimo para una de las grandes selecciones del planeta. Ayer dejó fuera a Ucrania en cuartos con una goleada incontestable (0-4) y el próximo miércoles buscará ante Dinamarca su presencia en el duelo decisivo del 11 de julio en Londres.

En una Eurocopa con 11 sedes resulta chocante que un combinado pueda jugar seis de sus siete partidos en casa. Es el caso de Inglaterra, que ayer vivió su única salida con el pulso disputado en Roma. Solventada la prueba con matrícula de honor, los pross regresan a Wembley, donde esperan prolongar su marcha triunfal con el apoyo de 60.000 espectadores.

El contexto parece inmejorable para que los ingleses se conviertan al fin en campeones de Europa de selecciones. Lo tienen todo a favor, también su excelente equipo, que mezcla a la perfección la fortaleza física de jugadores como Stones, Maguirre o Rice con el talento de futbolistas como Mount, Sterling o Kane. Hasta tienen portero. Pickford sumó su quinto partido sin encajar, una auténtica proeza para un país gafado bajo palos.

Solo la presión puede suponer un problema para un conjunto que ha acusado el mal de altura en muchas de sus generaciones. La victoria en octavos ante Alemania, un rival históricamente demoledor para los pross, supuso un comprensible subidón para el bloque de Southgate. Ante Ucrania mantuvo su solvencia atrás, pero añadió también la voracidad en el ataque. Se le pedían goles a Inglaterra y en un partido marcaron los mismos que en el resto del torneo.

Ni cinco minutos tardó en adelantarse gracias a Harry Kane, que aprovechó un pase de Sterling para encarar la victoria. El gran objetivo de Guardiola para el City empezó dubitativo el torneo, pero ya ha recuperado su mejor versión.

Sin noticias de Yarmolenko, Ucrania apenas inquietó. Un tiro de Yaremckuk bien repelido por Pickford y un disparo lejano de Shaparenko fueron sus únicos acercamientos en la primera mitad. El desplome llegó en la reanudación. Dos cabezazos de Maguirre y Kane en cinco minutos dejaron sentenciado el choque. Southgate aprovechó para refrescar a sus hombres. Henderson, con otro testarazon, cerró el póquer de un equipo que se jugará el título ante su público, en su templo de Wembley.