Entrevista | Pino Sagliocco Promotor de conciertos, productor, manager... y mucho más que eso

«Me fui de casa a los 15 años para conseguir que mi familia estuviese orgullosa de mí»

«Cuando propuse reunir en un escenario a Mercury y Caballé me dijeron que estaba loco, pero yo sabía lo que hacía: le había escuchado a Freddie decir, durante una entrevista, que Montserrat era la artista española que él más admiraba, y que le gustaría poder cantar con ella»

Salvador Rodríguez

Salvador Rodríguez

Ha compartido mesa con reyes, príncipes, ministros, presidentes, alcaldes, intectuales… y, ya no digamos, con una rutilante nómina de artistas y músicos universales, los mejores de las cinco (o seis) últimas décadas, de algunos de los cuales se ha hecho amigo, un buen amigo. Por eso llama la atención que, al término de la conversación que hemos mantenido con él, nos diga que no olvidemos escribir esto: «Más allá del éxito artístico, mi mayor orgullo, aquello de lo que más satisfecho me siento a estas alturas de mi vida, es de haber cumplido con mi familia, con mi padre, con mi madre, con mi mujer, con mis tres hijos, con mis amigos…Y de tener siempre muy presentes mis orígenes, allí de donde vengo, de un pequeño pueblecito de agricultores de apenas 1.500 habitantes, de una casa humilde, donde todos trabajaban en el campo desde el amanecer hasta la puesta del sol todos los días de la semana».

Y es que el historial de Pino Sagliocco (Caronari, 1959) -como productor, promotor, manager «y mucho más que eso»- es impresionante y, aunque casi imposible de resumir, vayan por delante algunos nombres que él ha patrocinado (Frank Zappa, Queen, Davie Bowie, George Michael, Paul McCartney, Rod Stewart, Prince, Madonna, Amy Winehouse, Roger Waters, Elton John, The Rolling Stones, Frank Sinatra, Michael Jackson, Plácido Domingo, Leonard Cohen, Marc Anthony, Rosalía…) y unos cuantos logros, entre los que citamos su favorito, el encuentro sobre un mismo escenario de Freddie Mercury y Montserrat Caballé, y el nuestro: la actuación de Madonna en el estadio de Balaídos aquel inolvidable 29 de julio de 1990, el día en que Vigo, y Galicia, se incorporaron al mapa internacional de los macroconciertos.

«No, no. -niega el presidente de Live Nation Spain-. A mí de niño nunca se me pasó por la cabeza que de mayor iba a ser un organizador de grandes espectáculos. Carinaro (cerca de Nápoles) es un pueblecito que forma parte de eso que en mi país llamamos la huerta de Italia. Cuando yo era pequeño todos sus habitantes vivían del campo, y mi familia también, desde los tiempos de mis tatarabuelos… Nosotros no teníamos nada pero, eso sí, en casa siempre se comía bien: buen tomate, buena lechuga, buenas verduras, buen pollo, buen conejo, buena carne, buena leche… todo muy saludable. Pero era un pueblo pobre. El trabajo daba para comer, pero poco más. Nosotros no éramos propietarios ni terratenientes, al revés: trabajábamos para ellos, éramos peones de un campo alquilado, pagábamos una renta y vendíamos los productos que cultivábamos. Eso apenas daba para vivir, de hecho mi padre, además de agricultor, tenía que hacer otros trabajos para que la familia pudiese llegar a fin de mes».

Pino Sagliocco es...

  • Creador del “Festival Ibiza’92” en el que actuaron juntos en 1987 por primera vez Freddie Mercury y Montserrat Caballé, interpretando la canción “Barcelona” en una premier organizada en la discoteca KU de Ibiza.
  • Productor del festival «La Nit», evento del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de 1992, que ganó la medalla de oro del New York Film & Festival.
  • Fundador del festival Rock in Rio, que llevó por primera vez a España en 2008, repitiendo en 2010 y 2012.
  • En 2010 recibió el premio europeo de la Asociación de Promotores Musicales.
  • En Italia le ha sido otorgado el título honorífico de Cavaliere de la Ordine della Stella, en reconocimiento al valor de su trabajo como embajador de la cultura italiana en todo el mundo y muy especialmente en su patria adoptiva, España.
  • El julio de 2022 fue nombrado Embajador Especial de la Organización Mundial de Turismo.
  • En Vigo, además del de Madonna, fue el promotor, entre otros, de los conciertos de The Rolling Stones (18 de julio de 1998), Muse (8 de septiembre de 2022) y Guns N’ Roses (13 de junio de 2023), todos ellos celebrados en el estadio de Balaídos, así como el de Metallica (18 de julio de 1999) en el auditorio de Castrelos.
  • La revista Forbes lo ha incluido en su lista de empresarios más creativos del mundo.

