Paró Unai, diseñó José Sambade, asesoró emocionalmente Valdés y sostuvo siempre Luis Enrique, quien confesó después que había asistido a “la tanda de penaltis más tranquila” de su vida. En cada penalti, y solo hubo cuatro porque Suiza, que había marcado los cinco a Francia en octavos de final, había un equipo detrás de las poderosas manos del guardameta de España. Unas manos que antes de cada disparo chequeaba la chuleta que ocultaba su toalla.

José Sambade, un gallego de A Coruña, estudioso del oficio de portero, es el nuevo entrenador que se trajo Luis Enrique en febrero de este año para suplir al histórico José Manuel Ochotorena. Valdés es el psicólogo que acompaña al asturiano desde hace años, tanto en Roma, Vigo o Barcelona. Y Unai es el cancerbero que escogió por delante de David De Gea, titularísimo en la Eurocopa de Francia-2016 y el Mundial-2018, a pesar de que el vasco era no hace tanto el cuarto en el Athletic por detrás de Kepa, Iago Herrerín y Remiro.

En cada penalti había un estudio exhaustivo de Sambade, que ejerció de preparador de porteros en el Deportivo durante más de una década (del 2000 al 2013), antes de irse a Turquía (Besiktas), viajar a los Emiratos Árabes (Baniyas) y cuyo último trabajo conocido antes de firmar por la selección fue en el Mónaco de Robert Moreno. Extremadamente analítico como siempre ha sido Unai, recopiló toda la información previa de Sambade, consciente de que España estaba en sus manos. Y no es ninguna exageración, más aún tras el penalti fallado por Busquets.

“Unai es un especialista, estaba muy tranquilo. Le he dicho que hiciera lo que sintiera. El mérito y la habilidad la tiene él, yo tenía la tranquilidad absoluta”, afirmó después Luis Enrique. No es la primera vez que el meta vasco usa una chuleta en una tanda. En un Betis-Athletic (cuartos de final de esta edición de la Copa del Rey), en el que también paró dos penaltis tras analizar, y con acierto, la información procesada antes por Aitor Iruarrizaga, el técnico de porteros de Marcelino.

“El entrenador de porteros me ha ayudado”, aseguró en San Petersburgo, feliz por seguir las indicaciones de Sambade que antes de la tanda le pasó todos los datos. De hecho, la función había comenzado mucho antes porque por la mañana estuvieron juntos viendo lanzamientos de todos los posibles lanzadores a los que podría recurrir Suiza en caso de que el partido tuviese que decidirse en la definitiva tanda. En el primero se tiró a su izquierda, pero Gavranovic lo engañó porque chutó a la derecha. Justo el paraíso que descubrió después. A su derecha, lanzó Schärr. Y paró Unai. A su derecha, lanzó luego Akanji. Y paró Unai. “Todos los porteros analizamos a los jugadores. No es un secreto. En las horas previas había visto los penaltis que había recopilado y se trataba de ir convencido a un lado”. Tan convencido fue a la derecha que detuvo dos de los cuatro. Y Vargas, impresionado por ver al gigante Unai, lo tiró a las nubes. Ni necesitó pararlo. “Esto no se entrena, es el don que tiene cada uno para la tranquilidad”.

Unai se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de lo que va de la Eurocopa porque ha tenido el papel estelar en los grandes episodios que ha firmado la selección. Ante Croacia cometió el grave error que puso el partido cuesta arriba y luego lo compensó con un par de paradas providenciales, especialmente las dos del comienzo de la prórroga cuando peor estaban las cosas para la selección de Luis Enrique. Sus manos fueron decisivas en ese instante clave. Y ya no se bajó del pedastal porque ante los suizos estuvo a buen nivel durante el partido, pero toda la gloria la reservaba en ese momento para la tanda de penaltis, donde bien respaldado consiguió dar la respuesta perfecta. Y todo sucede unas semanas después de que en el entorno de la selección una de las grandes dudas que había en el ambiente era saber quién iba a ser el portero titular de la selección española en la Eurocopa. Unai ganó aquel debate y el tiempo le está dando la razón a Luis Enrique.