Opinión | Sálvese quien pueda
Hay que legalizar la corrupción

/ / FDV
Alegrémonos en el Señor, colegas. Este verano los papeles y pantallas no necesitarán hablar del monstruo del lago Ness o de ovnis avistados en tierras ignotas, esas cornadas que da el verano al periodismo por el hambre de noticias. Tenemos a Cerdán y un tinglado con pintas de durar como las Duracell. ¿Estará preparado el cuerpo humano español para soportar tanta mezcolanza, revoltijo, cóctel, ensalada y popurrí como el desatado por nuestros medios de comunicación con el caso Cerdán? Sintonizas un programa de radio a primera hora de la mañana y ahí está, como está en el siguiente y así hasta llegar a la programación nocturna solo cambiando de manos, e igual en la televisión generalista.
No es solo el sonsonete de la derecha, que en el Parlamento no vive de ideas sino de proyecciones, inflamaciones y especulaciones de menudencias familiares propias de Sálvame; también tertulianos de todo signo y condición anuncian el Armageddon, algo parecido a la lucha entre Dios y sus hombres buenos y Satanás y sus hombres malvados. A veces parecen predicadores exudando condenas y maldiciones desde sus púlpitos mediáticos, como si sonaran las siete trompetas del Apocalipsis anunciando la destrucción total, la llegada de los cuatro jinetes aunque en realidad sea un trío de cutres sin montura y sin vergüenza que han robado unas monedas. Ya sabremos cuántas.
¡No hay salida!, dicen desde el corro de los pepitogrillos, es demasiado el lío. Vamos a ver. Sin querer matar al mensajero: ¿y si no es para tanto? Es que el lío es por ahora uno y localizado en personas concretas, pero el soniquete, la traca, no lo han montado ellos sino vosotros, la suma de los que a ello se dedican al menos en 34 canales de televisión y sabe Dios cuántas emisoras de radio con sus huestes blandiendo armas en la misma batalla e intentando pinchar antes que el otro a la bayoneta.
¿Quién osa desaprovechar ese caramelo de verano, una corrupción de la peor baja estofa, contante y sonante, espléndida en aromas pestíferos colaterales? Crea como un efecto tamborrada pero de los medios de masas, con lecturas a la carta y llevada a una dimensión astral por sus corifeos. ¡Ay aquel Pedro que edificó la última iglesia socialista, pactista y amnistiadora ahora convertido en Pedro el Anticristo, al calor de un trío de trileros que le engañó y sirve a Balaam, el profeta que vendió su alma a cambio de oro y de plata. ¡Ay Pedro, que ya te ha puesto el PP a la zaga, extrayéndolo de las profundidades navales de Galicia, a un bulldozer con mucha palabra sonora pero carga hueca y mucho modo de portero de after hours.
Es como la tamborrada de San Sebastián, como los tambores de Calanda, que redoblan de forma ininterrumpida, día y noche. En cristiano: se vive el efecto tamborrada por una oposición que quiere rematar al supuesto moribundo y una multitud de medios que se suceden de mañana a noche creando un medio ambiente reiterativo, redundante recurrente, insistente, machacón, cajonero y cojonero. Lío de verdad es Trump, Netanyahu, Putin, asesinos en serie. Pedro es un viento de verano. El lío es del triejo, su conversión en serial trágico de novela es de la oposición y los medios. Hola Lucecita, hola Ama Rosa. Yo sostengo que la única manera de erradicar la corrupción es legalizarla.
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