—Su familia era muy católica…

—Sí, sobre todo mi madre. Es que, verás, te cuento que yo tuve muchos problemas al nacer, casi puede decirse que nací en coma, y por eso mi madre, para que yo pudiese salir adelante le rezó mucho a San Antonio, del que era muy devota, y yo creo que por eso me salvé, su creencia me salvó, soy un «milagro de San Antonio» (sonríe). Mi padre no rezaba tanto, pero era un gran luchador por su familia.

En los primeros cuatro años de su vida, el pequeño Pino apenas conoció otro hábitat que aquella «huerta de Italia». «A medida que fui creciendo -recuerda- ya me pareció que aquella vida era, además de dura, muy injusta. A mí lo que me gustaba era el fútbol, salir y jugar con mis amigos, y empecé a odiar los trabajos del campo». Cree Pino acordarse que sería «a los 8 o 9 años de edad» cuando realizó su primer gran descubrimiento: «Resulta que cerca de mi pueblo, había una especie de urbanización donde dormían los soldados norteamericanos que estaban destinados en la base militar de Nápoles. Cuando tenía 12 o 13 años encontré allí un garito regentado por un soldado negro que siempre escuchaba música rock, en aquel entonces absolutamente desconocida para mí. Mientras estaba allí, yo andaba con los oídos atentos, y así fue como descubrí a Jimi Hendrix, a Bob Dylan, a los Rolling Stones… De los Stones el que más me fascinaba era Brian Jones (miembro fundador, fallecido en 1969, a los 27 años) y eso que ya se había muerto, al punto de que llegué a querer ser como él, con su peinado, con sus jeans, con sus gafas Ray-Ban…y creo que lo conseguí» (ríe, mientras nos enseña una de las fotos de su adolescencia. Tiene razón: se le parecía mucho). «De manera que -continúa- empecé a «negociar» con los soldados. A cambio de una especie de champiñones que yo recogía de árboles muy altos, ellos me regalaron mis primeras Ray-Ban, mis primeros jeans…¡y mi primera chaqueta de terciopelo marrón, como la que llevaba Brian Jones en las fotos!».

—Y ahí empezaron sus primeros problemas familiares…

—Desde luego. Esas aficiones no le gustaban a mi padre, él quería que yo trabajase en el campo. Y mi madre pues… ¡ya no sabía qué hacer! Hasta que un día me armé de valor y se lo dije: «¡Yo quiero irme de aquí!». A lo que mi padre accedió, pero dejándome muy claro esto: «Si quieres, te vas, pero te vas tal y como estás», es decir, con un par de jeans y una camiseta, ese fue mi primer equipaje cuando me marché de casa.

Con Amy Winehouse

Con Amy Winehouse / FDV

—¿Fue una ruptura total? ¿A dónde fue a parar usted?

—Fue una ruptura, sí, pero no radical porque ¿sabes? Yo me fui, pero teniendo muy claro que mi objetivo era que mi familia se sintiese orgullosa de mí. Al principio me metí en un circo haciendo todo tipo de recados: barrer, limpiar, llevar el agua… y, eso sí, siempre me preocupé de que mis jefes llamasen a mi padre y hablasen bien de mí, para que mi madre no se preocupase.

