Manel Loureiro, escritor: «Todos los escritores actuales somos hijos del audiovisual»

El autor pontevedrés estrena el 31 de octubre la versión cinematográfica de la primera entrega de su trilogía novelística “Apocalipsis Z”

El escritor Manel Loureiro.

El escritor Manel Loureiro. / Javier Galindo

Salvador Rodríguez

Salvador Rodríguez

A once días del estreno de “Apocalipsis Z. El principio del fin” (Amazon Prime Video), el pontevedrés Manel Loureiro, autor de la trilogía de novelas en la que se basa esta película, aguarda con expectación la respuesta de un público potencial de millones de espectadores (“creo que se emite en todo el mundo, excepto en Corea del Norte”, bromea), a esta producción que se ha hecho esperar, pero que ha llamado la atención desde su anuncio. Y es que Loureiro, al margen de ser considerado uno de los escritores más leídos de España, es uno de los escasos novelistas españoles que ha conseguido introducirse en el mercado norteamericano, en el que se han vendido más de 500.000 ejemplares de sus obras.

–“Apocalipsis Zeta”, que luego dio lugar a la trilogía, fue su primera novela, la que le cambió la vida. ¿Con que ánimo afronta el estreno de su versión cinematográfica? ¿Siente lo mismo que cuando publicó aquel libro?

–No, es muy distinto. Las cosas han cambiado mucho y, las emociones, aunque son parecidas, a la vez resultan diferentes. Cuando publiqué “Apocalipsis Z” yo no sabía muy bien donde me estaba metiendo, sentía que estaba cumpliendo un sueño, pero después de un montón de años transcurridos, y de un montón de libros editados, me emociono pero de otra manera. Y la verdad es que se trata de una emoción sobrecogedora, una mezcla de entusiasmo y de pánico, porque soy consciente de que en el momento en que se estrene, y además se estrena simultáneamente en casi todo el mundo, de repente te percatas de que en las primeras 72 horas la van a ver millones de personas. Y eso, claro, da mucho vértigo.

–Para vértigo, los más de medio millón de ejemplares de sus libros que se han vendido en Estados Unidos.

–Sí, son muchos. Y es muy bonito, pero entiendo también que esos son asuntos que se escapan de mi control. El mercado literario norteamericano es el mayor del mundo, donde todos quieren estar, pero al mismo tiempo es el más difícil de acceder, porque solo un 5% de los títulos que se publican allí son de autores no anglosajones. De manera que introducirse ahí ya es de por sí un logro, y tener éxito editorial, vender mucho, es más complicado, porque para eso tienen que suceder muchas cosas que no dependen de mí.

–Obviando que está basada en su libro, ¿en qué medida ha participado o le han dejado participar en la película? ¿Ha estado cerca del proceso de producción?

–Tan cerca como que he participado en la elaboración del guion. Prácticamente he seguido el día a día de todo el proceso.

–Es una forma de “asegurarse” de que el film respete la esencia de la novela. Se lo digo porque ya sabe que muchos escritores no quedan muy satisfechos con las versiones cinematográficas de sus obras literarias.

–Es que hay que comprender que, para empezar, quinientas páginas no caben en dos horas de metraje, eso es imposible. Por lo tanto, la primera decisión que hay que tomar es qué es lo que se deja fuera. Después, hay determinadas cosas que no se pueden contar de la misma manera, porque el lenguaje audiovisual y el lenguaje literario tienen soluciones diferentes. Y, por último, y más importante, hay que ser capaz de trasladar el espíritu de la historia que cuentas de la novela a la película, de forma que quienes hayan leído el libro y luego la vean, digan “sí, este es el libro que he leído”, y la disfruten.

–¿Y quienes no hayan leído el libro?

–Pues que se encuentren con una historia que les apasione y que les haga vibrar y emocionarse.

Concibo la literatura como diversión, como entretenimiento, como evasión. Leer tiene que ser disfrutar, porque quien te lee te entrega algo muy valioso de su vida: su tiempo

–Y usted, que ya la ha visto, ¿está satisfecho del resultado?

–Muy satisfecho, porque ha quedado muy bien, ha quedado una película de aventuras, que es lo que es, y no un thriller o un film de terror, como se han adelantado a etiquetarla algunos. Es una película de aventuras, sí, para entretenerse, para todos los públicos. Al preestreno en el Festival de Sitges asistieron 1.500 personas y la acogida fue muy buena, tanto de crítica como de público. Creo que hemos acertado.

–Como todos los escritores, desde la invención del cine, sus novelas tienen una clara influencia del audiovisual en su manera de escribirlas. Cuando usted escribe ¿ya está visualizando lo que cuenta?

–Yo, cuando escribo, solo pienso en el libro. Lo que sí es verdad es que todos los escritores actuales somos hijos del audiovisual, hemos crecido viendo cine y televisión, y ocurre que los recursos narrativos del cine y la literatura son cada vez más parecidos, se contaminan entre ellos: yo formo parte de esa manera de contar historias.

–A todo esto, y ahora que ya se ha «accedido» al cine, ¿no se habrá despertado en usted la idea de que algún día incluso podría dirigir una película?

–(ríe). ¡No, no, para nada! Eso es una habilidad totalmente diferente a la mía. Yo cuento historias, pero dirigir una película es un trabajo que exige unos conocimientos técnicos de los que yo carezco y en los que, la verdad, no me apetece meterme.

–¿Y actor?

–(vuelve a reír). Bueno, ya aviso que en esta película hago un cameo, cosa que me ha hecho muchísima ilusión. Te confieso que cuando estábamos elaborando el guion insistí mucho en que quería tener un “pequeño cameíto”, y fue una experiencia muy divertida e interesante, y además creo que ha salido bastante bien.

–El protagonista de “Apocalipsis Z” es un abogado, y el de “Cuando la tormenta pase”, su más reciente novela, un escritor. ¿En qué se parecen? ¿O son el mismo (o sea, usted) pero separados por la edad?

–Son el mismo, porque salieron de mí, pero a la vez son muy diferentes. Por medio, hay quince años de experiencia vital y, por lo tanto, muchísimas cosas que he ido aprendiendo por el camino. Y, además, las historias que me apetecía contar hace quince años no son las mismas que me apetece contar ahora, cosa que, obviamente, le pasa a todo el mundo con sus experiencias vitales.

–Pero habrá algo que no ha cambiado

–Claro. Por ejemplo, me sigue apeteciendo contar historias y siento la misma curiosidad por saber qué hay después de la siguiente colina…

–Detrás de todas sus novelas hay un serio y, para el lector, invisible trabajo previo, incluso de investigación (está usted muy informado sobre virus pandémicos, or ejemplo). ¿Puede decirse que aplica métodos científicos a la literatura?

–Aplico lo más elemental, que es documentar muy bien los escenarios y las situaciones en las que van a transcurrir las escenas y las situaciones para que sean lo más reales posible; es imprescindible que sepas de qué estás hablando, has de tener un conocimiento, si no enciclopédico, sí muy exhaustivo para que, al leerlo, al que sepa algo del asunto, no le suene raro ni extraño. Y es importante también porque ese trabajo ayuda a entender lo que estás contando y, en consecuencia, a contarlo mejor, porque al trasladarte a los escenarios vas a captar un montón de pequeños detalles que, de otra manera, se te escaparían: si hace frío o calor, el ruido y los silencios, la gente...en fin, una serie de sensaciones que no experimentarías si antes no estuvieses en el “lugar de los hechos”.

–En 2017 publicaba usted “Veinte”, una novela que narra una pandemia similar a la que, tres años después, resultó la del Covid. ¿Le inquietó su “profecía”?

–Fue una coincidencia, indudablemente. Cuando yo escribí esa novela lo que pretendía es hacer un ejercicio de política-ficción; lo que procuraba en aquel momento era plantearme como reaccionarían los gobiernos, la sociedad, los medios de comunicación… ante un virus propagado por todo el mundo. Y, sí, lo cierto es que muchas de las cosas que conté acabaron plasmándose en la realidad.

–A usted se le tiende a encasillar en ciertos géneros: que si “rey del thriller”, que si especialista en describir mundos distópicos, que si se mueve en el género del terror…¿Le molestan las etiquetas?

–No es que me moleste, lo que pasa es que no es verdad. Yo hago cosas muy diferentes y, eso, entra dentro de mi evolución como escritor y como persona. De mis últimos tres libros, uno es una novela negra, otro una de aventuras, y el tercero un thriller con elementos políticos. Antes, había escrito una novela de carácter gótico, una trilogía distópica sobre zombies…¿Se te ocurren cosas más diferentes? Si alguien está lejos de encasillarse, precisamente creo que soy yo, porque no he escrito más de tres libros seguidos que sean del mismo género y del mismo estilo. A mí es que me gusta explorar.

–¿Es posible contar una buena historia sin personajes que estén a su altura?

–Los buenos personajes son fundamentales, porque lo que motiva a leer una buena historia no es tanto contarla sino tener unos personajes en los que puedas ver cómo le afectan esas cosas que cuentas. Eso es lo que nos hace empatizar con ellos, con sus emociones, porque las emociones son las que nos hacen humanos, lo que nos identifica y nos diferencia de otros seres. Es más: yo diría que lo que realmente importa de una novela son los personajes. Sin un buen arco dramático, una historia no funciona, se queda en una simple peripecia.

