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Día de las Escritoras

Escritoras gallegas: herederas de Rosalía y Pardo Bazán

Con motivo del Día de las Escritoras conversamos con ocho autoras gallegas de narrativas de diferentes generaciones, estilos y géneros literarios

Desde arriba, de izquierda a derecha, Lucía Solla, Arantza Portabales, Ángela Banzas, Marilar Aleixandre, Ledicia Costas, Susana Fortes, Fina Casalderrey y María Oruña.

Desde arriba, de izquierda a derecha, Lucía Solla, Arantza Portabales, Ángela Banzas, Marilar Aleixandre, Ledicia Costas, Susana Fortes, Fina Casalderrey y María Oruña. / Fotomontaje: Simón Espinosa

«Espero que isto de celebrar un día dedicado ás escritoras mulleres desapareza algún día porque xa esté normalizada a situación», expresa Marilar Aleixandre, Premio Nacional de Narrativa en 2022. «A día de hoxe hai máis obras firmadas por homes que por mulleres, eles gañan máis premios, teñen unhas facilidades que nós aínda non conseguimos ao cento por cento –as conseguiremos porque hai unha rede de sororidade que fai que estemos conquistando dereitos–, pero se temos que facer a reflexión de a onde chegamos as mulleres en lugar de falar de literatura é que aínda non temos estatus de paridade», comenta Ledicia Costas, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2015.

Desde el año 2016 se celebra el día de las escritoras el lunes más cercano al 15 de octubre, fecha del aniversario de la muerte de Teresa de Jesús, con el objetivo de destacar el legado y la labor de las mujeres en la literatura a lo largo de la historia. «Non hai mesas redondas, seminarios... que leven por título ‘Literatura masculina’, ‘O home na literatura’... se mudamos o xénero, si... Mentres teña que haber estas chamadas de atención, é que aínda falta. Porén, hoxe ‘nos tamén navegar’», expone Fina Casalderrey, académica gallega, escritora traducida a más de una docena de lenguas y multipremiada desde hace más de tres décadas. «No pertenecemos a un gueto, no somos una novedad dentro del zoo. Somos las leonas de la selva. Gracias sobre todo a que hay millones de mujeres lectoras en todo el mundo. Somos más», considera Susana Fortes, autora de una quincena de novelas desde que en 1996 obtuvo el Premio Nuevos Narradores, al que le sucedieron otras distinciones como ser finalista del Planeta o ganadora del Fernando Lara.

Aprovechamos la conmemoración para hablar con ocho escritoras gallegas de diferentes generaciones, estilos y géneros literarios que nos ofrecen sus testimonios sobre qué supone ser escritora gallega hoy en día, respondiendo además a cuestiones sobre si se sienten integrantes de un colectivo con un legado y referentes comunes, cómo les marca su origen en su narrativa y cuál fue el proceso que les llevó a hacer de la literatura su medio de vida (la mayoría lo han conseguido). Desde Fina Casalderrey o Marilar Aleixandre, las más veteranas, a Lucía Solla, que acaba de debutar con éxito con su primera novela. Son herederas de Rosalía de Castro y de Emilia Pardo Bazán, las figuras literarias que más mencionan, pero también de muchos otros autores y autoras que les han marcado. Algunas escriben en gallego como compromiso con la lengua de su tierra, mientras que otras optan por el castellano como medio para poder llegar a más lectores. Unas y otras han conseguido traspasar fronteras y lenguas.

Fina Casalderrey

«Non vivín a escritura coma un medio de vida (aínda que me dese beneficios económicos), senón coma unha marabillosa forma de vida a que non quixera renunciar»

Fina Casalderrey, integrante de la Xeración Lamote.

Fina Casalderrey, integrante de la Xeración Lamote. / Rafa Vázquez

«Vivir da literatura e esixir que o que escribes saia publicado primeiro en galego non é doado», sostiene Fina Casalderrey (Xeve, Pontevedra, 1951). Integrante de una generación de maestros y maestras escritores que Manuel Bragado bautizó como Xeración Lamote (en honor al personaje creado por Paco Martín, primer gallego ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, en 1986), Casalderrey explica que «tentabamos liberarnos de ataduras, de atopar fermosas historias e contalas da maneira máis fermosa, liberándonos do exceso de didactismo e moralina, con persoaxes femininas máis vigorosas, con temas non tratados ata ese momento para a infancia».

