Opinión | Ciencia portátil
Mujeres investigadoras 2025: Avances claros, desigualdades persistentes… y reconocimientos que marcan hitos

Dos científicas trabajando en un laboratorio. / S. MOREIRA / EFE
El Informe Mujeres Investigadoras 2025 del CSIC revela una realidad incómoda: las mujeres están más presentes que nunca en las etapas iniciales de la carrera científica, pero las barreras estructurales siguen impidiendo que ese talento alcance posiciones de máxima visibilidad. Y, mientras tanto, la reciente concesión de los Premios Nacionales de Investigación 2025 aporta señales alentadoras: por primera vez, una mujer ha sido galardonada con el Premio «Enrique Moles», en el ámbito de la química, en toda la historia de estos reconocimientos.
El embudo profesional se intensifica con la edad
Las cifras del CSIC muestran un patrón persistente. En la fase predoctoral, la paridad está prácticamente lograda: más de la mitad del personal es femenino. Pero ese equilibrio se va desmoronando escalón a escalón. Solo un 26 % de las Profesoras de Investigación (la categoría más alta en el CSIC) son mujeres. El Índice de Techo de Cristal (1,44 en 2024) confirma la desigualdad de promoción: cuanto más alto se sube, más se estrechan las oportunidades. La Figura 1 del informe, la gráfica de tijera, muestra visualmente esa desigualdad progresiva y constante entre las trayectorias de hombres y mujeres a lo largo de la carrera científica.
El índice de techo de cristal se mantiene alto (1,44), evidenciando que las científicas tienen aún menor probabilidad de alcanzar la categoría de Profesora de Investigación.
Además, aunque la presencia de mujeres en solicitudes de patentes (cerca del 35 %) y en el liderazgo de proyectos nacionales e internacionales (entre el 33 % y el 43 %) ha crecido, esos porcentajes siguen siendo inferiores a su peso global en la institución. En las publicaciones científicas, se repite la tónica: muchas figuran como primeras autoras, pero pocas asumen el rol de autoras de correspondencia, que otorga mayor proyección y responsabilidad.

Informe Mujeres Investigadoras 2024 / CSIC
Desigualdad por áreas: la tijera se abre más en Vida y Materia
El informe va más allá del promedio y desglosa las cifras por grandes áreas científicas. La Figura 9 del Informe Mujeres Investigadoras 2025 muestra que las brechas de género son especialmente marcadas en las áreas de Vida y Materia, donde las diferencias alcanzan entre 35 y 45 puntos porcentuales en las categorías más altas. En cambio, el área de Sociedad presenta desigualdades más moderadas, aunque aún persistentes. Este análisis evidencia que las mujeres enfrentan más obstáculos en disciplinas tradicionalmente técnicas o experimentales —física, matemáticas, ingeniería, materiales— que en aquellas vinculadas a las ciencias de la vida o a las sociales.
Estas cifras respaldan la necesidad de políticas específicas por área. No basta con estrategias globales: cada ámbito científico reproduce sus propios sesgos y requiere soluciones adaptadas a su estructura y cultura interna.
Un reconocimiento simbólico, cargado de significado
En septiembre de 2025, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (MICIU) anunció los ganadores de los Premios Nacionales de Investigación y los Premios Nacionales de Investigación para Jóvenes. En esta edición, seis de los diez galardones «principales» recayeron en investigadoras, lo que constituye una cifra histórica. Además, en esta convocatoria se consolida la paridad en las candidaturas: el 55 % de las candidaturas fue liderada por mujeres.
Este reconocimiento no elimina las barreras, pero envía señales potentes: cuando las instituciones de máxima autoridad científica otorgan visibilidad formal al talento femenino, ese gesto habla más fuerte que muchos discursos.
Las barreras invisibles permanecen
Aun con estos avances, las dificultades cotidianas persisten. La conciliación sigue siendo uno de los principales obstáculos. Según la FECYT (2025), la falta de tiempo por motivos de conciliación afecta al 22,9 % de las científicas, frente al 10 % de los científicos. Esa pérdida de visibilidad pública alimenta un círculo vicioso: menos mujeres visibles = menos modelos para futuras generaciones = menor impulso institucional para corregir la desigualdad.
También opera el síndrome de la impostora, que erosiona la confianza para aspirar a puestos de alto reconocimiento. En un contexto donde las oportunidades son limitadas, esa inseguridad internalizada puede marcar la diferencia entre presentarse a candidaturas prestigiosas o no hacerlo.
No basta con reconocer: hay que transformar
Los datos del CSIC y el eco de los reconocimientos nacionales coinciden en una conclusión clara: no podemos esperar que el tiempo resuelva por sí sola la desigualdad. Hace falta acción estratégica. Las instituciones, incluido el propio CSIC, deben promover programas de mentorización, diseñar políticas de conciliación realista (no meras declaraciones) y comprometerse con la visibilidad pública de las investigadoras.
El hecho de que una mujer haya ganado por primera vez el Premio Enrique Moles no debe interpretarse como un punto final, sino como un punto de partida. Si esos logros simbólicos no van acompañados de cambios estructurales, el embudo seguirá funcionando para las generaciones venideras.
La igualdad no puede seguir siendo un ideal lejano: debe ser un principio que se incorpore en cada decisión de política científica. El futuro de la ciencia española exige que cada talento fluya sin barreras, y eso sólo será posible cuando las mujeres ya no tengan que luchar para que su presencia sea considerada excepción.
Fuentes:
Informe Informe Mujeres Investigadoras Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC 2025
Premios Nacionales de Investigación. España
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