Entrevista | Pilar Eyre Periodista y escritora

«Quiero envejecer indignamente, en libertad»

«No me siento identificada con los consejos que dan a las mujeres a partir de cierta edad del tipo córtate el pelo, fuera ropa ajustada, el mundo hombres se ha acabado, dedícate a tus hobbies», manifiesta la autora, cuya última novela, ‘Señoras bien’, aborda una historia sobre mujeres de más de 60 en su etapa de plenitud

La autora catalana de origen gallego Pilar Eyre.

La autora catalana de origen gallego Pilar Eyre. / FDV

En sus novelas siempre introduce algún personaje de origen gallego como homenaje a su padre, el pintor Vicente Eyre, y a su abuelo, que fue magistrado del Tribunal Supremo en Barcelona, ciudad en la que Pilar Eyre nació en 1951 y donde transcurre la historia de su último libro Señoras bien (editorial Planeta), una novela protagonizada por una arquitecta jubilada que tiene que regresar al despacho que fundó junto a su amiga siendo veinteañera, y que ha dejado a su hija, por un grave suceso que hace peligrar su continuidad. «Quería escribir una novela que me divirtiera y que divirtiera al lector», comenta la periodista y escritora, que se inspiró en historias propias y de sus amigas para trasladar a la ficción y ofrecer así un retrato de las mujeres de 60 y 70 años de hoy en día en el entorno de la burguesía barcelonesa. Son mujeres, como ella, que no se resignan a asumir el papel que la sociedad les atribuye tradicionalmente al llegar a cierta edad.

– ¿Por qué ha decidido volver a la literatura de ficción y a una novela más ligera después de sus últimos libros, históricos y documentados?

– El último libro, Tierra de amor y de guerra, me costó muchísimo escribirlo, tanto emocionalmente, porque eran historias familiares, como desde el punto de vista técnico: eran varias novelas en una, había mucho contexto histórico y además en una época poco documentada. Sufrí como una bestia , entonces cuando acabé tenía ganas de divertirme en algo explosivo como cogerme una borrachera o dar la vuelta al mundo en barco. Quería escribir un libro para pasármelo bien y que se lo pasen bien los lectores. Empecé a escribir y los personajes, al construirlos bien, van a su aire, estas mujeres empezaron a vivir unas historias fantásticas y yo me empecé a reír con ellas como si no fuera yo la que estuviera escribiendo; me emocioné y cuando acabé me dije «yo quiero formar parte de este grupo de mujeres hasta el día en que me muera».

– ¿Quiénes son las «señoras bien»?

– Las de mi novela están en Barcelona, pero las señoras bien están en todas partes: en Vigo, en Madrid, en Nueva York o en Rabat; son señoras que ya no son mujeres florero porque han estudiado una carrera, han ejercido un trabajo, se han levantado a las seis de la mañana para ir a hacer visitas a la obra, pero realmente el marco en que se mueven es una Barcelona de clase alta: tienen sus joyas, tienen su deseo, van al Liceo, al Polo, pero sienten y se ríen como el resto de los seres humanos, y también lloran.

– ¿Qué distingue a la generación de mujeres que ahora tiene más de sesenta años respecto a sus madres y abuelas?

– Nosotras no queremos quedarnos en ese papel que se nos atribuye tradicionalmente, queremos ser nosotras mismas. Los libros de autoayuda o de consejos para mujeres de una determinada edad te dicen «córtate el pelo», «no hace falta que lleves ropa apretada, hay saris indios muy bonitos y muy sueltos, «no te pintes las uñas de rojo porque las manos parecen garras», «dedícate a tus hobbys, el mundo hombres ya se ha acabado», «necesitas tranquilidad». Yo no me siento nada identificada con todo eso y teniendo en cuenta que el mundo cultural está en manos de las mujeres –el 70% de los lectores son mujeres, a las conferencias van prácticamente todo mujeres, a cenar a los restaurantes en Barcelona también – y sin embargo están muy poco reflejadas en los libros, yo he querido hacer un libro divertido para nosotras, y para todo el mundo, los hombres también.

