Entrevista | Jorge Díaz Escritor y guionista

«Los guionistas tenemos un mandamiento: No aburrirás»

El autor, uno de los tres integrantes del seudónimo colectivo Carmen Mola, publica novela en solitario: ‘El espía’

Jorge Díaz, uno de los tres autores del pesudónimo Carmen Mola.

Jorge Díaz, uno de los tres autores del pesudónimo Carmen Mola. / Javier Ocaña

Jorge Díaz es el segundo integrante del seudónimo literario colectivo Carmen Mola, que sorprendió al ganar el Premio Planeta en 2021, que publica novela en solitario este año aprovechando el tiempo de descanso que se han dado los tres autores para sacar un proyecto personal. ‘El espía’, un thriller histórico que recrea la vida del barón Von Rolland, agente alemán, y la combina con un una trama policíaca.

– Dice que cree que empezó a escribir esta novela cuando leyó en el instituto ‘La verdad sobre el caso Savolta’, de Eduardo Mendoza, ¿qué fue lo que descubrió ahí y por qué esperar tanto tiempo?

–Debo reconocer que esa es una visión un tanto romántica. En el instituto leí esa novela porque era de las obligatorias y me causó muy buena impresión aquella historia tan bien escrita y que refleja una ciudad apasionante, con espías, pistoleros y periodistas que se metían por todas partes. En esa edad que todavía no tienes muy claro lo que vas a hacer, pensé «yo quiero hacer algo así». Muchos años después, siendo yo ya escritor, volví a cogerla con aquel recuerdo agradable, quise enterarme un poco más qué había en el trasfondo de la trama y me encontré con dos personajes reales, el barón Von Rolland y el comisario Brabo Portillo, que tenía que usarlos para una novela. Pasó el tiempo y llegó el sunami de Carmen Mola, que me hizo olvidarme de novelas personales, pero el año pasado decidimos que íbamos a darnos un descanso y que escribiríamos cada uno de los tres una obra individual. Tenía dos o tres historias en el cajón y la que más me atraía era esta de ‘El Espía’, así que me puse en serio a documentarme e investigar.

– Nada hay mejor que encontrarse con un malo real pero en este caso tenía dos villanos, ¿por qué se decidió por él espía alemán de origen judío?

– Tengo que reconocer que aunque están basado en personas reales, en la novela son personajes de ficción, es decir el barón Von Rolland no era un santo pero tampoco el canalla que yo pinto; o quizás sí, eso nunca lo sabremos. Lo escogí porque era el que más podía ficcionar, porque su profesión de espía te permite rellenar con imaginación los huecos que hay sobre su vida. El comisario también es un villano magnífico, pero de él se sabe más de su vida y de su muerte en un atentado anarquista en 1919, después de haber creado en Barcelona la Banda Negra, un grupo de pistoleros que se enfrentaba a los anarquistas.

– ¿Qué datos manejó de ese personaje que ni era barón ni su apellido era germánico (se llamaba Isaac Ezratty y era de origen sefardí)?

– Lo que se sabía de él era que había sido jefe de los espías alemanes en Barcelona durante la Primera Guerra Mundial . Era judío, lo cual no tenía ninguna importancia en esa guerra pero sí en la Segunda Guerra Mundial, porque ya existen los nazis. Él se hace muy amigo de Wilhelm Canaris, otro espía alemán en España ascendido a almirante y jefe de la inteligencia del Tercer Reich. Canaris para evitarle los problemas que le suponía ser judío durante el nazismo le coge bajo su protección y lo manda a Argentina a trabajar para Alemania. Al acabar la Segunda Guerra Mundial lo entregan como agente nazi, aunque probablemente no lo fuera, y le interrogan los ingleses, que le tienen un año preso en un campo de prisioneros de guerra en Inglaterra; descubren que no había hecho nada tan grave y le sueltan, viene a España, consigue la nacionalidad española y desaparece, nunca se supo que había sido de él. Eso es maravilloso para crear un personaje de ficción a partir de puntos de reales. Ahí fue donde creé la parte de thriller de la novela , cuando el personaje muere ya en la primera página, en el año 1952, y el guardia civil Javier Bermejo tiene que encargarse del caso de asesinato, averiguar quiénes son los asesinos y además saber quién es el muerto.

– Es como si hubiera escrito dos novelas en una: una histórica, la que se refiera al personaje real, y una policiaca, la que se inicia con el asesinato de el espía, ¿fue difícil unir ambas?

