Opinión | A los pies de los caballos
Discurso de odio

Soldados israelíes posan ante uno de sus tanques a la espera de entrar en Rafah en 2024 / ABIR SULTAN / EFE
El antisemitismo es como la pasta de dientes: una vez que sale es imposible que vuelva al tubo. Y uno se da cuenta de que alguien está apretando el tubo cuando oye en su entorno maldiciones a «los judíos» y la afirmación de que los nazis no terminaron el trabajo cuando masacraron a seis millones.
También se percibe el hedor del antisemitismo cuando en la televisión pública describen el asesinato de dos funcionarios de la Embajada de Israel en Washington como una «muerte en un tiroteo», como si pasaran por allí y hubiesen sido alcanzados por balas perdidas. O cuando se ha equiparado la situación en Gaza con el gueto de Varsovia.
En España fueron expulsados hace medio milenio y no constituyen una comunidad numerosa, pero el odio a los judíos preocupa, y mucho, en los principales países de Europa, especialmente Francia, Reino Unido y Alemania. Allí no se concibe que miembros del Gobierno acusen a Israel de genocidio, jaleen con entusiasmo el lema «Palestina libre, desde el río hasta el mar», que defiende la aniquilación de Israel y de toda su población; ni que una ministra, con el mismo cinismo que gastaba Batasuna cuando ETA asesinaba, atribuya el asesinato de Washington a una «espiral de violencia» generada por Israel.
Se puede y se debe cuestionar la actual ofensiva en Gaza del Ejército israelí, obligado a ser «el más moral del mundo», como dice Benjamín Netanyahu. La cuestionan en Israel, el único país democrático de su entorno, políticos tan importantes como el ex primer ministro Ehud Olmert, y la mayoría de la población está a favor de parar la ofensiva a cambio de que Hamás entregue los rehenes. Pero también conviene aclarar que la afirmación de que 14.000 bebés gazatíes morirían en 48 horas era falsa, como ha admitido la BBC. Y que la ayuda humanitaria a Gaza ha sido sistemáticamente incautada por Hamás, organización yihadista que reprime y usa como escudos humanos a los civiles, operando desde hospitales y campos de refugiados.
No se puede dejar de distinguir entre el gobierno de Netanyahu, que incluye elementos extremistas, la sociedad israelí y el pueblo judío, que el 7 de octubre de 2023 sufrió su mayor masacre desde el Holocausto. No se puede ser selectivo en la defensa de los derechos humanos ni dejar de condenar el discurso de odio cuando se dirige a los judíos.
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