–¿Y de dónde extrae y cómo construye usted sus personajes? ¿Acaso de su propio entorno cotidiano?

–Mis personajes salen de mí, son ficticios, porque necesitas construirlos ad hoc para la historia que estás contando. Aunque sí que, a veces, recurro a rasgos de personas que yo conozco y que creo que pueden encajar, pero eso no es más que el traje que llevan por encima.

–En cada una de sus declaraciones, usted afirma que el objetivo de sus novelas es entretener. A estas alturas de su trayectoria ¿siguen siendo su principal objetivo?

–Por supuesto. Yo concibo la literatura como diversión, como entretenimiento, como evasión. Leer tiene que ser disfrutar, entre otras razones porque quien te lee te entrega algo muy valioso de su vida, que es el tiempo, así que yo, por lo menos, procuro que cada uno de mis lectores y lectoras, tengan la sensación de que les ha valido la pena.

–El director Billy Wilder sostenía que para hacer una película buena, hay que empezar por un terremoto y, de ahí, para aariba. Es decir: Intensidad, intensidad e intensidad ¿Aplica esta fórmula a tus novelas?

–Algo parecido, aunque yo cambiaría la palabra intensidad por ritmo. Una historia ha de tener tensión y ritmo narrativo, debe, metafóricamente, agarrarte por las solapas y arrastrarte con ella. Una máxima de cualquier creador es conseguir que, aunque lo que cuentes sea mentira, el lector se lo crea y se aísle del mundoexterior, que sea tan absorbente que pierdas la noción del tiempo y del espacio, y hasta que quieras salir del trabajo lo más pronto posible para que puedas llegar a casa y seguir leyendo.

–Usted ha triunfado como escritor desde su primer libro, que ya causó sensación en el mercado norteamericano, pero tengo la sensación de que en España, y en Galicia, no se le ha empezado a valorar hasta hace relativamente muy poco, concretamente con sus tres últimas novelas. ¿Por qué se ha tardado tanto?

–Yo me he sentido muy reconocido y valorado desde hace ya muchos años, tanto por las ventas como por la crítica. Supongo que a lo que te refieres es al, digamos, reconocimiento mediático, pero es que eso llega con el tiempo, y si, efectivamente, está llegando ahora será porque es el momento adecuado, el momento en el que tenía que llegar.

–Lo que no acaban de llegar son las traducciones de todas sus novelas a la publicación en gallego.

–Eso es un asunto de las editoriales, no mío. He dicho en más de una ocasión que me encantaría escribir y leer mis novelas en gallego. Así que, pregúntaselo mejor a los editores. Por otra parte, también se ha dicho que yo he descubierto ahora escenarios gallegos para mis últimas novelas, cuando yo eso llevo haciéndolo desde mis inicios. “Apocalipsis Z”, por ejemplo, transcurre Pontevedra y Vigo, y así aparece resaltado en la película. Ya te digo, esto es algo que he hecho siempre, porque soy gallego, y el escenario, además de resultarme familiar, me parece que es el ideal para contar las historias que se me ocurren, con ese clima, ese paisaje, ese misterio…y, vaya, porque me encanta ser embajador de mi tierra en todo el planeta.

–Creo que este es un buen momento para preguntarle si, en realidad, usted nunca quiso ser abogado. O si se arrepiente de no haber empezado antes a escribir y publicar.

–No me arrepiento en absoluto. Trabajar de abogado en un bufete fue una parte muy importante de mi vida en la que aprendí un montón de cosas que, después, he volcado en el mundo literario, como la capacidad de escribir de manera clara, concisa y concreta, de saber lo que es importante y lo que es accesorio, de aprender a ordenar bien las ideas…Todas esas cosas son imprescindibles para que un texto tenga agilidad, y eso me viene de la época en que yo tenía que presentar escritos ante jueces, donde esas características son esenciales. No, no renuncio ni me arrepiento de esa etapa, en absoluto.

–Pero de haber previsto el éxito literario que ha obtenido quizás hubiese empezado antes.

–¡Yo qué sé! Pero también puede ser que, en aquel entonces, aun no estaba lo suficientemente  preparado, que las cosas llegan cuando llegan y hay que gestionarlas siempre en su momento y estar agradecido a lo que sucede.

–Hay ciudades que tienen su gran novela, y a Pontevedra seguramente le haría falta una, porque en la de Torrente Ballester , “La saga fuga de JB”, no está muy clara. ¿Se postularía como candidato?

–(risas) Sería muy arrogante por mí parte darte un sí inmediato, porque la verdad es que no lo sé. Pero, vaya, si surge la historia, esa historia en la que la ciudad de Pontevedra sea la protagonista, por supuesto que la escribiré, porque me encantaría. A ver si llega ese día.

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