Opinión | Sálvese quien pueda

Contra las mafias que llegan ¡mano dura!

Las puertas de las discos viven no pocas presiones malentendidas faro

Las puertas de las discos viven no pocas presiones malentendidas faro / FDV

Nunca he dejado el periodismo desde que empecé en los años 70 aunque por el camino lo haya compartido con otras actividades con las que he aprendido que la vida no se entiende suficientemente si se ven los toros desde la barrera. Una de esas actividades ha tenido que ver con darle luz a la noche en el frágil mundo de los pubs o discotecas y procurar un ambiente placentero y seguro en esos horarios en que por al alcohol los ánimos se destemplan, tanto hacia el amor y la paz como a sus contrarios. Una etapa llevé la política de imagen de 16 o 17 pubs de Vigo situados en una zona común y en otra me hice cargo por acuerdo de sus socios de una superdiscoteca con 4 plantas y enclavada en una superficie de unos diez mil metros cuadrados.

La convertimos en tal objeto de deseo que teníamos que disponer buenos filtros en la puerta para que no entraran personas en evidente estado etílico o grupos de posible comportamiento nada acorde con el clima de tranquilidad que se pretendía para la disco. Eso me permitió ver la simpleza con que la gente culpabiliza cuando hay incidentes a los porteros de discoteca y deja impunes a los clientes que llegan solo sostenidos por el cerebro reptiliano o límbico y apagado el racional. Sabiendo que la presión en las puertas en determinados eventos y en aquellos años 80 de jijiji jajajá era explosiva y que lo más preocupante eran grupos que llegaban enardecidos por sustancias de las que aquí no hablo, llegamos a disponer en los accesos de una línea Maginot con tres fases, educada la primera, recia la segunda y terminante e infranqueable la tercera.  Aunque con la idea de que la violencia es un animal incontrolable que puede matar a su propio amo.

Si en las discos se intenta poner filtros para mantener la paz interior, no siempre pasa lo mismo en los países, cuyas fronteras se ven violadas por grupos delictivos que crecen como la espumaindirectamente amparados por leyes muy garantistas propias de una democracia avanzada que dificultan la detención de su poder corruptor y  asesino. No solo es tarea policial que origina ingentes gastos al Estado y por tanto a nuestros bolsillos sino pelea judicial en la que los malos cuentan con los mejores abogados. Hay una teoría, que llaman de las ventanas rotas, que dice que si una rota se deja sin reparar, pronto todas las ventanas estarán rotas.

Mirad a la Italia de años pasados en que no podían vivir tranquilos ni los jueces; mirad a México en que el Estado es impotente y está infiltrado por una mafia hipercriminal que educa a los niños en esa violencia; mirad ahora a Perú, cuya capital está al borde del pánico por la violencia de esas oganizciones. Claro, así no es extraño que, de repente, aparezcan y se aplaudan a líderes como Bukele, que detiene sin contemplaciones a todo ciudadano que aparente ser de una de esas maras que antes hacía la vida imposible a los ciudadanos. Esos ciudadanos sometidos a la ocupación de su territorio por criminales, quieren en situaciones extraordinarias soluciones inmediatas aún a pesar de la pérdida de las libertadades. Ya han más que asomado la cabeza en España.Sean las leyes menos garantistas en lo posible; los jueces, menos concesivos; la policía, más ejecutiva con ley que la respalde. No dejemos que crezcan en la impunidad, como ya pasa en algún país de Europa, y no haya marcha atrás.

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