Entrevista | Eduardo Fernán-López Escritor y doctor en historia contemporánea
«La novela negra es, sobre todo, de denuncia social»
El autor publica su nuevo thriller, ‘El balanceo del Alacrán’, una historia con Vigo como escenario, que parte de la tragedia del naufragio del Vila Pitanxo para ofrecer una ficción con asesinatos e investigación policial

Eduardo Fernán-López, en la Alameda de Vigo. Alba Villar / Alba Villar
Su primera novela, ‘La dentellada’ (2021), obtuvo el premio Tuber Melanosprum en Morella Negra y fue también finalista del II Premio Paco Camarasa, del Ojo Crítico de Narrativa 2021 y del IV Icue Negro de Cartagena Negra. Doctor en Historia Contemporánea, licenciado en Historia del Arte y colaborador habitual de las revistasliterarias ‘Zenda’ y ‘¿Qué leer?’, Eduardo Fernán- López (Villalpando, Zamora, 1985) se consagra como nueva voz del thriller atmosférico de la costa norte con un nuevo título, ‘El balanceo del Alacrán’ (editorial Destino), una arrolladora novela negra ambientada en un Vigo fantasmal que parte de un hecho real, el naufragio del pesquero Villa de Pitanxo en 2022 en aguas de Canadá, para ofrecer una sobrecogedora historia de ficción con un trasfondo de denuncia social y un homenaje a los marineros fallecidos en hundimientos de pesqueros a lo largo de la historia de Galicia.
– Sitúa la novela en un Vigo que se convierte en protagonista y que parece conocer muy a fondo por la cantidad de detalles que da sobre diversos escenarios, tanto de barrios y lugares como Canido, O Calvario, Casco Vello, O Berbés o la zona centro, como de locales legendarios como la taberna A Mina, As Almas Perdidas o el Eligio, entre otros. ¿Esto ha sido fruto de una exhaustiva documentación o tiene un vínculo mayor con la ciudad?
– Llevo diez años viviendo en Vigo, mi pareja es de aquí y mi hija también, así que me considero un vigués más. Aunque nací en Zamora, solo estuve allí hasta los 18 años, luego me fui a estudiar a Valladolid y he estado viviendo en Argentina, Francia, Cádiz y Portugal. Soy muy del Celta, además, y me gustaba que mi protagonista, el inspector Tristán Negreira, fuese como yo, de ir al partido y antes tomarse unas cervezas con los amigos. De hecho lo sitúo yendo a ver un partido a Balaídos cuando le comunican que ha habido un doble crimen, y a lo largo de la novela el pobre no consigue ver ni un partido.
– Ese doble crimen en una casa en el barrio vigués de Canido, donde aparecen asesinados un conocido armador y su hija, con la que no se hablaba, marca el inicio del misterio policial a resolver. ¿Qué aspectos de la ciudad le han interesado retratar para su historia?
– Hay muchos Vigos, yo tengo el mío, cada sujeto tiene el suyo, yo quería mostrar un Vigo muy real que choca con la imagen que tiene el turista cuando viene a la playa o a ver las luces de Navidad; quería mostrar ese Vigo más de barrio donde todos nos conocemos (yo vivo en la zona de Povisa, casi en el centro, y sabemos a qué se dedica cada uno) y hay muchos secretos que se pueden intuir. Quise mostrar esa parte oscura de una ciudad grande y bastante tranquila a pesar de toda la gente que tiene. También me interesaba jugar con ese Vigo más apartado que incluso la gente de aquí no conoce, porque al final el puerto, que es una parte importante de la ciudad, está cerrado al ciudadano común.
– Se nota en ciertas descripciones su formación universitaria en Historia Contemporánea, por ejemplo en una escena en A Laxe se detiene en la estatua al emigrante y explica que el lugar hoy ocupado por cruceristas fue testigo de la emigración a América, o cuando pasea por la calle Real se detiene en la imprenta de la primera edición de ‘Cantares Gallegos’ para ofrecer unas pinceladas sobre Rosalía de Castro y el Rexurdimento. ¿Qué atractivo tiene Vigo para un historiador contemporáneo y, a la vez, autor de novela negra?
– A la literatura se llega por muchos caminos, yo he llegado a la novela por la historia, es decir, empecé a leer novela histórica y luego me pasé a la negra, que son, junto con el ensayo, los géneros que más leo. Además en una ciudad como Vigo su historia contemporánea es bestial, ya no hablamos solo de la Reconquista, que evidentemente es un punto fundamental, sino también de la historia del naval, de la industria conservera, con barrios como el Berbés, la zona de la Concatedral y lugares que se han perdido, como el mercado donde está ahora el hotel Bahía. Al final vas caminando por Vigo, buscando localizaciones y la historia contemporánea se te echa encima. Son detalles que no puedes pasar por alto y le dan un color diferente a la novela, no solo narras el hecho trágico, el crimen y la investigación, sino quela ciudad es también su historia y como historiador tengo que contarla. Intento no dar mucho la brasa porque los historiadores tenemos la costumbre o la manía de dejarnos llevar y en una novela negra hay que mantener el ritmo. Pero siempre hay espacio para dar una pincelada sobre la historia de la ciudad, que creo que los de aquí lo valoran y los de fuera lo agradecen porque aprenden cosas nuevas.
– ‘El balanceo del Alacrán’ parte del naufragio del Vila de Pitanxo (da detalles similares y otros ficcionados), pero ese no es el tema de la novela, ¿por qué eligió esa tragedia real como punto de partida?
