Opinión | Sálvese quien pueda

Os perseguirán hasta en las alcantarillas

Casa Orsola.

Casa Orsola.

En el cuarto o quinto capítulo de la serie «Eric» de Netflix, el Ayuntamiento de la ciudad de New York decide sacar a puntapiés a los sintecho que viven en las alcantarillas de la ciudad, zonas del Metro en desuso, allí refugiados porque se sienten más protegidos aún con ratas que durmiendo en las calles entre humanos. Bajo la apariencia de una medida sanitaria o de humanización urbana hay en realidad un jugoso contrato del alcalde con una empresa del sector. Normal ¿vas a pedirle al mercado justicia social y que se acuerde de los más débiles?

Pues bien, yo digo que la paralización por centenares de personas en el Eixample de Barcelona de un desahucio en la Casa Orola, un antiguo edificio de vecinos comprado por el fondo inversor Lioness, no es más que la reacción airada del pueblo ante un capitalismo caníbal y un antecedente de lo que se muestra en esa serie televisiva. Cuando a falta de pisos nos refugiemos en las alcantarillas, irán con sus bulldozers a por nosotros por la voracidad de esta última versión del capitalismo que sufrimos. Salvo si los ciudadanos salen a la calles gritando ¡quitad vuestras sucias manos de la ciudad, especuladores!

Varufakis, el ex ministro griego, ya decía que desaparecido el liberalismo, el sueño socialdemócrata de mantener a raya los desmanes del capital cuando le dejan libre, desaparecida en los 70 u 80 esa tregua entre empresarios y trabajadores que se vivió tras la II Guerra Mundial,  aparece un neoliberalismo feroz que condena a masas de trabajadores a salarios bajos, trabajos de mierda, perspectivas precarias, viviendas inaccesibles...

En cuanto a la falta de vivienda, aunque por ahora los fondos buitres no son los principales tenedores de pisos de alquiler vacacional, su carroñera mirada se cierne sobre esos edificios que tras la expulsión de los vecinos de toda la vida puedan convertirse con la disculpa del turismo masivo en espacios de apartamentos con alquileres de corta duración a precios disparatados. En el caso de la Casa Orola, un profesor que pagaba hace años 700 euros y tendría que pagar tres veces más según los nuevos tenedores.

Solo la reacción de gentes como las que se han concentrado ante tal edificio puede frenar esta locura generalizada en que el comportamiento dominante es el “sálvese quien pueda». Nancy Frase llama capitalismo caníbal a esta crisis general del orden social que, con la llegada de este neoliberalismo rampante, sustituye a una etapa del liberalismo en que se pensó que el cuidado de la salud, la educación, las pensiones o la vivienda era un compromiso.

Entonces había un orden capitalista de alguna manera administrado por el Estado que ha pasado a otro: el llamado capitalismo financiarizado, sin cabeza visible, sin industria, absolutamente especulativo, que promueve la desinversión pública y privada en bienestar social, que sustituye el trabajo industrial sindicalizado por el trabajo precario y mal remunerado. Que expulsa a los vecinos de toda la vida en las ciudades turísticas a las periferias. Toda una invitación a la revuelta. 

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents