Me lo repite
El futuro está por venir
Los planes que vendrán, aunque no lleguen finalmente, son útiles porque aligeran la carga del presente. El tedio se combate con una mente que divaga y presupone. También se diluye el sufrimiento, con una engañifa del ahora. Hay que hacer lo imposible por salir victorioso de la conversación, en tantas ocasiones insoportable, que sostienen los pensamientos a cualquiera hora, en cualquier situación de la vida.
Durante el entierro de mi abuela, mientras el cura profundizaba en el responsorio, aproveché un minuto para pensar en la cena de después, en un plato apetecible de patatas fritas muy crujientes. Qué ricas las hacías, qué homenaje post mortem en la misa funeral tan pertinente.
Pienso en el pasado, escribo de lo que fue, pero algo surge a posteriori. Viene a mí una sensación poderosa, corre la lava interior en la que fluyen las emociones fuertes, y contengo la reacción con un suspiro que hiende el pecho, que estalla en el cielo de la boca como un globo de fiesta roto. El pensamiento explota con una frase que Carmen Martín Gaite escribió en ‘Nubosidad variable’: «A veces nos olvidamos de lo bueno que es suspirar. Algo aflora a través del maquillaje del alma. Es una necesidad física de tregua, como bajar el telón para empezar otro acto».
«Las historias que miran al pasado solo sirven, en realidad, para poder mirar al futuro»
Imaginar qué sucederá resulta reparador, casi siempre. Muchos lunes tristes de noviembre adquirieron un rayo de color por el simple hecho de pensar en el fin de semana siguiente, en las vacaciones de septiembre, en la ilusión de un recuerdo que no representa fielmente la realidad. Laura Ferrero cuenta en su novela ‘Los astronautas’ que «las historias que miran al pasado solo sirven, en realidad, para poder mirar al futuro».
Siempre está por venir, pero el futuro casi nunca es como uno se merece. Pensarlo con antelación —cuanta más siempre será mejor— constituye la última oportunidad que tendremos de cambiarlo. Se ha puesto de moda decir que un éxito profesional realiza el sueño original de quien lo alcanza. El mío es seguir soñando, un día cualquiera, con un plan de futuro intrascendente. O con unas patatas fritas que me demuestren, una vez más, que la nostalgia, hasta de la pérdida, nunca defrauda.
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