Tras su etapa «circense», y algunas otras más, Sagliocco decidió conocer una gran ciudad, y la que escogió (¿o fue al revés, fue la ciudad la que lo escogió a él?) resultó ser Milán, a través de su Universidad Autónoma: «No me matriculé, pero conseguí un ticket para que me dejasen entrar en el comedor universitario. Recuerdo que los estudiantes estaban en huelga porque aquella era la época de las utopías, de las revoluciones románticas ….y yo me colaba, con solo 15 años, en las asambleas, donde escuchaba constantemente la palabra proletariado. Y entonces reflexioné: «¿Hablan del proletariado? ¡Pero si el más auténtico proletario de todos los que están aquí soy yo!». Y me percaté de que allí se hablaba mucho, pero se hacía poco, así que me dije: «Pues yo sí que voy a hacer cosas». Y de esa decisión surgió el embrión del futuro promotor: «Empecé a ganarme una modesta fama de promotor de actos culturales, sobre todo de conciertos con folquis italianos y franceses, muy del gusto de la izquierda italiana y, a la vez, del movimiento hippy». La etapa «revolucionaria » de Sagilocco, no obstante, finalizó de manera abrupta: «De repente, sentí que tenía que irme de Italia, probé con Ámsterdam y París, pero tampoco estaba gusto». Hasta que conoció a dos amigos catalanes que «me animaron a irme Barcelona. Si te digo la verdad al principio tuve mis reparos con España, pero un día, por fin, me subí al tren rumbo a Barcelona. Llegué a la conclusión de que en España había mucho trabajo por hacer, y era todo un reto convertir a este país una referencia musical proyectada internacionalmente. ¡Tenía 18 años, mucho tiempo por delante, y muchas cosas por hacer!». Y mira lo que he conseguido: he roto moldes, he hecho de España una referencia de la música en el mundo, he impulsado el flamenco por todo el planeta, he puesto en la órbita de las estrellas mundiales a esta tierra que me adoptó y que siento como mía también.

—¿En qué ambiente se movía en Barcelona?

—Al principio me instalé en una casa con unos compañeros, gente metida en los movimientos culturales alternativos y ecologistas, que en aquel momento estaban muy activos contra la energía nuclear.

En 1979 organiza su primer concierto «con estrella». La estrella era el arpista bretón Alan Stivel, nada menos que el gurú de la música celta: «Le organicé un concierto en Santa María del Mar en Barcelona y, luego, con ayuda del músico gallego Emilio Cao (recientemente fallecido) me lo llevé a Galicia». Ahí puede decirse que dio un salto al profesionalismo, en el sentido de que «ya se expandía por ahí que yo era un productor muy serio, muy responsable. Me asocié con la agencia Tecla Concert y con ella hice aquella etapa de giras con grupos como la Orquesta Mondragón, con Miguel Ríos …» aunque el punto de inflexión lo marcó el cantautor francés, de origen egipcio, Georges Moustaki, «al que en Cataluña consideraban como poco menos que un dios».

Paul McCartney y Pino

Paul McCartney y Pino. / FDV

Pino Sagliocco ya intuía, por esa época, que para triunfar como «hacedor internacional» de la música tenía una asignatura pendiente: no sabía hablar inglés, algo fundamental, antes y ahora, para participar en el circuito internacional, el de los grandes, el de los mejores. Así que había que aprobar esa asignatura: «A esas alturas, quien dominaba el panorama de los grandes conciertos de estrellas internacionales en España era Gay Mercader, y yo sabía que todavía no estaba en condiciones de competir con él. Mi deseo era ir a Inglaterra, pero tuve que conformarme con Escocia, porque mi novia era escocesa (ríe). Ingresé en un College de Edimburgo pero, claro, no tenía apenas dinero, y yo no quería que me mantuviese mi novia. Me ocurrió que allí me movía sobre todo entre latinos (españoles, italianos, brasileños…) con los que hablaba en italiano o español, no en inglés, pero conseguí organizar cosas, conciertos de la Orquesta Platería, espectáculos de sevillanas… y llegué a promover con gran éxito el festival Latin Carnaval. ¿El resultado? Que, de regreso a Barcelona, seis meses después, aunque creía que aún no sabía expresarme muy bien en inglés, pues resultó que sí, que al menos ya me sabía manejar… más o menos. Y además, acontecía que en aquella época estaba emergiendo la New Wave en Londres, con grupos como Spandau Ballet, Culture Club, China Crisis…y mi propósito era traerme a la New Wave a España donde, por otra parte, también se estaba gestando la Movida madrileña».

—Y consiguió traérsela…

—Sí, aunque antes me traje a gente muy «dura», a pioneros del rock and roll como Chuck Berry o Jerry Lee Lewis, o a James Brown (que actuó por primera vez en España en el Playa Club de A Coruña). Digo que era gente muy dura porque negociar con ellos era complicado: querían cobrar siempre por adelantado y ponían muchas exigencias.

