Opinión | A los pies de los caballos

La ola de la IA

La ola de la IA.

La ola de la IA. / Creado con inteligencia artificial/Freepik

En Nazaré, como saben, se pueden contemplar las olas más grandes del mundo. A la especial configuración del fondo marino de esta villa portuguesa, que propicia estas grandes olas, se han unido estos días los fuertes vientos de las recientes borrascas, por lo que el espectáculo, transmitido por redes sociales, ha sido fantástico. A quien esto escribe, las enormes olas –como la de 28,57 metros medida el año pasado, la más grande jamás surfeada– le producen una mezcla irresistible de miedo y fascinación.

Asombro y temor es también lo que suscitan los increíbles avances en inteligencia artificial (IA) en quienes están en primera línea de la innovación en este campo. Vislumbran el poder que puede llegar a tener y su crecimiento exponencial, que acelera una ola imparable y cada vez más alta.

Es difícil surfear una ola cuando adquiere el tamaño de un tsunami. Los experimentados surfistas que se atreven con las de Nazaré lo hacen con la ayuda y la perfecta coordinación de compañeros que les remolcan en motos de agua hacia el lugar correcto y en el momento oportuno. Cualquiera que haya sido niño en la playa sabe que hay que coger la ola en el instante adecuado, cuando empieza a levantarse. Si intentas subirte a ella cuando lleva un tiempo en lo alto ya es tarde: es probable que la ola rompa sobre tu cuerpo y te zarandee como un muñeco de trapo en una lavadora.

Esto es lo que está pasando en Europa con la inteligencia artificial. Los campeones de surf (Estados Unidos, China) cuentan con potentes motos de agua (grandes empresas tecnológicas) y la coordinación necesaria (apoyo gubernamental) para situarles cerca de la cresta de la ola. Mientras, el que se limita a observar desde la orilla (Europa) solo propone regulación. Eso, en el mejor de los casos. En el peor, España, que cierra centrales nucleares, anula ayudas a la IA, entorpece el emprendimiento y el desarrollo de nuevas empresas tecnológicas con impuestos y burocracia y tacha a los líderes de Silicon Valley de “tecnocasta” (Pedro Sánchez dixit).

La enorme ola de la IA no puede ser un espectáculo que Europa y España contemplen con prismáticos. Ursula von der Leyen ha dicho que la UE cogerá esta ola, pero seguramente ya es tarde. Solo acierta en una cosa: el mundo no espera por nosotros.

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