Mujeres fuera de serie

La buscadora de historias

Zaza Ceballos, directora, productora y guionista, fue la primera responsable de compras de producciones ajenas de la Televisión de Galicia y atrajo éxitos como «Bola de Dragón» o «Mr. Bean». Fundó la productora Zenit para promover la ficción gallega y divulgar la historia de mujeres referentes.

Zaza Ceballos, en su productora Zenit Televisión.

Zaza Ceballos, en su productora Zenit Televisión. / Xoán Álvarez

Amaia Mauleón

Amaia Mauleón

Su vida transcurre rodeada de historias. Las historias que encierran las decenas de series y películas que ve cada año, de los múltiples libros que lee. Zaza Ceballos es una buscadora de historias. De buenas historias.

La productora, guionista y directora gallega fue la primera responsable de Compras de la Televisión de Galicia cuando se fundó a mediados de los años 80. Viajaba por mercados de todo el mundo en busca de producciones que atrajeran al público gallego. Después, promovió que la cadena autonómica creara sus propias ficciones y, el siguiente escalón, fue crear ella misma sus películas, la mayor parte basadas en las vidas de ilustres gallegos y, sobre todo, de mujeres referentes. Un fomento de la cultura que ha sido reconocido con diversos galardones.

Zaza a veces siente que vive en exceso dentro de la ficción, un mundo que la sigue fascinando, y casi se obliga a poner los pies en la tierra y socializar en la vida real.

La curiosidad de esta pionera del audiovisual gallego comenzó a fraguarse cuando era niña y ya buceaba durante horas en los libros y veía todas las películas que tenía a su alcance. Su infancia no fue sencilla. Su padre, gaditano, era comandante de submarinos, por lo que habitualmente estaba embarcado, y su madre -ferrolana, hija del ingeniero José María González-Llanos, fundador de Astano- falleció cuando ella tenía solo diez años. En aquel momento, Zaza ya tenía seis hermanos varones.

Se crio con sus abuelos paternos y con dos tías solteras de las que, asegura, aprendió mucho sobre la independencia de la mujer. «Ellas eran médica y matemática, pero también aprendí mucho de otras hermanas de mi madre que eran madres de familia numerosa», advierte. De su abuela Ignacia heredó no solo el nombre sino también la pasión por la lectura «y el respeto por los valores».

Zaza Ceballos en una imagen de su infancia

Zaza Ceballos en una imagen de su infancia / Cedida

Al fallecer su madre, la familia decidió que Zaza fuera a estudiar interna a un colegio en Soria. «Fue un acierto, porque aquellos años con las monjas aprendí a resolver problemas y a ser resiliente: todos estamos hechos de nuestra genética y del contexto en el que nos desarrollamos», considera. Su padre se volvió a casar y tuvo otros tres hijos, por lo que Zaza disfruta de una familia muy numerosa. «Tengo nada menos que 76 primos y nos reunimos siempre que podemos».

A los 17 años, la gallega decidió estudiar Biología, ya que también era una apasionada de las ciencias del mar, pero al poco tiempo se dio cuenta de que aquellos estudios no encajaban con lo que buscaba y se embarcó a Estados Unidos, donde también tenía familia, para estudiar inglés y literatura. A su vuelta, se matriculó en Filología en Santiago, ciudad en la que ha vivido desde entonces, excepto algunos periodos en Madrid, cuando trabajó para el grupo Endemol. «Nací de casualidad en Madrid, pero elegí vivir en Galicia», destaca.

«La animación quedaba en manos de la ayudante de TV3 y de mí, a quien, con solo 25 años y siendo madre, asignaban lo que consideraban 'más de mujer'. Entonces tolerábamos cosas que hoy ni se me pasaría por la cabeza»

En aquellos años una decena de personas, todos hombres excepto ella, puso en marcha la Televisión de Galicia y Zaza en seguida se unió a ese grupo de emprendedores ya que su alto conocimiento del inglés era muy útil para llevar la relación con las agencias de noticias, primero, y al poco tiempo el entonces director general de la cadena, Lois Caeiro, le ofreció la jefatura de producciones ajenas. «Más del 60 por ciento de la programación se adquiría en mercados internacionales entre las tres televisiones autonómicas que existían entonces: la catalana, la vasca y la nuestra. Los otros dos responsables, ambos hombres, y yo nos encargábamos de la compra de series, películas y documentales. La animación, sin embargo, quedaba en manos de la ayudante de TV3 y de mí, a quien, con solo 25 años y siendo madre, asignaban lo que consideraban 'más de mujer'. Entonces tolerábamos cosas que hoy ni se me pasaría por la cabeza», comenta.

Zaza desarrolló un eficaz instinto para descubrir potenciales éxitos. «Teníamos un presupuesto escaso, por lo que no podíamos optar por los dibujos más famosos», explica. En uno de aquellos mercados la gallega descubrió un peculiar dibujo japonés y decidió apostar por él: era «La bola del Dragón», que se convertiría en uno de los más populares de toda una generación. «Fuimos la primera cadena en emitirlos y los niños comenzaron a llamar pidiendo más», recuerda sonriente. También Zaza compró otras series de gran éxito como «Batman y Robin» y acertó en que el humor inglés de «Mr. Bean» encajaría entre los televidentes gallegos.