– Ese era el gran problema, tuve la suerte de encontrar las actas de los interrogatorios que le hicieron los ingleses al barón: son aburridísimas, con ese lenguaje militar y administrativo, y yo lo que he hecho fue aliviarlas para que fueran más interesantes y me sirven para ir de un lado a otro y que el lector sepa en todo momento en donde está y que el pasado explique el presente y viceversa.

– Javier Bermejo, el guarda civil novato que lleva el caso en 1952, es un poco pazguato. ¿Qué tipo de héroe policial ha querido construir?

– Creo que pazguato es la palabra que lo define. Es un personaje que nadie quiere que descubra nada, el gobierno sabe que tiene ahí unos alemanes nazis y quiere hacer el paripé de que ha investigado pero no lo considera un asunto que afecte a los españoles. Entonces mandan a este joven a fracasar en su primer caso, pero Bermejo tiene el prurito de hacer bien su trabajo. Y después tiene la compañía de un personaje que tiene la filosofía del pueblo llano, nada elevada, pero que dice grandes verdades, me da vergüenza decirlo pero es una especie de Sancho Panza.

– Aparte de los personajes humanos, los escenarios son también protagonistas y tenemos una Barcelona de principios del siglo XX que dibuja casi como la cinematográfica Casablanca y luego pasamos a Mojacar en los años 50. ¿Qué ha querido conseguir con este contraste de ambientes?

– Me gustan los contrastes, en este caso entre el gran cosmopolitismo de Barcelona en 1918, que era como el centro el mundo en la época, y al lado Mojacar, un pueblo maravilloso que crece a partir de los 60 y que en aquel momento está casi en la Edad Media, tiene cosas de la Antigüedad que no han evolucionado. Volviendo al cabo Bermejo, me gustaba que un hombre que va desde Madrid, una ciudad en aquel momento de millón y medio de habitantes, y llega a un pueblo de 400 donde parece que él tiene todo que enseñar, es en Mojacar donde conoce lo que es enfrentarse a los poderosos, es un lugar donde todo el mundo sabe todo sobre todo el mundo y sin embargo está lleno secretos, quizás más que la gran ciudad en la que él vive. Y sobre todo, una cosa que me gusta de la novela es que él está muy enamorado de su novia, le manda cartas todo el rato, pero llega a Mojacar y descubre el deseo en cuanto conoce a Isabel.

– También ha dejado espacio, entonces, para el amor, ¿es un ingrediente necesario para que una novela triunfe?

– No hay demasiado, pero creo que toda historia lleva dentro una historia de amor. Hay autores para los que es muy fácil, pero otros tenemos más problemas para reflejar esto.

– El final es sorprendente, como es de esperar en una novela escrita por un guionista ¿una historia sin giros no tiene cabida hoy en día?

– Los guionistas tenemos el mandamiento de no aburrirás. Es fundamental meter giros, que sean sorprendentes y además creíbles, que no sean lo que todo el mundo se espera.

– En su experiencia de volver a escribir en solitario, ¿que ha echado de menos de trabajar con sus compañeros de Carmen Mola y qué es lo que más ha valorado?

–  Tengo la suerte de tener dos compañeros de mucho talento y les he echado de menos a veces cuando escribía la novela porque te encuentras con un nudo de la trama en que dices ¿cómo salgo de aquí?. Cuando estamos juntos hablamos y a uno de los tres se le ocurre una idea que dices «sí claro, esa es». A cambio hay otras veces que tú piensas algo, tus compañeros no están de acuerdo y tienes que descartarlo, así que si la novela es tuya no lo descartas. Estoy feliz trabajando con Carmen Mola y también he disfrutado haciendo la novela yo solo. Lo que sí te digo es que la promoción del libro es mejor con ellos porque al acabar la presentación te vas a cenar o a tomar algo y cuando estás solo no sabes qué hacer.

– Es es el segundo de los tres que publica novela en solitario este año y las dos van de nazis, ¿es casualidad?

– Completamente; ni siquiera nos hemos leído hasta que la novela estaba escrita porque así lo pactamos para no influirnos y escribir tres Carmen Mola. Cuando yo ya estaba con mi novela leí la versión definitiva de la de Agustín (Martínez) y vi que también tenía nazis. No he leído todavía la de Antonio (Mercero), sé que va de una saga familiar y seguro que será estupenda porque él aborda muy bien los sentimientos y el tema le pega.

– ¿Usted es el más gore de los tres? 

– Yo diría que Agustín es el más gore; al principio lo era, pero creo que nos hemos ido contagiando los tres y hasta Antonio escribe gore. A mí me gusta la documentación y la ambientación pero ninguno de los tres somos especialistas de nada, escribimos de todo.

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