En esos años, hace cuatro décadas, las escritoras galegas «contábanse cos dedos dunha man, por silenciadas ou por falta de oportunidades, hoxe non hai máis que reparar nos premios e nos catálogos editoriais para percibir o cambio de tendencia», manifiesta Casalderrey, quien destaca que a la literatura infantil y juvenil se han incorporado autoras educadas en el bilingüismo y con formación en ámbitos diferentes a la filología y experiencia laboral ajena a la enseñanza. «A medida que se desprenden de certos estereotipos, tamén se desprenden do compromiso coa lingua», observa quien ejerció 40 años de profesora de secundaria: «Non vivín a escritura coma un medio de vida (aínda que me dese beneficios económicos), senón coma unha marabillosa forma de vida a que non quixera renunciar». Galicia está presente en su obra, incluso cuando escribe sobre temas aparentemente ajenos y sin una geografía específica. «Non podo fuxir de min, escribo dende o que sei, o que sinto, o que me apetece explorar e aí sempre está o meu entorno máis próximo». Su primera biblioteca fue oral, la de los cuentos populares que le contaba su padre, que siguen habitando en ella. «Deles aprendín, poño por caso, que o humor suaviza o drama, algo importante a ter en conta na literatura».

Marilar Aleixandre

«Homes e mulleres escribimos igual? Como digo eu nos escribimos mollando o dedo no sangue menstrual, pero hai cuestións que non se tocaban ata que as mulleres empezamos a falar delas»

Marilar Aleixandre, Premio Nacional de Narrativa en 2022.

Marilar Aleixandre, Premio Nacional de Narrativa en 2022. / Xoán Álvarez

Bióloga, traductora, académica de la RAG y escritora gallega nacida en Madrid en 1947, Marilar Aleixandre empezó a publicar libros a finales de los 90, cuando a las mujeres escritoras se las consideraba como intrusas. «Creo que hai dez ou quince anos, non máis, que se está prestando atención por primeira vez ao que escribimos as mulleres», comenta. Pone como ejemplo ‘Lobos nas illas’, un libro de relatos que publicó en 1996 (en castellano salió en la editorial Lumen) y pasó inadvertido hasta que en 2022, tras lograr el Premio Nacional de Narrativa, fue recuperado por la editorial Arde de Barcelona (y más tarde reeditó en gallego Galaxia).

Pionera en romper techos de cristal ­–aparte de ser la única galega en lograr el nacional de narrativa (la séptima mujer), fue la primera mujer en lograr los siguientes premios: Merlín de literatura infantil (1994), de la crítica literaria en gallego (1995), Xerais (2001) y Raíña Lupa (2017)–, Marilar Aleixandre comenta que «desde o momento que vin a vivir a Vigo e me fixen galega (en 1973 vino a ocupar la cátedra de Biología en el instituto del Calvario, hoy IES Castelao, y a mediados de los 90 la de Didáctica de las Ciencias Experimentales en la Universidad de Santiago), adquirín un compromiso coa lingua coma unha contribución que podemos facer para a súa conservación».

Más allá de optar por escribir en gallego, considera que «nun mundo ideal os escritores e as escritoras non se distinguirían, o que ocorre é que hai temas, cuestións e experiencias de mulleres das que antes non se falaba na literatura, por unha banda, e por outra, fenómenos sociais que teñen que ver con as mulleres, como as violacións ou os maltratos». Alude a lo mal que se tomaron algunos críticos que en una de sus obras de aventuras, ‘A expedición do Pacífico’ (1995), narrara cómo su protagonista tenía su primera menstruación, y pone como referente de pionera en tratar vivencias femeninas a Emilia Pardo Bazán, que escribió sobre el parto en La Tribuna, sobre abortos y sobre amamantar, hecho este último que le valió a su narración los calificativosde «vulgar e impúdica» por parte de un académico en su discurso de ingreso. «Homes e mulleres escribimos igual? Como digo eu nos escribimos mollando o dedo no sangue menstrual, pero hai cuestións que non se tocaban ata que as mulleres empezamos a falar delas», afirma la autora de ‘Malas mulleres’, cuya novela ‘Cabeza de medusa’ recoge una violación y en ‘Lobos nas illas’, un relato sobre la violencia de género.

