Gallegas a la vanguardia

«Trump ha traído incertidumbre y caos a la ciencia»

La investigadora Andrea Muñoz Ibáñez lidera un proyecto Marie Curie para almacenar CO2 como mineral inyectándolo en rocas

Andrea Muñoz, junto al edificio Maraya, en Arabia Saudí.

Andrea Muñoz, junto al edificio Maraya, en Arabia Saudí. / FDV

Sandra Penelas

Sandra Penelas

La batalla contra el cambio climático pasa por la reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera o por su captura o reutilización. Andrea Muñoz Ibáñez (A Coruña, 1991) lidera un innovador proyecto europeo Marie Curie para transformar el dióxido de carbono en mineral inyectándolo en rocas. Tras su paso por la Universidad de Ciencia y Tecnología King Abdullah de Arabia Saudí y un año y medio en el Georgia Tech, en Atlanta (EE UU), la investigadora continuará ahora su trabajo en el mismo grupo de la UDC donde se doctoró como ingeniera civil antes de iniciar una apasionante «aventura» para «avanzar» en su carrera profesional.

De forma previa a su viaje a Arabia, trabajó unos meses como ‘postdoc’ entre las universidades de A Coruña y Vigo. Y se fue a la King Abdullah para aprender de uno de los investigadores más reconocidos de su campo, Carlos Santamarina, argentino de ascendencia asturiana. «La experiencia fue fantástica. Allí recursos financieros no faltan y todos los equipos del laboratorio eran ‘Ferraris’, la última versión. El ambiente era muy internacional, convivíamos personas de más de cien nacionalidades dentro de la universidad. Siendo mujer, tenía miedo de lo que me encontraría fuera, pero la gente era encantadora. El país quiere abrirse y siempre me sentí muy a gusto», relata.

En The Arch, cerca del pueblo de Al Ula, en Arabia Saudí.

En The Arch, cerca del pueblo de Al Ula, en Arabia Saudí. / FDV

Mientras preparaba la mudanza, su supervisor le informó de que iba a regresar a EE UU y le proponía quedarse en la King Abdullah después de su partida o irse con él al Georgia Tech, pero sin garantías de financiación. Así que Andrea le planteó solicitar una prestigiosa ayuda Marie Curie para proyectos que se desarrollan, en alguna de sus etapas, fuera de Europa. Pese a la dificultad que supone ser aceptada en un programa tan competitivo, lo consiguió y, tras un año en el país saudita, volvió a hacer las maletas con destino a Atlanta.

Desde su llegada en septiembre de 2023, su proyecto Geomimic ha dado lugar a resultados «muy interesantes» en el novedoso campo de las tecnologías de captura y almacenamiento de CO2. «Las formaciones geológicas de las que hemos estado extrayendo recursos fósiles como el petróleo o el gas son lugares que tienen una cierta porosidad y podemos utilizarlos como reservorios para inyectar el dióxido de carbono y que permanezca ahí de forma permanente. Pero si lo hacemos directamente puede liberarse a través de algún tipo de grieta, por eso buscamos su mineralización, es decir, que reaccione con la roca para formar un mineral sólido y que se quede ahí atrapado», explica.

Andrea estudia las interacciones entre el CO2, las rocas y el agua, que también es necesaria para que ocurran esas reacciones químicas, con el objetivo de optimizar un proceso que plantea importantes retos. «Buscamos inyectar el dióxido de carbono en formaciones que están a cientos y, a veces, a kilómetros de profundidad bajo la superficie terrestre. Y entonces tenemos que trabajar a muy alta presión y muy altas temperaturas, lo que complica las cosas», apunta.

Esta tecnología puntera se empezó a desarrollar en Islandia, donde cuentan con la primera planta piloto del mundo que captura CO2 y lo atrapa bajo tierra: «Es el lugar perfecto porque allí tienen una gran cantidad de rocas ígneas y muchísimo acceso a agua».

Además de realizar simulaciones numéricas y análisis de datos, Andrea también trabaja en el laboratorio con rocas ígneas máficas, con un alto contenido en calcio, hierro y magnesio que reacciona con el dióxido de carbono disuelto en agua para formar carbonatos. «Están muy fracturadas de forma natural porque se forman por la solidificación del magma y mi proyecto se centra en entender cómo estas fracturas pueden afectar a la inyección de CO2 o a todas las reacciones químicas que pueden ocurrir», comenta.

El regreso de Andrea a Galicia ha coincidido con el segundo mandato de Trump, un presidente negacionista del cambio climático que ha puesto al sistema científico estadounidense en su diana: «Ha traído muchísima incertidumbre y caos. En las universidades está habiendo muchísimos recortes y están echando a gente de departamentos enteros que dependían del gobierno. En mi grupo del Georgia Tech, que se dedica a la geotecnia aplicada a la transición energética, teníamos muchos proyectos que dependían de la financiación del Departamento de Energía de EE UU y, a día de hoy, está todo parado. Hay muchos estudiantes de doctorado extranjeros que de un día para otro se han quedado sin trabajo. Quizás ahorren dinero a corto plazo, pero a ver qué pasa a medio y largo plazo porque repercutirá en la economía del país».

La investigadora coruñesa Andrea Muñoz, en la famoSa Curva de la Herradura, en el río Colorado (Arizona, EEUU).

La investigadora coruñesa Andrea Muñoz, en la famoSa Curva de la Herradura, en el río Colorado (Arizona, EEUU). / FDV

Afortunadamente, ella ya se ha reincorporado al grupo de Ingeniería del Terreno de la UDC liderado por Jordi Delgado. Y su «sueño» es poder quedarse en Galicia cuando finalice la ayuda Marie Curie. «Tengo mucha suerte de haber tenido esta oportunidad maravillosa de trabajar en países tan diferentes y conocer a gente de otras culturas y formas de ver la vida. Son experiencias que te llevas para siempre y que te abren la mente. Pero me encantaría poder quedarme aquí y poner mi pequeñito granito de arena en la lucha frente al cambio climático», expresa.

Defiende además que en Galicia y en España se puede hacer ciencia de alto nivel: «Es una cuestión de inversión, no de capacidad. A cualquier lugar que vas, te encuentras a investigadores de nuestro país en puestos buenísimos. Pero faltan oportunidades para volver. Habría que abrirles las puertas».

Su trayectoria también sirve de referencia en un ámbito de conocimiento que, a nivel global, todavía es mayoritariamente masculino: «Nunca me han tratado de manera distinta, pero sí es verdad que hay muy pocas mujeres en el campo. Muchas veces tenemos menos visibilidad o pensamos que no nos merecemos el lugar en el que estamos. Y claro que nos lo merecemos. Siempre ayuda tener modelos que te convenzan de que tú también puedes conseguirlo».

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