Zaza Ceballos con Peter Strauss en Los Ángeles

Zaza Ceballos con Peter Strauss en Los Ángeles / Cedida

En los años 90, con la cadena más afianzada, Zaza insistió en que era el momento de apostar por las producciones propias. «Nos inspiramos en la serie británica ‘Ballykissangel’, que compré a la BBC, para crear la exitosa ‘Mareas Vivas’; en general la producción inglesa es una buena referencia», afirma.

La productora gallega recibió ofertas de grandes multinacionales como Sony, pero decidió tomar otro camino, más personal y arriesgado, y montar su propia productora: Zenit TV. «Mi idea era hacer ficción en Galicia y seguir vinculada a la TVG. Nos estrenamos con el primer serial nocturno de la TVG: ‘Rías Baixas’», relata, al tiempo que destaca la tranquilidad vital que le ha supuesto «hacer siempre lo que consideraba que sabía hacer mejor y elegir cada proyecto a conciencia».

Zaza fue madre muy joven y tuvo tres hijos, pero la maternidad no frenó su carrera. «Conté con la enorme ayuda de mis suegros y gracias a ellos me reincorporaba muy rápido al trabajo. Creo que es muy enriquecedor crear lazos, sean o no de sangre, con personas que ayuden a la familia. En el entorno profesional me encuentro con que las mujeres no somos muy hábiles para generar esos lazos… Hay que saber pedir ayuda y no pensar que eso nos minimiza como profesionales», aconseja.

De hecho, Zaza destaca que en su empresa –«que cuenta con mujeres en todos los puestos directivos»- las anima siempre a solicitar recursos cuando los necesitan, formación o tiempo libre, «pero a muchas les cuesta bastante pedirlo por esa ideología que nos han inculcado», lamenta.

Gran parte de los proyectos que ha desarrollado Zaza desde Zenit tienen que ver con la puesta en valor de personajes de la historia de Galicia, sobre todo de sus grandes referentes femeninos. Comenzó hace 15 años con una película sobre la Bella Otero, a la que siguieron otras sobre Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Sofía Casanova y, en estos momentos, ultiman la primera película sobre Castelao. «Es complicado levantar un proyecto cultural en ficción, y más en gallego, pero eso es parte de su valor. Las televisiones públicas deberían buscar formas para apoyar este tipo de proyectos», reivindica.

En el estreno de «Emilia Pardo Bazán, a condesa rebelde»

En el estreno de «Emilia Pardo Bazán, a condesa rebelde» / Cedida

En «Emilia Pardo Bazán, a condesa rebelde», Zaza se estrenó en la dirección. «Fui atrevida, pero resultó una experiencia fantástica gracias al apoyo de un gran equipo. La vendimos a varias televisiones autonómicas, pero lo que para mí fue más satisfactorio fue que gustase a uno de mis profesores de filología más admirados, Juan Manuel González Herrán, y a Darío Villanueva», afirma. 

El concienzudo trabajo de Zaza fue reconocido en 2021 con la Medalla Emilia Pardo Bazán y en 2024 con la Medalla de Oro de Galicia. «Me sentí muy agradecida al ver que dan valor a lo que haces… Las mujeres de mi generación no estamos acostumbradas a que nos den una palmadita en la espalda, pero a veces anima mucho que alguien lo haga», confiesa.

Zaza Ceballos cuando recibió en 2021 la Medalla Emilia Pardo Bazán

Zaza Ceballos cuando recibió en 2021 la Medalla Emilia Pardo Bazán / Cedida

Y sigue buscando historias. Las próximas, adelanta, abrirán una nueva ventana a otras dos grandes mujeres gallegas: María Casares y Maruja Mallo y serán dirigidas por directoras gallegas. También quiere asomarse a la comedia y prepara junto a la guionista Puri Seixido la película «Sanxenxo».

Zaza es infatigable y la formación continua es su fiel aliada. «En estos momentos estoy muy metida en la Inteligencia Artificial, creo que es esencial que conozcamos esta herramienta que nos va a acompañar, nunca a sustituir la creatividad humana», considera.

Y tiene también un proyecto vital que la ilusiona: «Me gustaría mudarme a una casa en la que pueda ver el mar», cuenta. Y allí, con esas hermosas vistas que imagina, seguirá leyendo, escuchando la música jazz que siempre la acompaña, y soñando nuevas historias. 

Las pioneras: Lois Weber, primera mujer que dirigió un largometraje

Lois Weber en 1916

Lois Weber en 1916 / FDV

Lois Weber (1879-1939) fue una de las directoras más importantes de la era del cine mudo en Estados Unidos. La también actriz, guionista y productora, fue la primera mujer en dirigir un largometraje, «El mercader de Venecia» (1914), aunque lamentablemente desapareció, como muchas de sus obras.

Firmó algunas de las películas más polémicas y exitosas de la época como «The Hypocrites» (1915), cinta anticlerical que contiene el primer desnudo frontal femenino de la historia del cine. Weber utilizaba las películas para difundir sus ideas y en 1916 dirigió «Where Are My Children?», donde hablaba sobre el aborto y los métodos anticonceptivos.

Fue además la primera en utilizar la pantalla partida en su película «Suspense», en 1913, y en experimentar con el sonido.

En 1917, decidió independizarse y crear su propio estudio. Continuó con el ritmo de producciones y éxitos (unas doscientas, de las que sólo sobreviven una veintena), pero el fin de la Primera Guerra Mundial y la llegada de los Felices Años Veinte hicieron que sus intenciones moralizantes fueran mal aceptadas por un público que sólo quería divertirse, lo que marcó su declive.

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