Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión | Haciendo amigos

2024, ¿podría haber sido peor? Spoiler: no

Gene Wilder en una escena de El jovencito Frankenstein

Gene Wilder en una escena de El jovencito Frankenstein / FDV

A la hora de señalar la verdad de las cosas, no hay herramienta más poderosa que el humor. Es precisamente en una de las grandes comedias del siglo XX, El jovencito Frankenstein, donde Gene Wilder y Marty Feldman discuten sobre la fatalidad de esos momentos en los que a veces la vida se empeña en colocarnos. Así, mientras el doctor Frederick Frankenstein se lamenta de lo asqueroso que le resulta esto de andar desenterrando cadáveres, su fiel ayudante le responde cómo podría ser peor: «Podría llover». Sinceramente, creo que, de haber conocido este 2024 que ya se despide, Igor se lo habría pensado dos veces. ¿No me creen? Echen mano del trankimazin que tengan más a mano y acompáñenme. Pasen y lean…

Para empezar, el año llegó de la peor manera, con la pérdida de buenos amigos como, entre otros, el músico Manuel Alonso, o Miguel López, El Hematocrítico. Ahora, lo que ya no llegó fue el tan anunciado «cambio» tras las elecciones autonómicas de febrero. Y qué quieren que les diga: si algo tengo claro como narrador es que las promesas que se van lanzando a lo largo de la trama han de cumplirse con creces en la resolución de la misma. Porque si no el lector se nos desencanta un pontón. Digo, un montón.

Aunque poco nos duró la perplejidad, que para la primavera ya estábamos echándonos las manos a la cabeza por otra mandanga: ahora nos movemos en ese espacio ambiguo en el que unos intentan seguir hablando del «Caso Koldo» mientras otros intentan convertirlo en el «Caso Ábalos». A mí, la verdad, me da igual cómo lo llamen. A fin de cuentas, no es más que otra postal de nuestros vertederos habituales, las mismas escombreras desde las que, ya metidos en el verano, cierto sector de nuestra clase política más lamentable optó por un cambio de tercio para seguir demostrando su idiocia habitual: ¿se acuerdan de la indignación provocada por las políticas de acogida a los menas? Hubo quien pensó aquello de «Bueno, por lo menos ha servido para sacar el olor a naftalina de algunas instituciones». Pero no, qué va. Ni mucho menos. En el fondo, todo aquello tan solo provocó el cambio de unos parásitos por otros aun más incompetentes. Que se lo digan si no a los valencianos dependientes de su consellera de interior. Pero, vaya, no adelantemos acontecimientos.

Porque antes aun tuvimos que ver cómo la corrupción confesa del noviete de Ayuso acababa provocando el encausamiento… ¡del fiscal general del estado! ¡Chúpate esa, Maquiavelo! Ese sí que es un giro de guion que lo flipas, y no el de El sexto sentido. Y todo por obra y gracia de ese genio del mal, rey de la cloaca y as del «Aguántame el cubata» que es M.A.R. Me cago en la leche, qué gran villano le han robado los madrileños a las pelis de James Bond…Y, hablando de personajes oscuros, de pronto, en octubre, Íñigo. Mira tú por donde, resulta que «el bueno» de Errejón vino a destapársenos como un monstruo, un depredador sexual. Justamente él, justamente en ese espacio. Recuerdo que en esos días pensaba que pocas cuestiones podían provocar más daño, más dolor. Al igual que el doctor Frankenstein, a punto estaba de decir aquello mismo, lo de «¡Qué trabajo más repugnante!» cuando, de pronto…

Justo entonces, cuando pensábamos que las cosas no podrían pintar peor, Igor pronunció su frase. «Podría llover». Y sí, fue peor: al igual que en la película, en Valencia también empezó a llover. Y sí, por más que después hubiera quien se obstinara en negarlo, sí hubo avisos. Pero para entonces ya fue tarde. El problema fue el presidente, que, en lugar de estar a la altura, en aquel momento prefirió escuchar la llamada de un pito distinto. Y así fue: de aquellos polvos estos 216 fallecidos. Y todo, todo lo relatado hasta entonces, pasó a un segundo plano.

Siguiendo con los grandes referentes del humor, en Desmontando a Harry le preguntaban a Woody Allen si acaso no creía en el Holocausto. Y él respondía: «Por supuesto que sí. Pero también creo que las grandes marcas están para ser superadas». Háganme caso, pues: que el 2025 nos pille confesados

Tracking Pixel Contents