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Opinión | Sálvese quien pueda

¡Qué mundo este, regido por psicópatas!

Hay un apagón más preocuànte y está en el cerebro de la sociedad.

Hay un apagón más preocuànte y está en el cerebro de la sociedad. / FDV

Apagones generales hubo ya unos cuantos en el mundo y a fe que sirven para recordarnos que un hecho inesperado como una falla eléctrica o una gran nevada, ya no digo una guerra, pueden poner a una sociedad en jaque, haciéndola retroceder a etapas anteriores, al sacho o al fuego de leña. Unos, la mayoría, se quejarán de falta de control pero para otros, entre ellos intelectuales y científicos aún minoritarios, es lo contrario: detrás de esto se esconde una caída civilizatoria que exige una demolición programada de occidente y ya tuvo precedentes como la pandemia. Se activan los protocolos y el miedo, para justificar el aumento de control que se pretende.

Unos pensarán que estamos viviendo los coletazos de un mundo viejo, enfermo, que trata de perpetuarse desesperadamente; otros que estamos viviendo un capitalismo tan caníbal que se devora a sí mismo y en el que van mandando los poderes económicos y las máquinas en vez de las personas, mientras desaparece la libertad de expresión, los fundamentos del sistema son cada vez más falsos, y todo se vuelve más rígido, más tenso y más confuso. Habrá quienes piensen que ya están aquí Orwell con 1984 y Huxley con Un mundo feliz, incluso una fusión de ambas distopías. El caso es que, en esta locura generalizada, se ha constituido como comportamiento dominante el “sálvese quien pueda”, como el título de esta columna; se ha abandonado el sentido progresista del bien común y la solidaridad.

Hemos sufrido un apagón, un colapso tecnológico, una desaparición de la luz pero a mí me preocupa más lo que el filósofo Jordi Pigem llama colapso cognitivo. Dice él que parecía que estábamos yendo hacia un colapso ecológico, energético, social y cultural. Ahora parece que, en primer lugar, se trata de un colapso de nuestro sentido de orientación más íntimo. «El colapso cognitivo por culpa del exceso de información -dice- , la desmemoria y la ignorancia no perdonan. Vuelven esos facinerosos a las andadas». Claro, si simplificamos, está por un lado esa mayoría que nunca verás leyendo algo con contenido en la prensa pero que mastican pantalla, informaciones sin control en X y ahora en Meta; por otro, los que dan protagonismo a su hemisferio derecho, a una visión holística del mundo, es decir, una percepción de totalidad, de conjunto. Unos pocos.

¿Y quienes son esos facinerosos que dice Pigem? Pues esos núcleos de poder del mundo que hoy están ocupados mayoritariamente por psicópatas. El mundo está regido por personas y estructuras psicopáticas, según Pigem, y todo parece darle la razón: mirad a Trump, Bolsonaro, Putin, Netanyahu, Kim Jong-Un, Milei, Maduro... Añadid al peligro de ser dirigidos por incapaces esa creciente ciudadanía a la que no le preocupa realmente el deterioro de la democracia, no entra en profundidades y que es fácilmente influenciable por las redes y la narrativa populista. Son los ciudadanos de baja intensidad que no saben que la libertad de expresión que se vende es, a la postre,  un invento de los ricos para perpetuarse o aumentar sus ganancias. Ellos votan a tipos sin principios o con uno solo y nada ético que ganan las elecciones. En 1933 la mayoría de los alemanes no eran psicópatas pero votaron a Hitler.

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