Opinión | Cuaderno de bitácora

El tenis en la ciudad de las luces

Imagen de archivo de André Agassi durante un partido de exhibición

Imagen de archivo de André Agassi durante un partido de exhibición / Vincent Yu (AP)

Les gusta a ustedes el tenis? Si es así, y aunque no lo fuese, les recomiendo la lectura de Open, que es un libro editado por Duomo Ediciones en 2014 y en el que André Agassi narra —con la pluma de Moehringer, premio Pulitzer— sus agitadas memorias. Un padre obsesionado por criar un campeón o campeona del tenis entre sus hijos y una vida llena de sacrificio, inseguridades y triunfo. También es verdad que, en el lugar de residencia de Agassi, Las Vegas, hay mucha facilidad para practicar tenis y tienen a su disposición un buen número de pistas en condiciones. En Vigo disfrutamos 12 pistas municipales al lado de la playa de Samil que disponen de una ubicación y de unas vistas privilegiadas. Lamentablemente, ninguna de estas pistas se encuentra cubierta y, ante las quejas de los usuarios sobre su estado de mantenimiento, el Concello ha comenzado el arreglo de alguna de ellas hace solo unos días.

Sin embargo, y en contraste con el psicodélico estadio de fútbol del que disponemos en la ciudad, las instalaciones municipales de Samil siguen pareciendo hijas de un dios menor. La estructura de los escasos edificios, de color amarillo anaranjado, se encuentra llena de grietas y de verdín, y esta servidora se pregunta desde cuándo ningún operario municipal habrá recibido instrucciones de reparación y pintado. A mayor abundamiento, las verjas apenas se sostienen en algunos puntos, y cuando sopla el viento los jugadores no saben si las viejas vallas caerán, rendidas, sobre alguna cabeza; tanto es así, que parte del recinto —donde hay un fantástico campo de fútbol que sí tiene gradas cubiertas— se ha visto cerrado por el derrumbe parcial del muro y de su vallado sobre el río Lagares a su encuentro con el arenal de Samil.

En las últimas semanas, además —y doy fe como usuaria de las pistas—, se ha cancelado en algunas ocasiones el acceso de los jugadores a las canchas por no encontrarse en las mismas ningún empleado municipal que las abriese y/o se hiciese responsable de su apertura. Los usuarios, obvio, hemos seguido pagando la cuota de nuestras clases de tenis, pero nos hemos encontrado con unas instalaciones cerradas.

Se dice, se cuenta, se rumorea, que quizás este abandono se deba a ese progresivo derrumbe de edificaciones en los aledaños de Samil, y que en cualquier momento podría tocar el turno a estas instalaciones. Sin embargo, y según la Ley de Costas, en el espacio de la servidumbre de protección —unos 100 metros desde la orilla— sí están permitidas las instalaciones deportivas descubiertas. Los vigueses están ya acostumbrados a entrenar bajo climatología adversa, pero no estaría mal vivir un momento Agassi y disponer de unas infraestructuras decentes, en unas canchas con al menos 600 usuarios y con un historial de varios campeonatos importantes y de miles de personas que han pasado en los últimos años por sus pistas. Y si por causa de la citada normativa de Costas no se pudiesen cubrir ni siquiera parcialmente las instalaciones, sí sería interesante conocer los planes alternativos del Ayuntamiento para los deportistas de la ciudad. No somos Agassi, cierto, pero en la ya famosa ciudad de las luces no todo puede ser fútbol. 

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