Una final, un partido sin vuelta atrás. Esto es lo que se divisa en el estadio Hampden Park de Glasgow al que se aferran tanto Croacia como Escocia para intentar alargar su porvenir en la Eurocopa. Es la última oportunidad para el conjunto balcánico, hasta ahora lejos de las expectativas generadas por su condición de subcampeón del mundo. Y es, además, una ocasión única para Escocia, que por primera vez en la historia de la competición puede atravesar la fase de grupos de poder vencer. Las dudas invaden a Croacia. La euforia estimula a Escocia. Dos estados de ánimo generados por el distinto desempeño de ambos en lo que va de torneo. Mientras el cuadro de Zlatko Dalic no ha podido ni con Inglaterra ni con la República Checa, con la que empató a pesar de su vitola de favorito, el combinado escocés mostró buena imagen en su estreno y salió reforzado después del duelo contra el conjunto inglés donde empató 0-0.