—Una baza era la New Wave y, la otra, Ibiza…

—Obviamente. Yo estaba en empeñado en incorporar a España al circuito internacional y la punta de lanza sería Ibiza. Ibiza se convirtió en un referente mundial. A partir de 1983/85 yo ya tenía más acceso a los agentes internacionales de las grandes estrellas, estaba, hablando en términos futboleros, en la Primera División, pero aún no tenía la capacidad suficiente para dar el salto a la Champions League. Mi único apoyo económico era el dinero de la taquilla, porque la mayoría de las entradas se vendían el mismo día, no había sponsors, todo se basaba en la confianza personal mutua entre ambas partes. Pero, en 1985, conozco al manager de Queen, y conseguí tres fechas de conciertos en España para el año 1986: el 1 de agosto en Barcelona, el 3 en Madrid, y el 18 en Marbella. Para los de Barcelona y Marbella no había problemas, pero organizar, de aquella, un concierto en Madrid era toda una osadía, porque aquel no era el Madrid de ahora; a mediados de los 80, en agosto la ciudad era un desierto…O sea, que podíamos darnos un batacazo.

—¿Y qué hizo para evitar el batacazo?

—Recurrir al Informe Semanal de TVE. Contacté con Ramón Colom, que era el director, y le dije que podía conseguir una entrevista con Mercury. Se lo comenté sin que todavía la tuviese confirmada y con la dificultad añadida de que a Freddie no le gustaba nada conceder entrevistas. Pero, estando en Ibiza, y gracias a su manager, hablé con Freddie y, vaya, no le disgustó la idea, de hecho se portó muy amablemente conmigo, fue muy simpático, nos caímos muy bien . Y la entrevista para Informe Semanal se hizo, sí, con el marco del Hotel Palace de Madrid. Y a fe que esa entrevista tuvo una repercusión enorme y, por supuesto, fue la baza definitiva para superar aquel reto de hacer un concierto en Madrid en pleno mes de agosto.

Con Freddie Mercury y Montserrat Caballé

Con Freddie Mercury y Montserrat Caballé / FDV

—¿Cuándo empezó a ocurrírsele la idea de reunir en un mismo escenario a Mercury y Caballé?

—Eso tuvo su génesis y su proceso. Resulta que durante esa entrevista se le preguntó a Freddie con qué artista español le gustaría compartir escenario. Y con lo que dijo se me iluminó una luz en la cabeza: «Con Montserrat Caballé», respondió. Y yo me quedé alucinado. Escribí un télex al manager de Freddie, y no puso reparo. El reto, entonces, consistía en convencer a Montserrat. Contacté con su hermano y ni me atendió, creyó que estaba loco, que eso de mezclar el rock con la ópera…como que no lo veía.

Por fin, en marzo de 1987, Sagliocco consiguió reunirse con la Caballé, que se mostró encantada de poder cantar con Mercury, y «después cené en el hotel Ritz con Freddie, que estaba aún más loco que yo, porque quería cantar con Caballé en una discoteca, concretamente en la discoteca KU, de la que yo era copropietario, desde donde se transmitió una actuación televisiva que llegó a impactar hasta en los Estados Unidos . Allí se produjo, el 29 de mayo de 1987, la premiere mundial del himno «Barcelona», el de los Juegos Olímpicos que se celebraron en Barcelona en 1992. Y fue así como Pino Sagilocco se clasificó para jugar en la Champions.

«Soy muy creativo y siempre pongo el alma en todo lo que hago»

—En estos últimos años, los contactos para organizar conciertos de superestrellas se establecen entre promotor y manager, pero usted siempre dio especial importancia a conocer personalmente al artista que iba a contratar…

—Pues claro, porque si no lo hubiese hecho así no habría podido hacer todo lo que hice. En aquella época, en la que lo que se llevaba era el glamour, mi arma era la cercanía, el trato personal, porque yo los levaba a comer y a cenar, charlaba con ellos…Nunca usé el negocio por encima de todo, siempre prioricé que el artista estuviese bien atendido, que no le faltara de nada, y si había que gastar más de lo previsto, pues se gastaba, porque mi objetivo era que confiasen en mí y, para eso, tenía que demostrarlo, porque yo no tenía una financiera detrás.

—Ha sido un gran relaciones públicas….

