Matisse, escultor
La Fundación Canal reúne en Madrid gran parte de las esculturas de uno de los grandes artistas del siglo XX
No es la faceta más conocida de Henri Matisse (1869-1954), pero sus esculturas tienen el sello personal de un artista que en ellas se muestra más introspectivo y dramático que en su obra pictórica. En esta exposición se pueden ver 33, poco más de la tercera parte de todas las que hizo en su vida (se conservan 84), junto a dibujos, litografías, grabados y un lienzo, todos ellos acompañados por dos obras escultóricas de Aristide Maillol, además de fotografías y documentos de la época. Los dibujos, algunos estudios del natural, apoyan visualmente el tema escultórico al que acompañan.
Todo este material se organiza en cinco secciones que recogen cinco diferentes motivos con los que el artista experimentó con la escultura a lo largo de su vida. En los espacios en los que se han ordenado se han colocado las figuras agachadas, las figuras tumbadas, las figuras con los brazos levantados, los retratos a modo de bustos escultóricos y los motivos y variaciones en torno a su lienzo “Rama de hiedra”, el único cuadro de Matisse de la exposición. La repetición de figuras agachadas, acurrucadas, encogidas, fundamentalmente desnudas, en formatos reducidos, recuerda a muchas de sus pinturas, ya que Matisse aprovechaba el modelado para trasladar después a los lienzos los estudios del cuerpo humano que antes experimentaba con las esculturas. Así, los desnudos femeninos reclinados y tumbados le sirvieron para explorar el cuerpo en descanso, relajado y natural. En la exposición estos cuerpos interaccionan en armonía con el espacio en el que se sitúan.
Otro de los grandes temas de la escultura de Matisse es el de las figuras femeninas con los brazos levantados. Aquí los cuerpos están en tensión y en dinamismo, acentuados por la verticalidad con la que se representan. Mención aparte merece una de las piezas estrella de esta exposición, el “Cristo de la Capilla de Vence”, uno de los últimos trabajos escultóricos de Matisse, que resume sus estudios en torno a las figuras con los brazos alzados. Matisse dedicó los últimos años de su vida a la construcción y diseño de la Capilla del Rosario para el convento de las hermanas dominicas de Vence, donde se resume toda su obra: la pintura, el dibujo, la arquitectura y la escultura, cargadas aquí de un fuerte simbolismo. En las vidrieras que representan el árbol de la vida cada uno de los tres colores que utiliza simboliza un elemento: el sol (el amarillo), la vegetación (el verde) y el azul (el mar y el cielo mediterráneos). Algunos de los bocetos los hizo Matisse ya desde la cama a la que le obligaba su enfermedad. Este crucifijo de bronce que se muestra en la exposición, que revela a un Cristo frágil, presidía el altar de piedra de la capilla.
En otra sala se muestran los retratos que hizo Matisse preferentemente a familiares y a personas cercanas, en ocasiones a la misma en diferentes etapas de su vida, como si unas obras obedeciesen a la necesidad de completarlas con alteraciones posteriores. Ocurre con los cinco retratos de Jeannette (de los que aquí se muestran I, II y IV), en la serie de otras tres cabezas de la modelo Henriette Derricarrère y en los retratos esculpidos de su hija Marguerite.
La exposición se cierra con la serie en torno a su lienzo “Rama de hiedra”, pintado durante la Primera Guerra Mundial, en su etapa fauvista, confiscado en su día por los nazis a su propietario Alphonse Kanny y devuelto después de la guerra. El cuadro se acompaña de variaciones sobre un mismo tema expresadas a través de dibujos, grabados y litografías.
Las esculturas de Matisse son de una gran calidad y desvelan un estilo original y personal, diferente al de su pintura. Son todas ellas obras terminadas, a pesar de que algunas muestran superficies que pueden sugerir formas inacabadas debido a su interés por mostrar la evolución y las transmutaciones de los elementos de que están compuestas. Sus modelos están inspirados en la estatuaria clásica egipcia y grecorromana que va evolucionando a través del Renacimiento hacia la modernidad.
Es esta una rara ocasión para ver reunidas las esculturas de Matisse en un mismo espacio. El título de “Matisse Metamorfosis” atiende a la evolución del proceso creativo de Matisse a lo largo del tiempo, no sólo en estas esculturas sino en la expresión de la figura humana desde el academicismo a la vanguardia. Su punto de partida es la figura humana en formas realistas repetidas y seriadas, relacionadas con las grandes obsesiones del artista, sobre todo la naturaleza y la forma femenina. Y su llegada se sitúa entre la obra de Giacometti y los límites de la abstracción.
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