Cincuenta años del hallazgo de Lucy

Paleoantropólogos liderados por Donald Johansson descubrieron unos fósiles el 24 de noviembre de 1974, decisivos para fijar la evolución de los monos antropoides hasta el ‘Homo sapiens’

Una reconstrucción del aspecto de Lucy

Una reconstrucción del aspecto de Lucy / Ricard Cugat

Fernando Hernández Guarch

En noviembre de 1974, un equipo de paleoantropólogos comandados por Donald Johansson hizo un descubrimiento de especial relevancia en la búsqueda de fósiles para establecer la línea de evolución de los monos antropoides hasta el Homo sapiens: habían encontrado a Lucy. Si tratamos de hacer una mínima historia del caso que nos ocupa, deberíamos empezar con Charles Darwin (1809-1882; autor de El origen de las especies, en 1853 y de El origen del hombre, en 1871) y con Thomas Huxley (1825-1895, autor de Evidencia del lugar del hombre en la naturaleza publicado en 1863).

La obra y el pensamiento de estos hombres, pero no solo de ellos, establecieron una corriente científica que abogaba por que las distintas especies se habían ido creando por evolución y que el hombre, Homo sapiens, era una especie más y no una creación específica de Dios. Todo ello condujo a buscar los antepasados del Homo sapiens entre los monos antropoides, dando origen a lo que entonces se llamó «el eslabón perdido», es decir, la especie intermedia entre el chimpancé, nuestro antepasado más probable, y nosotros. Era una argumentación de conveniencia que habría aplaudido santo Tomás de Aquino quien la empleó para probar (?) la existencia de los ángeles.

Ese eslabón perdido con el paso del tiempo se fue transformando en un árbol de especies que habían poblado la Tierra y que se habrían ido extinguiéndo. Ahora se cree que los homínidos, nuestros posibles antepasados, han sido al menos veinte especies en los últimos seis u ocho millones de años, tiempo aproximado en los que se cifra la separación de las líneas evolutivas de chimpancés y humanos sin una línea filogenética clara.

El cráneo de Neander, un hito

Como hitos en ese camino conviene resaltar el hallazgo de un cráneo en el valle de Neander, Alemania, en 1856, que se clasificó como una especie humana en 1864. Hoy se ha demostrado genéticamente que el hombre de Neandertal se hibridó con el Homo sapiens y que una gran parte de la población humana actual tenemos una herencia del 3 o 4 por ciento en nuestros genes y debido a ello forman parte claramente de nuestros ancestros. Otros especímenes que dieron mucho que hablar fueron el hallado en Cromagnon (Francia) pocos años después, el Pithecantropus erectus encontrado en Java por Eugène Dubois en 1893; el Niño de Taung, Australopithecus africanos, 1924; el Sinanthropus pekinensis, Pekín hacia 1925; el Parathropus, 1938; en 1972 se encontró el primer cráneo, el cráneo 1470, de un Homo habilis, ¡por fin un homo!, con casi dos millones de años de antigüedad; y después muchos otros que fueron creando la idea de que el asunto era mucho más complejo de lo que inicialmente se había pensado, como ya indiqué. En España, en las excavaciones de Atapuerca (Burgos) se han encontrados fósiles de otra especie, el Homo antecessor, de hace unos ochocientos mil años. Algunos creen que podían estar entre los antepasados de los neandertales.

Huesos fosilizados descubiertos por el equipo de Donald Johansson

Huesos fosilizados descubiertos por el equipo de Donald Johansson / Museo de Historia Natural de Houston

Si damos un salto a la actualidad nos encontramos con herramientas y conocimientos mucho más avanzados para poder fechar cronológicamente los fósiles, para estudiarlos desde un punto de vista anatómico que valore además de la capacidad craneal, el bipedismo, la alimentación a través de la dentición y otras características que consideramos humanas y que nos ayudan en fijar, hasta cierto punto ya que hay muchísimas incógnitas que resolver, cuándo aparecieron, cuándo se extinguieron y qué papel juegan en la línea de evolución hacia el Homo sapiens.

Lucy, cuestión de suerte

Pues bien, el hallazgo de Lucy, según nos lo cuenta Donald Johansson en su libro, que fue un best seller en el campo de la divulgación científica, y que en español lleva por título El primer antepasado del hombre, donde relata todas las circunstancias de su hallazgo y revisa la situación de la paleoantropología hasta esa fecha, fue una cuestión de «suerte». Es la clase de suerte que solo acontece a quien está preparado para ello. El libro es una lectura recomendable, aunque ya se ha quedado anticuado en la parte científica. Nos cuenta también que el nombre se debió a la canción de los Beatles Lucy in the Sky with Diamonds que sonaba en el campamento de Johansson aquella noche de celebración por el importante descubrimiento.

El acontecimiento se juzgó fundamental porque ayudó a solucionar y clarificar muchas cuestiones confusas

Jonhansson y su compañero Tom Gray localizaron de una manera un tanto fortuita los restos fósiles que identificaron como un espécimen de australopithecus, que una vez estudiado fue clasificado como una hembra joven, de alrededor de 12 años de edad aunque ya adulta (tenía las muelas del juicio y sus huesos craneales estaban fusionados), bípeda, algo básico en la transición del mono al hombre; con alrededor de tres millones y medio de años, lo que la convertía en uno de los fósiles más antiguos encontrados de esa especie, que algunos consideraban antepasados del hombre actual.

Homínido

El hallazgo se juzgó fundamental, estamos en 1974, porque ayudó a solucionar y clarificar muchas cuestiones confusas. En primer lugar porque se encontraron suficientes huesos de su esqueleto para poder afirmar que era un bípedo; por estar bien datado gracias al conocimiento geológico de la zona; por ser un espécimen del género Australopithecus y confirmar, con los hallazgos anteriores que he citado, que eran homínidos (primates antropomorfos), es decir, estaban en la línea evolutiva que conducía al género Homo. Aunque, en opinión de Johanson, su efecto más importante fue el de impulsar las investigaciones que dieron como resultado el descubrimiento de muchas nuevas especies

En 2009, Svante Pääbo, Premio Nobel de Medicina en 2022, obtuvo la primera versión del genoma de un neandertal, lo que constituyó un enorme avance para caminar con seguridad en los estudios sobre nuestros antepasados. Sin embargo, son muchas las cuestiones abiertas y probablemente habrán de pasar muchos años, si no décadas, para tener una visión completa de la línea que nos une con los antropoides. Mientras tanto, no renunciemos a nuestra condición natural de ser uno más, y quizá no el más inteligente, de los animales que pueblan la Tierra.

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