—Modestamente, creo que he ido mucho más allá de eso. Yo me defino como un humanista, un idealista, un romántico y, por lo tanto, un creativo. De nada hubiese valido que les hubiese caído simpático a los artistas…A mí me elegían porque era el promotor que más se preocupaba creativamente, porque apreciaban que yo pongo alma y sentimiento a todo lo que hago, soy un torbellino emocional, y saben que los eventos que organizo consiguen una amplísima difusión y repercusión, que les hacen crecer todavía más como artistas, porque ellos y yo hablamos el mismo lenguaje: yo les entiendo y les comprendo, por eso tienen confianza en mí, en lo que hago, y en cómo lo hago.

—¿Alguna vez desistió de contratar a un artista porque le cayese mal?

—Me ha ocurrido pocas veces, en eso he tenido mucha suerte, y las veces en que me ha pasado no ha sido por culpa del artista, sino del entorno. Para mí, contratar a un gran artista no solo consiste en firmar unos papeles, sino de pasarlo bien con él, por eso me ocurrieron cosas como que Michael Jackson prefería venir a España antes que a otro país europeo, y además rebajando muchísimo su caché, porque confiaba en mí, y sabía que conmigo, tanto él como los demás, iban a estar no solo protegidos, sino mimados.

—Michael Jackson, junto a Freddie Mercury, probablemente haya sido no solo su artista favorito, sino también un buen amigo.

—Sin lugar a dudas, aún lo echo mucho de menos. Se cometió con él una gran injusticia, porque Michael jamás le hizo daño a ningún niño, de eso estoy completamente seguro. Él veía en los niños lo más puro que existe en el mundo, pero se convirtió en un Peter Pan, en un hombre que no quería crecer, que quería seguir siendo niño porque a él le habían robado su infancia. Yo he estado unas cuantas veces en su mansión de Neverland, y cuando llegaba allí me recibía como si fuese mi hijo pequeño. Su casa estaba llena de niños, casi 2.000, enfermos algunos, pero nunca quiso hacer publicidad de su generosidad. Se gastó cientos de millones en proteger a la infancia y no lo decía a nadie, porque lo hacía de corazón, pero sus abogados se equivocaron. No tenían que haber pagado nada cuando fue denunciado por primera vez, porque a partir de ahí vino todo lo demás, pero Michael era inocente de todo.

—Pino Saglocco continúa en la brecha, pero los tiempos han cambiado, como cantaba Bob Dylan. ¿Usted también ha cambiado?

—Los tiempos siempre están cambiando, y quizás ya no estoy tan conectado intensamente como antes, pero sigo ahí. En realidad, sigo siendo un romántico y continúo apasionándome con la música. Live Nation es una compañía Top-1 del mundo, y en ella persistimos en la importancia que tiene el contacto directo con los artistas, y seguimos pensando que, al igual que el público es quien manda y se merece todo el cariño, el artista también merece que se le den todas las facilidades para que, sobre el escenario, ofrezca todo lo mejor de sí mismo.

—Quizás mucha gente quisiera ser Pino Sagliocco, vivir el mundo de la música como usted ha vivido, pero algunos desistirían de sus deseos si supiesen el trabajo y el sacrificio que le han supuesto a usted llegar a donde ha llegado.

-Este es un trabajo muy duro, sí, a veces me siento como un bombero, porque me he pasado la vida apagando fuegos, y no todo el mundo tiene el talante para hacerlo. En este mundo hay que tener disciplina, templanza, controlar los tiempos… Después de tantos años he aprendido a torear en todas las plazas, y me han dado unas cuantas cornadas, pero también he disfrutado, y mucho. En esta vida nada es fácil y nada es gratis. El respeto no se regala, se gana, y por el camino hay que sacrificar muchas cosas. Y te digo una cosa: si volviese a vivir, haría lo mismo.

—Don Pino, ¿Cuándo le volveremos a ver por Galicia?

—Personalmente, espero que pronto, me encanta Galicia, y con este calor que hace por toda España, se ha convertido en un auténtico refugio durante el verano. En cuanto a los espectáculos, en estos momentos estoy de gira con el Occo Show, un gran show basado en el flamenco que, te confieso, me gustaría poder montarlo durante un fin de semana entero en el Parque de Castrelos…¡A ver si el próximo verano!

—Es que usted lleva el flamenco en el corazón…

—Te confieso que el flamenco me apasiona. Lancé internacionalmente a Camarón de la Isla, conquisté el planeta Tierra con Joaquín Cortés e impulsé a muchos artistas flamencos, ayer mismo (por el jueves) estuve con Estrella Llorente . Yo creo firmemente que el flamenco es el más valioso tesoro musical de España.

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