Olvidados... y olvidadas

Una exposición en la Fundación Mapfre rescata a los artistas ignorados del surrealismo y la obra de importantes mujeres del movimiento

El término surrealismo fue acuñado por el poeta Guillaume Apollinaire en 1917 para definir los derroteros de un arte que pretendía ir más allá de lo real. Para ello utilizaba la fuerza de los sueños como territorio del inconsciente y el automatismo síquico como modo de expresión. Tomo prestado el título de una película de Luis Buñuel, el más significativo cineasta del surrealismo aunque «Los olvidados» pertenezca al género neorrealista, para situar los contenidos de la exposición con que la Fundación Mapfre conmemora el centenario del primer manifiesto de este movimiento, redactado por André Bretón en 1924 (el segundo se publicó en 1930). En efecto, aquí se han reunido obras de artistas que apenas se mencionan cuando se recuerda a los creadores más destacados de este movimiento. Es verdad que también también se pueden ver obras de los «grandes», como René Magritte, Dalí, Max Ernst, Paul Delvaux o Yves Tanguy. Los Otros surrealismos que recoge la exposición son aquellos que no tuvieron su centro en París sino en sus periferias o en otros países de Europa y América Latina, y también dedica atención al importante papel que desarrollaron las mujeres, en cierto modo marginadas: en su manifiesto, Bretón las describe como «bellas y sin nombre». Los surrealistas reservaban para la mujer el papel de ‘medium’. España, Bélgica, México, Brasil y Argentina apenas se mencionan cuando se habla de surrealismo, cuando algunos artistas del movimiento tuvieron sus orígenes en esos territorios. De España salieron Dalí, Buñuel, Miró y Óscar Domínguez, que hicieron su trabajo en buena parte en Francia. Pero otros españoles también desarrollaron una labor importante, como Nicolás de Lekuona, José Alemany o Ángel Planells. También mujeres: Amparo Segarra, Raquel Forner, María Martins, Remedios Varo y sobre todo la gallega Maruja Mallo, la gran olvidada, de quien se muestra aquí una obra importante y numerosa.

Además de las españolas, hubo importantes mujeres artistas en el surrealismo aunque el movimiento las relegara a un segundo plano en el mejor de los casos. Entre ellas destaca Gala, la compañera de Salvador Dalí (aquí se expone su famoso zapato), Leonora Carrington, Dorothea Tanning, Jane Graverol, Rita Kernn-Larsen y otras muchas (en total 35) de las que aquí se recogen sus obras importantes. Para restaurar su protagonismo, cada sección de la exposición comienza con una obra de una mujer.

La exposición alberga más de 200 obras que analizan y documentan los aspectos claves del surrealismo desde tres grandes bloques temáticos. El primero acoge las diversas lecturas del surrealismo canónico de Bretón, de cuyo control férreo algunos artistas se apartaron, como Gala, Dalí y los surrealistas belgas. A partir de aquí, sus grandes temas: el sueño, el inconsciente, el deseo y las visiones sobre la ciudad o el cosmos.

En Argentina también hubo un importante movimiento surrealista desde que Bretón estuviera presente en Buenos Aires a través de la revista «Minotaure». La argentina Raquel Forner tuvo un importante papel en la difusión del movimiento en este país. En España, Tenerife fue un centro importante desde la visita de Bretón para inaugurar la «Exposición surrealista» en 1935. En México el fundador del surrealismo asistió invitado por Frida Kahlo, Diego Rivera y el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo. En Martinica Bretón se interesó por la obra de Héctor Hyppolite, relacionada con el vudú.

En el apartado dedicado al sueño y el deseo están las obras asociadas al inconsciente y a los sueños, sin olvidar las pesadillas, a veces premonitorias de guerras y acontecimientos dramáticos. El tema del deseo se relaciona con el concepto de «amour fou» de Bretón, que brota de lo irracional, idea relacionada con la invención del estereotipo femenino concebido por los surrealistas. De ahí que creadoras como Toyen traten de romper esa etiqueta para abrir el deseo a sus apetencias. Otras artistas vinculan su obra a mundos mágicos, videncias y telepatías. Gala, Remedios Varo y Leonora Carrington compartieron su pasión por el tarot y la videncia como escape de la realidad.

La búsqueda de la piedra filosofal fue uno de los asuntos predilectos de los surrealistas. La sustancia mítica que convertiría los materiales en oro. Este tema está presente en la sección dedicada a ‘El castillo de los surrealistas’. Inspirado en aquel viaje a Tenerife de 1935, Bretón escribió el texto de «El castillo estrellado», que estaría construido de piedra filosofal. Para Maruja Mallo, que encabeza esta sección y la siguiente («Ciudades invisibles, modernas, nocturnas»), hay una concepción de la naturaleza en la que las piedras simbolizan posibilidades infinitas. Las ciudades son la contraposición de los bosques, dos caras de una misma moneda. Si la naturaleza es un médium, las ciudades representan el mundo moderno, otro de los objetos preferidos por los surrealistas, que perseguían mundos intangibles cuya dimensión espiritual alude al cosmos. A destacar también la presencia en la exposición de los grandes fotógrafos del surrealismo, desde Man Ray, Brassaï, Grete Stern, Dora Maar, Annemarie Heinrich, Cecil Beaton, Imre Kertész y Eric Schaal a Tina Modotti y Manuel Álvarez Bravo.

  • Título: «1924. Otros surrealismos»
  • Lugar: Fundación Mapfre. Madrid
  • Fechas: hasta eñ 11 de mayo

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