El legado de Eduardo Barreiros
El museo que lleva su nombre en Madrid muestra la contribución de este emprendedor gallego al desarrollo del sector de la automoción en España durante las décadas de los 50 y los 60 del siglo pasado
Eduardo Barreiros da nombre a un museo de tecnología de la automoción en la localidad de Valdemorillo (Madrid). Este gallego de Gundiás, en Nogueira de Ramuín (Ourense) nacido en 1912 y fallecido en 1992 en La Habana fue un hombre que, comenzando de la nada y sin apenas formación, consiguió crear una de las empresas privadas más relevantes de España en las décadas de los años 50 y 60 del siglo pasado, dando trabajo directo a 25.000 personas e indirecto a cien mil. «Barreiros Diésel contribuyó a poner los cimientos de la automoción en nuestro país en esos años determinantes de nuestra historia, y fue decisivo en el PIB de la economía nacional - ayudó a la exportación- y formó mano de obra cualificada», comenta Mariluz Barreiros, hija del industrial y presidenta de la Fundación Eduardo Barreiros.
Con el objetivo de dar a conocer la figura y el legado de este emprendedor, de sus hermanos y el equipo de colaboradores que trabajaron con ellos, el museo Eduardo Barreiros abrió sus puertas en 1998 y cuenta con un espacio expositivo de ochocientos metros cuadrados donde se exhibe «lo más representativo de lo que se fabricó en la factoría Barreiros Diésel, que tenía una extensión de dos millones de metros cuadrados», explica Mariluz Barreiros. La colección permanente, obtenida a través de donaciones y compras, consta de vehículos –como turismos, tractores, autobuses, camiones, carretillas elevadoras-, motores, diversos objetos, piezas y documentación, la cual actualmente se encuentra en el archivo de la fundación.
El lugar escogido para su ubicación fue la Finca Valmayor, en Valdemorillos, que el matrimonio Barreiros había adquirido en 1984. Diseñado por Jacobo Pérez -Enciso con la colaboración de los arquitectos Manuel González Burdiel y Juan José Carral, el edificio de hormigón con grandes ventanales y carpintería de vigas de hierro, emula el ambiente de una fábrica. En su diseño y construcción se tuvieron en cuenta los efectos teatrales de la luz natural cambiante a lo largo del día, y esta rodeado de fresnos, encinas y robles.
Un recorrido por las distintas áreas del espacio expositivo, que emulan áreas como la fábrica donde trabajaban los operarios o los despachos desde donde se dirigía la actividad, va descubriendo al visitante no solo la labor de Eduardo Barreiros sino también diversos aspectos de su personalidad.
«He tratado de que el museo tenga la capacidad de transmitir el amor que mi padre y mis hermanos volcaron en cada uno de los proyectos»
Murales con fotografías, paneles explicativos a lo largo de toda la muestra y hasta monitores donde se proyectan vídeos (como el de una película realizada en la fábrica en 1956 o una cinta en la se pone de manifiesto la personalidad de su fundador, quien aparece conduciendo camiones todoterreno en unas pruebas realizadas en 1961) contribuyen a que la visita provoque impacto en el observador, tratando de dar respuesta a las preguntas que se plantean, sobre todo los más jóvenes, sobre una parte de la historia industrial de España. «He tratado de que el museo tenga la capacidad de transmitir el amor que mi padre y mis hermanos volcaron en cada uno de los proyectos, ya sean los motores, los camiones, los autocares o, finalmente, los automóviles Dodge y Simca», expone Mariluz Barreiros.
Entre los vehículos expuestos, se encuentran un prototipo de camión militar denominado ‘El abuelo’, el camión Saeta 75, el camión Panter III todoterreno, el microbús 2.900, el tractor Barreiros, y los ya mencionados Simca 1000 y 1.200 y Dodger Dart de diferentes modelos.
En el apartado dedicado a motores, se exponen las piezas que los técnicos señalaron como más relevantes y los modelos se acompañan de paneles que ofrecen tanto la información más básica expuesta de forma sencilla y clara para el observador no iniciado como los datos técnicos para el público más especializado. La selección se divide en dos partes, correspondiéndose con las dos etapas de Eduardo Barreiros en el mundo de la automoción: los años en que funcionó su fábrica en Madrid , vendida a Chrysler en 1969, y los de que trabajó en su proyecto Automotriz en Cuba.