Susana Fortes

«Ser escritora gallega hoy en día es un privilegio por partida doble. Una, porque escribir es lo que más me gusta, lo que me hace feliz. Y otra, porque en Galicia tenemos una larguísima y riquísima tradición que nos sopla al oído»

Susana Fortes, finalista del Planeta en 2003.

Susana Fortes, finalista del Planeta en 2003. / M. A. Montesinos

«Ser escritora gallega hoy en día es un privilegio por partida doble. Una, porque escribir es lo que más me gusta, lo que me hace feliz. Y otra, porque en Galicia tenemos una larguísima y riquísima tradición que nos sopla al oído», expresa Susana Fortes (Pontevedra, 1959). La novelista residente en Valencia y una de las firmas más consagradas de la editorial Planeta huye de los compartimentos en que los académicos suelen clasificar a los autores, pues se considera parte de «una especie que nos damos de uno en uno», con el denominador común de haber sido lectores y recibir el legado impagable, en su caso, de la colección de clásicos juveniles de Bruguera (empezó a leer muy pronto) y de su gran biblioteca familiar que le sirvió de puerta de entrada a Rosalía de Castro, Galdós, la narrativa rusa, la novela negra americana y los clásicos griegos, entre otros.

Galicia está presente como escenario en algunas de sus novelas, como ‘La Huella del Hereje’, ‘El azar de Lara Ulloa’ o ‘Nada que perder’. «Pero incluso en las demás, ambientadas en otros lugares, está muy presente una manera de ver el mundo muy gallega, una especie de incertidumbre que tiene que ver con el misterio, con el mar (que es también quizá el misterio más profundo) y con una inestabilidad atmosférica, por así decirlo, que te obliga a estar siempre alerta porque algo siempre está a punto de ocurrir», explica Fortes. Ganarse la vida como escritora no entraba dentro de sus planes de esta apasionada de la lectura, sino que «surgió por azar, como casi todas las cosas importantes», relata.

Fue a partir de un viaje y gracias a los cómics de Hugo Pratt que Susana Fortes escribió su primera novela, ‘Querido Corto Maltés’ (1994). «Con ella gané un premio y me cambió la vida», dice la autora de una quincena de novelas, finalista del Planeta en 2003 con ‘El amante albanés’ y Premio Fernando Lara de Novela 2009 con ‘Esperando a Robert Capa’.

Arantza Portabales

«Tes que xustificar que escribes na lingua do teu país, además pártese da idea de que escribindo en galego non vas acadar un espazo na literatura como acadarías escribindo só en castelán, cousa que estou demostrando que non é así»

Arantza Portabales.

Arantza Portabales / Marta G. Brea

«Ser escritora galega é estar en estado permanente de xustificación», resume Arantza Portabales (San Sebastián, 1973), hija de emigrantes de Marín en Euskadi. «Dedicarte á arte en xeral é osado e complicado, escribir nunha lingua minoritaria nun sitio onde hai bilingüismo lle estraña á xente, tes que xustificar que escribes na lingua do teu país, además pártese da idea de que escribindo en galego non vas acadar un espazo na literatura como acadarías escribindo só en castelán, cousa que estou demostrando que non é así» (su obra, que escribe originalmente en gallego y en castellano, con dos versiones a la vez, está traducida a numerosas lenguas extranjeras). «Co galego chégase a onde se quere chegar, a onde o libro te leva, non a onde a lingua te leva», puntualiza. Por último, la condición de género marca un tercer factor. «Parece que temos que estar xustificando que sendo mulleres nos dediquemos a escribir, indígname profundamente cando me preguntan ‘como fas para facer todo o que fan as mulleres e ademáis escribir’, a un home nunca lle preguntan como fai para combinar a súa vida persoal coa escrita».

