Los viejos oficios: Fernando Freire, sastre
Maestro de todas las medidas
Toda una vida entre cinta métrica, agujas y botones. Viste a famosos y anónimos y es segunda generación de un oficio del que ya apenas hay profesionales. Por eso Fernando Freire, uno de los más reputados sastres de España, imparte clases en Santiago para que esta artesanía tenga relevo generacional

Los viejos oficios: Fernando Freire, sastre / Xoán Álvarez
Aroma a telas, atención personal y ausencia de prisa. Viste a todos los que optan por la distinción de la ropa hecha a medida, la que se hace con precisión y, sobre todo, con amor a la profesión. Porque si algo tiene Fernando Freire, único sastre con carta de artesano de Galicia, es pasión por el oficio. De familia le viene porque su padre, Manuel Freire, ya era sastre en su municipio natal, Arzúa. Así que antes incluso de empezar a hablar, ya jugaba entre agujas y telas. Hoy, con taller y tienda en Santiago, quiere formar a nuevos valores en el mundo de la sastrería, profesión con cero por ciento de paro y altísima demanda.
Su padre fue mentor de muchos aprendices y hoy lo es el hijo. Cuando llevaba décadas trabajando en lo suyo para una conocida empresa, Fernando Freire decidió emprender a los 58 años y abrir la sastrería artesanal que lleva su nombre en el número 11 de la calle Ramón Cabanillas de Santiago. La incompatibilidad de horarios en la firma en la que estaba con su faceta de docente de una nueva generación de sastres fue el impulso que necesitaba para dar el paso. Tras obtener la carta de artesano, desde Artesanía de Galicia le propusieron convertirse en maestro del oficio. Y así fue. Esta iniciativa vinculada a la sastrería artesanal es pionera en España y el objetivo es continuar en esta línea de trabajo para seguir formando futuros profesionales.
Además de la docencia, Fernando ofrece sus servicios a un público diverso que valora las prendas hechas a mano. Los viandantes incluso pueden verle en acción a través de las cristaleras de su taller. El local está dividido por el espacio de atención a la clientela, una zona de tejidos y muestrarios, otra al lado de la entrada donde hay una mesa de cortar de cara al público y no faltan los recuerdos en merecido homenaje a su familia. Por eso en la tienda se puede ver en una fotografía al padre, Manuel, cosiendo en un jardín y, en la inferior, al hijo con la misma máquina con décadas de historia. Hay más, la manta de lino y lana que le regaló su madre en la inauguración del taller, elaborada en su propia casa, con lana de sus ovejas e incluso teñida por ella. Los recuerdos incluyen las tijeras de su padre y los primeros dedales, además de otras herramientas del oficio.
Aparte de la profesión, su progenitor le inculcó valores como «la humildad, la constancia, el esfuerzo, el colaborar o el ayudar, la atención personalizada o el trabajo bien hecho», dice este maestro volcado en transmitir su conocimiento a futuras hornadas de sastres. Por eso acerca el oficio a quienes lo desconocen a través de las redes sociales, se deja ver trabajando en su taller y enseña todo lo que sabe -que es mucho- sobre las prendas hechas a mano de inigualable prestancia. Se puede saber más de su labor en Instagram (fernandofreire.sastre), donde también están los cursos, únicos en España, en colaboración con Artesanía de Galicia.
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