Una de las piezas que más suele impresionar al visitante es una maqueta donde se puede ver el desarrollo de la fábrica Barreiros en Madrid desde 1952 a 1969. A través de diferentes botones se encienden luces que permiten ver las diferentes fases del crecimiento de la empresa. «Una de las funciones del museo es que no se olvide la ingente, la titánica obra que creó mi padre, Barreiros Diésel, partiendo prácticamente de la nada, de una pequeña nave en Villaverde a la que llamó Galicia Industrial, en la que trabajaban siete operarios, a una fábrica que ocupaba dos millones de metros cuadrados», dice Mariluz Barreiros.
La zona dedicada al personaje cuenta con los muebles originales de su despacho y vitrinas iluminadas interiormente que recogen los regalos y homenajes de empresas nacionales y extranjeras, así como recuerdos emotivos. En las paredes se exhiben diplomas de premios y condecoraciones obtenidas, y en unos paneles, se muestra una selección de fotografías originales que ilustran su biografía: desde su infancia hasta su etapa cubana. «En 1969, mi padre firma una cláusula en el contrato de venta a Chrysler en la que se reflejaba que no podía dedicarse a ninguna actividad automotriz durante cinco años», relata Mariluz Barreiros. En 1978 el empresario adquiere unas naves en Pinto (Madrid) donde monta el laboratorio de I+d+i DIMISA para la creación de nuevos motores. Un año más tarde gana un concurso convocado por el gobierno cubano para el desarrollo automotriz en Cuba, en competencia con Nissan, «en unas pruebas durísimas en unas bancadas diseñadas para la ocasión, durante dos mil horas seguidas», relata la hija del emprendedor gallego. «Para mi padre fue como volver a empezar en 1980 con el mismo entusiasmo que en sus comienzos en Madrid, con la perspectiva de exportar desde Cuba, la gran protegida de la Unión Soviética, los vehículos Taíno -con tecnología y motor Barreiros-: camiones autobuses, segadoras», narra. La caída del muro de Berlín dejó a Cuba desprotegida y entro en crisis, pero Eduardo Barreiros ya había logrado crear en una década toda una industria de automoción en el país caribeño.
Visitantes
En los más de 25 años de trayectoria del Museo Eduardo Barreiros, la valoración que hace su máxima responsable, Mariluz Barreiros, es muy positiva. Destaca haber tenido la suerte de poder involucrar en el proyecto a personas que habían estado vinculadas con su padre y sentían admiración por él. Con una cifra de visitantes «en crecimiento continuo» desde su inauguración, la presidenta de la Fundación Barreiros afirma que las visitas están muy solicitadas, tanto a nivel nacional como internacional, por particulares, clubes de marcas y de clásicos, estudiantes de colegios y universidades, instituciones, empresas, ingenieros y aficionados al motor. «Me encantan las visitas de estudiantes; creo que necesitan un modelo a seguir en tiempos tan competitivos, y pienso que mi padre es una buena referencia», considera Barreiros. «Después de la visita, casi todos reaccionan diciendo «¿cómo es posible que nunca hayamos oído hablar de esta empresa?. Y comentan que este museo tiene alma propia y que forma parte de la historia de España», relata. «A través del museo no solo quiero honrar la memoria de Eduardo Barreiros y sus hermanos, sino revivir y transmitir a las nuevas generaciones su perseverancia, su fe, su tesón, su capacidad de liderazgo, no exento de humanidad, y el espíritu audaz y creativo para asumir riesgos en una época difícil y de carestía de casi todo», declara.
Desde 2023, coincidiendo con el 25 aniversario, la web de la fundación Eduardo Barreiros incorpora una vista virtual a su colección permanente. Precisamente internet y las redes sociales les sirven como herramientas para conseguir comunicar y difundir la obra de Eduardo Barreiros, que es uno de los objetivos de la fundación, así como convertir al museo en «centro de referencia para el estudio, debate y conocimiento del siglo XX, de su evolución industrial y de la importancia del sector del automóvil en el desarrollo de la economía en España».
Como proyectos de presente y futuro, Mariluz Barreiros señala la aplicación de nuevas tecnologías, como la realidad virtual, al museo, y menciona el lema de «restaurar, conservar y crecer», para lo cual el espacio del que disponen resulta pequeño. Por ello plantea trasladar la colección a un lugar más amplio y didáctico, y buscan la colaboración de alguna empresa del sector del automóvil que se implique en un gran centro museístico. «No solo estoy pensando en una cuestión personal y sentimental que me atañe muy de cerca, sino porque creo que, además, podría ser rentable», asegura.
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