– Cuando se hundió el Vila de Pitanxo fue la primera vez que yo viví de cerca un naufragio con tantos muertos, me llamó mucho la atención, tanto en Vigo como en O Morrazo, el silencio, las caras de la gente, el peso de la tragedia. Me quedó ahí ese poso y un par de semanas después me invitaron con mi anterior novela a un festival en Morella (Castellón); en la mesa redonda estábamos hablando de tragedias, hablé del Vila de Pitanxo porque era lo que teníamos en ese momento en Galicia, y según estaba contando lo que ocurría me di cuenta de que tenía el inicio de una novela muy gallega. Luego lo cambié todo, en el siguiente capítulo matan al armador y a su hija, es decir, mi historia transcurre por otro lado y ahí arranca la ficción, pero siempre desde el punto de vista de querer hacer justicia tanto a los muertos en el Vila Pitanxo como a tantos marineros fallecidos a lo largo de la historia en naufragios que han tenido a Galicia como protagonista.

Eduardo Fernán-López, en el café Vitruvia, en Vigo / Alba Villar
– El nombre escogido para su barco ficticio nos remite al secuestro del pesquero gallego Alakrana por piratas somalíes en 2009, ¿por qué se decantó por él?
– Por dos razones: cuando comencé a documentarme sobre antiguos naufragios en archivos de periódicos gallegos llegué al secuestro del Alakrana, un nombre que me pareció muy potente y evitaba el problema de dar el nombre real del Pitanxo. Y luego es que yo tenía en la mente esos barcos mejilloneros con una grúa por detrás, cuando los vi por primera vez en el puerto de Ribeira dije a los que estaban conmigo que me parecían escorpiones, o sea, alacranes.
– Tenemos como pareja de protagonistas a un inspector y a una subinspectora de la policía nacional de la brigada de homicidios de Vigo. ¿Qué perfil psicológico ha querido construir de ellos?
– Tengo un amiga lectora ferviente de la novela negra y dice que le gustan las historias en las que el policía baja a tirar la basura de su casa; he buscado a un policía que cuando acabe de trabajar se vaya a tomar un vino con un amigo a la Taberna A Mina, en este caso, que tiene una relación más allá de lo personal con los compañeros, y eso puede traer problemas o no. Quería construir una novela con policías reales, que te van a echar una mano pero no son esos héroes de película de sobremesa en los que hay buenos y malos. La realidad es que todo el mundo tiene sus claroscuros y carga con sus mochilas que le hacen actuar de determinada manera.
– En un pasaje dice: «El ser humano no desaprovecha la más mínima ocasión para demostrar su innata crueldad para tratar a sus congéneres, sobre todo si con ello consigue sacar algún tipo de provecho. ¿Cree en la maldad de la naturaleza humana?
– En cierto modo sí, aunque sea triste. Por lo general te encuentras gente buena, que somos más, pero los malos hacen más ruido. No hay más que ver las noticias para comprobar que hay gente que disfruta siendo mala.
– En su historia hace un cameo el fallecido escritor vigués Domingo Villar y su inspector Leo Caldas, en la Taberna Eligio, ¿qué relación tenía con él?
– Domingo tenia que estar, era inevitable que apareciese en una novela negra que transcurre en Vigo. Era muy buena persona, todo el que lo conoció te lo puede decir; a mí me ayudó cuando yo era un novato y estaba con mi primera novela: coincidimos en el festival de Morella y tuvimos una larga conversación. Por desgracia nos quedaron pendientes muchas.
– Cita una frase suya: «La literatura no se diferencia de la viticultura, es constancia, cariño y paciencia». ¿La suscribe?
– Totalmente, son dos pasiones que compartimos ambos. Esa frase la vi en una entrevista y la cogí en ese guiño que le hago a Domingo Villar (rápido y corto, para no perder el ritmo de la narración) porque creo que resume muy bien lo que pensaba sobre ambas cosas y sobre la amistad, que es lo que está en el trasfondo.
– Retrata en su historia a una clase empresarial ambiciosa y poco empática, a trabajadores que callan y a unas condiciones laborales precarias. ¿Son ingredientes de un thriller real y actual?
– Por desgracia es real y cada día más. Para mí la novela negra es sobre todo denuncia social, en este caso el hundimiento de un pesquero donde mueren tantas personas por el egoísmo y la ambición de una persona y una empresa. Si las condiciones laborales hubieran sido mejores, si se hubieran cumplido las normas de seguridad, tal vez muchos de ellos hubieran regresado a casa con sus familias. Mientras escribía detalles de mi empresa inventada para la novela, iban saliendo noticias reales del Vila de Pitanxo y superaban lo que yo había imaginado, la realidad supera la ficción.
– El narcotráfico también hace acto de presencia en la trama. ¿Inevitable en Galicia?
– Soy poco partidario de que nos asimilen a los gallegos con las drogas y el narcotráfico, quería no tocarlo, pero por desgracia es el motor de muchas cosas en Galicia, es un sambenito que tenemos encima y no nos vamos a quitar por mucho que nos fastidie. Cuando hablaba con gente de la mar para documentarme para la novela siempre salía a relucir lo mismo: el narcotráfico. Te decían: «Esto es así, pero yo no te he dicho nada».
– ¿Qué importancia le da a los giros inesperados y a esa especie de juego que se establece entre el autor de novela negra que busca sorprender y el lector que busca acertar el final?
– Es un juego muy divertido en el que siempre buscas darle una vuelta de tuerca más, aunque siempre hay alguien que te va a descubrir. Hay dos frases que a los autores nos encantan: una es «me he leído tu libro en dos días» (es fantástico que te digan eso después de dos años trabajando porque significa que ha gustado) y «hasta el final no he sabido quien era el asesino» (eso significa que has hecho bien tu trabajo).
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