Reticente a las etiquetas que la clasifican como la dama de la novela negra gallega, para Portabales la literatura es un lenguaje universal en que alguien cuenta de la mejor manera posible una historia a alguien que quiera escucharla. «Creo na literatura como comunicación, pero tamén como puro artefacto de ocio», declara. Diez años después de publicar su primer libro, confiesa que nunca se planteó el objetivo de vivir de la escritura y la conjugó con su trabajo de funcionaria de la escala superior de finanzas de la Xunta hasta que hace dos meses se cogió una excedencia. «Todo sucedeu moi a modo, dun xeito agradable, paulatino, sin plans nin espectativas, fun atopando lectores polo camiño e agora aínda estou asimilando que só me dedico a escribir». Si tiene que mencionar referentes, comenta que ha bebido de todos los sistemas literarios, «empezando polo noso, un dos poucos que ten de primeira referente a unha muller, Rosalía, e despois a moitas autoras, desde Maggie O’Farrell a Elizabeth Stout, Sara Mesa, Rosa Montero e grandes compañeiras de Galicia, como Inma López Silva».

María Oruña

«Da la sensación de que las mujeres no podemos escribir novelas, como en mi caso, que tengan ciencia, historia y misterio; parece que siempre tocamos temas blandos, mientras que los serios, de política o de espías, son de hombres»

María Oruña, con un ejemplar de su última novela, en Vigo

María Oruña, con un ejemplar de su última novela, en Vigo / Jose Lores

«A las gallegas y los gallegos en general se nos nota mucho al escribir que somos de aquí por la musicalidad de los textos, por el tipo de recursos estilísticos y por el vocabulario; esto es algo que muchos correctores de editoriales señalan como un patrón común, sobre todo la musicalidad; tendrá que ver con la dualidad de lenguas y con que el gallego es un idioma muy cantarín», comenta María Oruña (Vigo, 1976). La autora de novela negra, creadora de la serie ‘Libros de Puerto Escondido’, y columnista de FARO DE VIGO, seduce a miles de lectores en las numerosas lenguas a las que ha sido traducida su obra. «A nivel nacional e internacional, cuando publicamos nos ayuda la etiqueta de ‘escritora gallega’ porque te reconocen en todas partes, pero tenemos un problema de transporte que a veces es impeditivo a la hora de trabajar y aceptar determinados eventos en Madrid, Barcelona, Mallorca o Roma, por ejemplo. Por eso a muchos compañeros les compensa irse a vivir a Madrid. Yo resisto aquí como acto de amor a la tierra, porque creo que la calidad de vida es mejor aquí y que tenemos que cuidar, respetar y darle valor a nuestra tierra, pero muchas veces para desplazarme tengo que ir al aeropuerto de Santiago o al de Oporto», explica. «Hay muchos más eventos a los que podía acudir pero tendría que renunciar a poder pasear por las costas de Vigo o ir a una aldea sin atosigamientos», añade.

La musicalidad en los textos es uno de sus patrones comunes, según los editores

Como mujer escritora, se siente heredera de todas las antecesoras que le han abierto camino. Señala dos puntos de inflexión: Rosalía, «porque escribía en castellano y gallego, acudiendo a las reuniones de debate en Madrid y en Galicia» y, sobre todo Emilia Pardo Bazán, «absolutamente irresistible a la hora de escribir, irreverente e inteligente». Manifiesta que «vendería muchos más libros si fuese hombre» y señala los prejuicios como uno de los motivos: «Da la sensación de que las mujeres no podemos escribir novelas, como en mi caso, que tengan ciencia, historia y misterio; parece que siempre tocamos temas blandos, mientras que los serios, de política o de espías, son de hombres. Y eso no es así. Pasarán dos o tres generaciones hasta que esto se vaya depurando».

Sabe que es afortunada por encontrarse entre el uno por ciento de escritores y escritoras españolas que viven los ingresos que generan su labor literaria, pero eso no fue siempre así. Antes hubo años de conciliar su trabajo de abogada, sus funciones como madre y su labor de escritora. Hasta que ésta última pudo pagar sus facturas, lo consultó con su marido y colgó la toga. «Esto es una estabilidad ficticia», advierte.