– ¿Estar siempre preocupadas por nuestra imagen no es también una imposición social?

– Yo siempre digo que no quiero envejecer dignamente: yo quiero envejecer indignamente. Hay que envejecer en libertad, tengo amigas que después de la pandemia se dejaron el pelo blanco, yo les digo que parecen abuelas pero a ellas no les importa. Allá ellas, si les gusta así adelante, eso depende de cada uno. Pero es que a mí no me gusta ir cómoda ni práctica porque si me gustara iría con pijama por la calle; a mí me gusta ir mona, arreglarme, mantenerme bien, comer bien, tengo un pulmón solo, así que no fumo y llevo buena vida. Supongo que eso viene de haber estado enferma de joven.

– ¿Las historias que narra tienen algo de autobiográfico?

– Es una novela con personajes de ficción, pero te aseguro que todo lo que les pasa es de verdad, son historias que me han pasado a mí, a amigas mías o que he oído contar.

– Qué le sucede a la protagonista de la novela?

– Andrea es una arquitecta retirada que tenía su estudio desde joven con su socia, Nieves, hija de gallegos, por cierto (en mis libros siempre salen personajes gallegos, por algo mi padre lo era). Ella le ha dejado su estudio a su hija y se está arreglando para salir con su amante, Javier, a una clase de cocina (una cosa que hacen mucho las señoras bien de Barcelona, aunque la mayor parte de ellas no se va a meter nunca en una cocina) y entonces se da cuenta de que a esa vida que lleva de esteticien, peluquería, clases y demás le falta aquello de lo que tanto se quejaba: las visitas a la obra, llevar las uñas rotas por estar trabajando codo con codo con los jefes de obra, esa vida de pasión por el trabajo. Entonces acontece en el despacho de arquitectura un hecho horrible y ella tiene que ir a solucionarlo, vuelve al despacho y de alguna manera encuentra otra vez el amor.

«Estoy en el mejor momento de mi vida: me encuentro bien físicamente, creo que hago una buena labor como Youtuber compartiendo mis conocimientos y experiencia, no tengo pareja pero estoy abierta al amor»

– ¿Y usted en qué momento vital se encuentra?

– Estoy en el mejor momento de mi vida: me encuentro muy bien físicamente, no tengo pareja pero estoy abierta al amor, salgo con mis amigas, soy youtuber y creo que encima hago una buena labor porque quiero transmitir lo que sé, mis conocimientos. No sabía cómo hacerlo porque no soy profesora y en Youtube cuento historias de la realeza, de Historia de España, de mis experiencias periodísticas y de todo en lo que puedo ayudar a la gente joven, entonces me lo paso muy bien.

– ¿Amor, humor y también intriga son los ingredientes que ha querido mezclar en su novela para que sea un cóctel de éxito?

– Le consulté a mi editora y, en la parte que se refiere a arquitectura, le pregunté a mi nuera, que es arquitecta, cuál era el mayor terror que le podría pasar a un arquitecto en su trabajo, ella me dijo «que se te caiga una obra sin motivo, que se muera alguien y que encima no tengas permiso de obra». Entonces dije: «Ya lo tengo». Sí, hay un poco de todo, incluso a los personajes que he querido pintar malos al final son buenos porque todo el mundo lleva un ángel dentro, la cuestión es mantenerlo a lo largo de toda la vida. También hay personas con actos de generosidad que he querido plasmar, concretamente  la historia del personaje de Nieves, hija de un constructor gallego que hacía apartamentos en la Costa Brava, quien al fallecer su padre donó todo el dinero de su herencia a una fundación con los mismo fines que cuento en el libro. Son historias conmovedoras que yo he conocido, como me dijo un amigo es un libro luminoso, y eso me encantó.

– Uno de sus escritores referentes es Juan Marsé, ¿ se puede ver algo de él en su nueva obra?

