Opinión | Sálvese quien pueda

Un libro sobre el rey y otro de antropofagia

Atapuerca esto es canibalismo primitivo, pero también hay una antropofagia sutil

Atapuerca esto es canibalismo primitivo, pero también hay una antropofagia sutil

El amor me hace matar. Justo leía yo esa frase en el libro Un hambre Insaciable, de la fantástica norteamericana Chelsea G. Summers, columnista de gastronomía, vida y estilo de las cabeceras más sonadas neoyorquinas, cuando un wassap perturbó ese instante fugaz de ansia de muerte. En él, Amancio Prada, a quien admiro porque me acerca con su voz y sus maneras al más allá de la mística sin abandonar el más acá de su humor retranqueiro, me proponía que le acompañara a una conferencia en el Centro Internacional del Español en Salamanca (CIEM), donde presentaba su Felipe VI ¿qué significa reinar sin gobernar? el periodista de altos vuelos Manuel Ventero, al que él conocía como director gerente de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE. «Luego prepara una cena, que voy con mi chica, cocina italiana, siempre que haya un restaurante que la borde», me decía.

Yo estaba apurando las últimas páginas de Un hambre insaciable, en que con una gran elegancia literaria la protagonista daba cuenta pormenorizada de los asesinatos de sus amantes con las técnicas más sutiles y la obsesión, dotada de exquisito hacer con los útiles carniceros, por apropiarse limpiamente de una poción elegida de su amado para prepararla con la receta más sofisticada y la guarnición más propia. Dejé de leerlo y me compré el libro que se presentaba en la conferencia: Felipe VI ¿qué significa reinar sin gobernar? Abrir sus páginas fue como un choque de culturas, del canibalismo a la política caníbal en un plis plas.

En la charla, a la que fuimos con nuestras respectivas reinas del amor hermoso y un lúcido cuñado del artista, Ángel García, primero hostelero, luego jamonero y ahora empresario de nuevas energías, se sostenía que la historia ha demostrado que la convivencia democrática puede darse tanto bajo la forma de monarquía parlamentaria como de la república más o menos presidencialista. Claro, alzas ahora la mirada y compruebas el creciente autoristarismo por la gracia del voto de muy importantes repúblicas (EE.UU., China, Israel, Argentina...) con presidentes añorantes de una monarquía despótica al tiempo que monarquías parlamentarias en Europa irreprochabemente democráticas.

Alzas la mirada y ves a un Felipe VI capaz de sobrevivir con éxito en un contexto, dice el autor, de desgraciada radicalización política entre tirios y troyanos, y digo yo que cercado por un poder progresista colapsado que se defiende como puede de una oposición de la más baja estofa intelectual y que, en un clima de demonización del contrario, pasa su tiempo parlamentario hablando de chiquitas y caralladas con términos propios de bar canalla afterhours y ni uno referido a su programa. Yo recomiendo el libro a los desfasados que quieran superar ese atavismo de monarquía o república. Nosotros, al final, salimos y paseamos entre la piedra rosada salmantina sin hablar de ello por si acaso. En el mejor italiano de Salamanca, el Rugantino, yo aún en la mente la antropofagia de mi libro, me atreví a pedir unos escalopines de maiale al limón, mientras la reina alemana de Amancio, Cris, compartió con él un tagliatelle tartufato y una pizza rugantina; y la mia reina, española, unos macheroni a la puttanesca, todo ensalzado por unos vinos que acercaron nuestro paladar al cielo.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents