Un recorrido por la historia del arte español del siglo XX
La Fundación Cristina Masaveu Peterson muestra cien obras de su colección

Pintura mural para Joaquim Gomis, 1948 / Joan Miró. Colección Masave
Hacer un recorrido por las 14 secciones de esta amplia muestra del arte español del siglo XX es como recibir una lección magistral sobre los artistas y los movimientos que protagonizaron la pintura y la escultura de ese siglo en nuestro país. En esta exposición se dan cita las diferentes sensibilidades del arte español del siglo XX, con una importante dedicación hacia lo contemporáneo. La lista de artistas es contundente: Juan Gris, Picasso, Dalí, Miró, Antonio López, Maria Blanchard, Chillida, Soledad Sevilla, Tàpies, Barceló, Carmen Laffón, Pablo Palazuelo, Cristina Iglesias… La iniciativa es más meritoria dado el perfecto y didáctico orden del montaje antológico de la exposición (comisariada por María Dolores Jiménez Blanco) y que además es gratuita. El itinerario trata de mostrar las preocupaciones que van más allá de lo plástico a través de las afinidades entre las obras expuestas y sus autores.
El recorrido comienza con el cubismo, con pinturas de sus más destacados representantes, Picasso, Juan Gris y María Blanchard, que comparten el espacio con una escultura de Julio González, todos ellos creadores del relato fundacional del arte moderno. Las piezas que se ven afirman la centralidad de estos artistas en la manera de entender la pintura y la escultura. Una oportunidad para ver la “Tête” de Picasso y “Le violon” que Gris pintó durante la Primera Guerra Mundial, una de las obras que explican el cubismo y el protagonismo de este pintor en el movimiento. Las tres pinturas de María Blanchard reivindican la calidad de esta autora tan ignorada durante mucho tiempo.

«Le violon (El violín)», 1914 / Juan Gris. Colección Masaveu
En unos años de transformación sociológica del siglo XX, aparecen en España movimientos que muestran las preocupaciones de esta transformación, como el noucentisme catalán, con una dedicación especial a la mujer. Los cuadros de Sorolla, de Gutiérrez Solana y de Anglada Camarasa muestran los dos polos de este movimiento. Completan la visión esculturas de Pablo Gargallo y Joan Rebull.
A continuación se muestran obras correspondientes a los diferentes lenguajes que convivieron durante los primeros años del siglo de artistas que mantuvieron sus convicciones políticas antes y después de la guerra civil, en la Escuela de París y en el exilio interior: Óscar Domínguez, Francisco Bores, el Joan Miró de sus años de surrealismo. Sus obras traducen la tensión del momento político de 1939, el final de la Guerra Civil que obligó al exilio a muchos de ellos. La escultura de Miró “Le père Ubú”, hace referencia a la figura de un dictador a través del personaje de la obra de Alfred Jarry. Hay aquí una de las más espectaculares obras de Salvador Dalí, colocada en un espacio especialmente dedicado, “Assumpta Corpuscularia Lapislazulina”, que reúne sus preocupaciones estéticas, religiosas, sicológicas y científicas derivadas de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki.
Hay una sala dedicada a la pintura realista en la que se han reunido obras de Antonio López, Amalia Avia, Carmen Laffón o Julio López Hernández que dirigen su objetivo a escenas de la vida cotidiana, a la que apenas se había dedicado el arte. “Interior del váter”, de Antonio López o “Portalón” de Avia, junto a la escultura “Niña con rebeca” de Julio López Hernández son ejemplos de esta tendencia, que dan paso a las propuestas de Lucio Muñoz, Tàpies y Antonio Saura y al informalismo de Juana Francés, Manolo Millares, Rafael Canogar, Luis Feito, Martín Chirino y Eduardo Chillida entre otros. El “Oficio de tinieblas” y una de las estampas sobre el perro de Goya están entre las presencias impagables de Saura.
El tardío informalismo español proporcionó al arte fenómenos como el grupo El Paso, en el que figuraron Juana Francés, Rafael Canogar, Manolo Millares, Martín Chirino, Luis Feito. Todos ellos juegan desde los valores estéticos a retar los límites entre pintura, escultura y relieve. En la misma sala se ha instalado la escultura de Chillida “Abestigogorra II (Canto rudo II)”, de madera y gran formato, que se erige como un tótem rural.
Hay un espacio dedicado a los artistas españoles que trabajaron y triunfaron en Nueva York. El expresionismo abstracto tuvo en la obra de Esteban Vicente y José Guerrero, formados en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, dos de sus mejores representantes. Sus obras muestran también las tensiones entre las culturas europea y americana. El paisajismo abstracto está representado aquí por pinturas de Zóbel y Gustavo Torner, mientras la abstracción geométrica tiene obras de Sempere, Palazuelo y Soledad Sevilla. Y la figuración madrileña, de Luis Gordillo y Juan Navarro Baldeweg.
Pop Art
El Equipo Crónica y Juan Genovés representan al Pop Art que en los años sesenta dirigió su mirada al arte producido por los medios de comunicación y la sociedad de consumo. Genovés, además, dirigía su mirada a la represión ejercida por la dictadura mientras los pintores de El Paso denunciaban las carencias de la cultura española. Por su parte, Eduardo Arroyo recordaba desde su exilio en París a García Lorca, y Darío Villalba denunciaba al régimen a través de sus cápsulas con presos políticos. En este apartado hay también obras de Agustín Ibarrola y su compromiso con el movimiento obrero.
Toda una sala está dedicada a la obra de Miquel Barceló, representante de la cultura de la democracia española, con tres piezas que representan las distintas etapas de su carrera, en las que trabaja con elementos de la naturaleza, los objetos con naturalezas muertas en interiores y los nuevos sentidos de materia, figura y naturaleza en contacto con las culturas africanas, como en “Issa Beri”.
Los años finales del siglo fueron testigos de la llegada del arte conceptual, con su tendencia a borrar los límites tradicionales. Juan Muñoz, Jaume Plensa, Cristina Iglesias representan este devenir estético junto a los poemas visuales de Joan Brossa. La preocupación por el sida marca la obra de Pepe Espaliú.
Una de las salas está dedicada a obras sobre papel, con el dibujo como origen de las imágenes definitivas, donde se pueden ver algunos de Picasso, Julio González, Benjamín Palencia, Maruja Mallo y Dalí.
Esta exposición dedica un espacio especial a los artistas asturianos, con obras de José María Navascués y Orlando Pelayo; este último muestra su admiración por la pintura del Siglo de Oro en “Hommage à D.V. de S.”, pintado en 1984. De Navascués, renovador de la escultura y el diseño de mobiliario, se exhiben “Piloto” y “Madera”.
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