– Le he querido rendir un pequeño homenaje en el libro y le he puesto una calle con su nombre. Es mi escritor favorito y mantengo el orgullo de que el año pasado un compañero nuestro, Víctor Fernández, encontró unos manuscritos de él, de su diario, y en una de las hojas ponía: «Estoy leyendo el libro de Pilar Eyre». Eso me impactó, sentí más orgullo que si me hubieran dado el Nobel. Él retrata una Barcelona fantástica, más proletaria, la que yo retrato yo es otra distinta, son las dos piezas de un puzzle.

– La protagonista del libro se siente de alguna manera culpable por haber estado un tanto ausente de la educación de su hija por motivos laborales , ¿ese sentimiento es algo inevitable en las madres trabajadoras de su generación?

– Sí, yo he deseado mucho ser madre y no podía, mi hijo es uno de los primeros que nacieron en España por fecundación in vitro – el número 70­– , yo tenía ya 38 años y fue un hijo muy deseado, pero trabajaba en este oficio tan perro que tenemos, tenía que viajar, salir, hacer guardias,... entonces pensaba «con las ganas que tenía de tener este hijo y ahora tengo que ir de viaje a Sevilla y empalmarlo con otro a Madrid»; cuando él era pequeño me pasaba todo el rato llamando a casa para decirle a la chica qué tenía que hacer con el niño a cada hora. A los hombres nunca los veía hablar de estas cosas por teléfono mientras trabajaban, ni tomando cervezas con sus amigos cuando acababan su jornada. Lo importante es que mi hijo y yo estamos muy unidos, nos queremos mucho y le he dado ejemplo de persona trabajadora, cumplidora y honesta, que es lo que he tratado de ser yo siempre.

– ¿Es posible seguir creyendo en el amor y enamorarse a estas edades, con todo lo que una sabe?

– Es verdad que vamos sabiendo, pero una tiene algo inocente dentro que vuelve a reverdecer cada vez que te enamoras. Me quedé viuda y pensaba «bueno, ahora yo a dedicarme a mi trabajo y a mis amigas», pero hay algo en la vida que solamente lo puede llenar el amor. Te dicen que ya sabes más, ya tienes tus reservas, pero si te enamoras de verdad tropiezas otra vez en la misma piedra y cometes los mismos errores; esa es la gracia, si te reservas y no te lanzas, ¿dónde esta el vivir?

«A veces no sé si soy catalana o gallega, en mi casa siempre cantábamos el ‘Oliñas veñen’ en los banquetes, hasta mi hijo, que habla catalán, se lo ha enseñado a la familia de su novia. Tenemos un pazo cerca de Monforte que heredamos 34 primos y nos turnamos para ir en verano. La tierra tira»

– ¿Qué relación tiene con Galicia?

­– A veces no sé si soy catalana o gallega; mi abuelo gallego era magistrado del Tribunal Supremo y vino a vivir a Barcelona, adonde lo destinaron cuando mi padre solo tenía diez años, pero en mi casa cuando hacíamos esos banquetes multitudinarios que hacen los gallegos, de 30 o 40 personas, siempre acabábamos cantando el ‘Oliñas veñen’, hasta el punto de que mi hijo, que habla catalán, lo canta y hasta se lo ha enseñado a su novia y a la familia de ella. Somos 34 primos hermanos a los que nuestro abuelo nos dejó un pazo al lado de Monforte, que nos debe de tocar un ladrillo a cada uno, y nos vamos turnando para ir en verano. La tierra tira mucho.

– Este año habrá también otras dos novedades en su trayectoria editorial.

– Sí, estoy muy contenta porque en junio van a reeditar la biografía ‘Franco confidencial’ con un prólogo nuevo, no ha dejado de venderse nunca desde que se publicó por primera vez, y en julio saldrá mi libro ‘Yo, el Rey’ traducido al francés. La verdad es que estoy llena de proyectos.

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