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Gallegos a la vanguardia

«Los españoles deberíamos quitarnos el complejo de inferioridad»

Los estudios sobre reproducción en yeguas y otros mamíferos del microbiólogo y bioinformático Álvaro López Valiñas, de la Universidad de Zúrich, podrían aplicarse también a mejorar la fertilidad humana

Álvaro López, ante el Matterhorn de los Alpes , la mítica montaña que aparecía en unas conocidas chocolatinas

Álvaro López, ante el Matterhorn de los Alpes , la mítica montaña que aparecía en unas conocidas chocolatinas / Cedida

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Para alguien que siente pasión por las montañas y el queso, Suiza es el país «por excelencia», bromea Álvaro López Valiñas (Lalín, 1992). Además de disfrutar de la espectacular naturaleza helvética y de su gastronomía, el microbiólogo y bioinformático, adscrito a la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zúrich (UZH), participa en estudios relacionados con la fertilidad de las yeguas y el ganado vacuno y cuyos resultados también podrían aplicarse a mejorar la reproducción humana.

Graduado en Biología por la USC, se trasladó a la ciudad condal para cursar un máster en Biotecnología molecular en la Universidad de Barcelona y, posteriormente, realizó una tesis sobre la evolución del virus de la gripe porcina en el centro de investigación en sanidad animal IRTA CReSA. Una etapa que simultaneó con un segundo máster en Bioinformática y bioestadística para completar su formación.

Dudó entonces si dar el salto a la empresa privada, pero se decantó por continuar en el sistema público científico y en enero de 2024 fichó por la UZH. Desde entonces, trabaja en el AgroVet-Strickhof, un centro dedicado a la investigación en ciencias agrícolas y animales y que pertenece a esta universidad y a la Politécnica Federal de Zúrich (ETH).

En su nuevo laboratorio ha cambiado los virus por las bacterias pero sigue aplicando herramientas de bioinformática para llevar a cabo estudios de genética: «Tenemos una cantidad de datos enorme que es necesario ordenar para extraer significancias biológicas de los resultados». Y uno de los proyectos de su grupo se centra en el microbioma de las yeguas y en cómo las distintas comunidades de bacterias pueden influir positivamente en su capacidad para gestar.

«Estudiamos las comunidades bacterianas que hay en el útero y hacemos comparaciones entre yeguas con y sin endometriosis, y que se quedan embarazadas o no, para poder determinar si tienen distintas poblaciones. En el caso de que un género fuese significativamente más abundante en las hembras sanas podría ser que tuviese un rol importante. Y estos resultados serían transferibles a la industria para que generen con esa bacteria algún tipo de fármaco o probiótico», explica.

Álvaro, trabajando en el laboratorio del instituto de investigación AgroVet, en Zúrich

Álvaro, trabajando en el laboratorio del instituto de investigación AgroVet, en Zúrich / Cedida

Las muestras que utilizan proceden de la Universidad de Illinois (EEUU) y ya han publicado sus primeros avances: «Diseñamos unas técnicas para detectar bacterias en baja biomasa. Se piensa que en el útero hay muy pocas y son muy difíciles de encontrar, pero pueden tener un rol destacado. Somos capaces de descubrir a las que están muertas y vivas y hemos generado un protocolo que estamos aplicando».

Álvaro también participa en una investigación relacionada con la diversidad de células del oviducto, el conducto que conecta el ovario con el útero. «Utilizamos una técnica muy pionera, single cell (célula única), y es la primera vez que se va a lanzar este estudio en vacunos. A lo largo de todo el oviducto hay muchas poblaciones celulares con gran interés científico y los resultados podrían tener aplicación directa en humanos y otros mamíferos», señala.

«El oviducto es un órgano muy importante porque es donde se produce la fecundación. Los tipos de células varían según los ciclos hormonales y también hay poblaciones que dan soporte al embrión temprano y a su desplazamiento hacia el útero para que el embarazo vaya a buen término», añade sobre la importancia de estos estudios.

El investigador lalinense, en plena escalada con un compañero.

El investigador lalinense, en plena escalada con un compañero. / Cedida

Otros trabajos recientes del grupo abordan cómo las distintas condiciones de oxígeno pueden mejorar la fecundación in vitro o la unión de los embriones con organoides de células epiteliales: «Estas técnicas de reproducción se utilizan mucho con animales y, en el caso de las yeguas, es un proceso complejo. Pero toda la investigación que hacemos también puede ayudar al ser humano».

En Suiza dispone de buenos equipos, pero Álvaro destaca que durante su etapa en un laboratorio de la USC aplicaban técnicas punteras en ese momento y añade que el IRTA CReSA cuenta con laboratorios de bioseguridad de nivel 3 para poder trabajar con microorganismos que causan enfermedades graves como la gripe aviar.

«Los españoles deberíamos quitarnos el complejo de inferioridad que tenemos. Siempre nos creemos menos, cuando en realidad es lo contrario. También tenemos infraestructuras buenas, pero lo que sí hay en Suiza es financiación para que los investigadores lleven a cabo sus proyectos. Es arriesgado, porque no siempre llegan a buen puerto, pero a la larga dan valor añadido a la economía. Y no creo que solo pase en ciencia. En general, todos los salarios deberían aumentar en España. El turismo es importante, pero también hay que apostar por otros sectores y profesiones que atraigan dinero y mejores sueldos. Quiero creer que los políticos lo saben y que están trabajando en ello», añade.

Esquiando en la montaña suiza

Esquiando en la montaña suiza / Cedida

A él le gustaría volver en algún momento, pero por ahora prefiere aprovechar esta experiencia internacional: «Vivir en el extranjero está bien y ahora es el momento de hacerlo. Además, es una de las cosas que se tienen en cuenta para poder conseguir las becas de estabilización como la Ramón y Cajal. Y en el campo de la bioinformática confío en que habrá opciones».

Al investigador lalinense le gusta mucho leer, pero tantas horas ante la pantalla del ordenador en el laboratorio y la revisión obligada de artículos científicos le dejan más de una vez «la cabeza frita», admite entre risas. Así que lo mejor es aprovechar el tiempo libre para desconectar en plena naturaleza. «Había estado antes en Ginebra pero era la primera vez en Zúrich y me encanta, es precioso. Este verano no hubo un fin de semana que no subiese a un pico de alta montaña», revela.

En su reciente viaje a Galicia, donde además de visitar a su madre en Lalín disfrutó de unos días «perfectos» en las Rías Baixas junto a su hermana, sus abuelas y su tía, descubrió una nueva afición: «Probé el surf y ahora me encanta. Ya le dije al monitor que en navidades volveré a A Lanzada».

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