Ledicia Costas

«A lingua non debe de ser un obstáculo, pero no noso caso o é. Escribir en galego implica unha serie de renuncias e fai máis difícil chegar a outros sitios»

Ledicia Costas, premio nacional de literatura infantil y juvenil

Ledicia Costas, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil / Pablo Hernández Gamarra

Al igual que sus compañeras que escriben en gallego y aunque su obra esta traducida en numerosas lenguas, Ledicia Costas (Vigo, 1979) considera que apostar por su lengua añade un grado de dificultad para traspasar fronteras. «As editoriais de fora de Galicia cando ven que unha obra xa circulou en lingua galega durante un tempo, consideran que xa tivo unha vida e son reticentes a traducila. Logo fora de Galicia non hai moitas persoas lectoras ou editoras que teñan a competencia para ler en galego. A lingua non debe de ser un obstáculo, pero no noso caso o é. Escribir en galego implica unha serie de renuncias e fai máis difícil chegar a outros sitios. Aínda que xa che digo que se chega, e cando se consegue resulta plenamente satisfactorio (eu teño que deixar de traducirme ao castelán, é o doble de traballo, conseguinno nalgunhas ocasións)».

Hace ya trece años que Costas se dedica en exclusiva a escribir. «Tomei a decisión en 2012 de deixar o dereito e o despacho onde traballaba para dedicarme á literatura, no 2014 gañei o premio Merlín, logo o Nacional de Literatura Infantil y Xuvenil, que me deron un colchón para seguir producindo obra e sosterme da escrita económicamente falando. Claro que no momento en que tomei a decisión non tiña responsabilidades familiares», relata.

Respecto al legado recibido, Costas expresa: «A palabra herdeira pesa moito e intento abstraerme das responsabilidades que me veñen impostas; claroque son escritora en lingua galega grazas a Fina Casalderrey ou a Agustín Fernández Paz, porque me enganchei á literatura galega a través dos seus libros. Son herdeira dunha tradición, pero intento non pensalo moito para facer o meu camiño coa maior posible das liberdades».

También es referente para nuevos lectores, ya que sus obras son de lectura obligatoria o recomendada en diferentes etapas educativas, desde primaria a la universidad, no solo en Galicia sino también en el resto de España. «Ao menos é unha responsabilidade colectiva porque tamén len a Roald Dahl, a Diego Arboleda e a outros autores, por iso hai que facelo con toda a honestidade. Logo, se te convertes no seu referente e ven en ti algo ao que se queren dedicar, aquí estou para axudar».

Ángela Banzas

La escritora compostelana Ángela Banzas

La escritora compostelana Ángela Banzas / Laura Triv

Para Ángela Banzas (Santiagode Compostela, 1982) escribir «siempre ha sido una necesidad vital» ligada a su forma de ser y que llevaba de forma íntima, pero no supo que podía convertirse en algo profesional hasta que en 2021 publicó su primera novela, ‘El silencio de las olas’ y «los lectores me dijeron que les gustaba y que querían más». Así que dejó su anterior trabajo y cuatro años después ya suma cuatro novelas tipo thriller.

Residente en Madrid, Banzas se considera afín a los autores gallegos con los que comparte origen y legado, pero «el oficio de escribir es muy solitario y en cada escritor hay muchos condicionantes que marcan su obra». Menciona como referentes a Rosalía, Emilia Pardo Bazán, Neira Vilas, Castelao... y afirma que «más allá del paisaje y de las leyendas, Galicia somos los gallegos. Por eso mismo, mi mirada y mi palabra no tienen presente a Galicia, forman parte de Galicia».

Lucía Solla

Lucía Solla debuta con su primera novela

Lucía Solla debuta con su primera novela / Gustavo Santos

Hace poco más de un mes que Lucía Solla Sobral, nacida en Marín hace 36 años y residente en Oviedo, debutó con su primera novela, ‘Comerás flores’, un relato sobre el maltrato psicológico con una acogida inesperada que ha hecho que el título ya vaya por su tercera edición. «Ser escritora para mí es estar o ser quien siempre quise ser», dice. Ya de pequeña escribía cuentos que su madre le maquetaba como podía, pero llegó un momento en que guardó esa pulsión en su interior pensando que era un imposible.

«Lo que más me ha costado es encontrar tiempo para escribir, para sacar una novela adelante, entre el trabajo, las rutinas domésticas, los cuidados y demás», dice. Se plantea vivir en un futuro de la literatura y tal vez sacarse el miedo que le infunde escribir en gallego (lleva fuera desde los 22 años). Galicia está presente en su obra: «Cuando sueño, sueño siempre con Pontevedra, Marín, Santiago... y de mayor me imagino en Galicia. Creo que mi imaginario sitúa escenas en Galicia porque es donde nací y crecí», dice.

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