Cien años de surrealismo

Se cumple un siglo desde la publicación del Primer Manifiesto de André Breton

En febrero de 1916 un poeta rumano llamado Tristan Tzara fundó en el piso superior de una cervecería de Zurich el movimiento Dadá para acoger a los creadores rechazados por los circuitos oficiales del arte. Los primeros en unirse a su proyecto fueron el artista alsaciano Hans Arp y un estudiante de medicina alemán llamado Richard Huelsenbeck, que se refugió de la Primera Guerra Mundial en Suiza después de haber sido declarado inválido por el ejército. A aquel espacio lo llamaron Cabaret Voltaire y atrajo a los creadores de las vanguardias que veían rechazadas sus producciones, entonces inclasificables. Eran revolucionarios en sus planteamientos y en la estética de sus obras de arte pero sobre todo respondían al malestar de una sociedad en guerra. El nombre Dadá lo tomaron de un diccionario abierto al azar, porque consideraban a su movimiento como un fenómeno intelectual que permitía saltar las barreras de lo consciente. Tras la desaparición del dadaísmo algunas de sus características, como la importancia de los sueños y el inconsciente, fueron retomadas por el Surrealismo. Además, muchos de sus gestos, provocaciones y actitudes destructivas se integraron en el nuevo movimiento ya en forma de doctrina.

El término surrealista se utilizó por primera vez en Francia en 1917 cuando Apollinaire calificó de “drama surrealista” su obra “Les mamelles de Tiresias”. Tras la desintegración del movimiento Dadá, sus restos se organizaron en un nuevo grupo en el que estaban Louis Aragon, Paul Éluard, Philippe Soupault, Max Morise y Max Ernst. Su interés por la exploración del inconsciente interesó al psiquiatra André Breton, que se erigió en su fundador y en 1924, hace cien años, publicó el Primer Manifiesto del Surrealismo en el número del 15 de octubre de la revista Révolution Surréaliste, que dirigían Pierre Naville y Benjamin Peret. Con ese nombre la revista duró hasta 1929. En 1930 cambió el título por Le Surréalisme au Service de la Révolution cuando Aragon, Breton, Éluard y Peret se adhirieron al Partido Comunista. Duraron poco porque el espíritu del surrealismo no se avenía con las directrices estalinistas. El primero en abandonar el partido fue Aragón y en 1933 fueron expulsados Breton y Éluard. Otras revistas del movimiento fueron Minotaure y Cahiers d’Art, en las que publicaron textos e ilustraciones Picasso, Salvador Dalí, Buñuel y Joan Miró.

«De ou par» Marcel Duchamp ou Rose Selavy

«De ou par» Marcel Duchamp ou Rose Selavy / FDV

Como precursores del movimiento, los mismos surrealistas consideraban al poeta Arthur Rimbaud (sobre todo su lema “la literatura es una idiotez”), al filósofo Henri Bergson (que dedicó al sueño una parte importante de sus investigaciones) y al conde de Lautréamont, de cuya obra “Los cantos de Maldoror” tomaron el más conocido lema del surrealismo: “hermoso como el encuentro casual en la mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas”. Ese mismo año se inauguró en París la Oficina de Investigación Surrealista, dirigida por Antonin Artaud (en el local colgaba del techo un maniquí de mujer), desde la que el movimiento se extendió por toda Europa: Bélgica (Magritte, Paul Delvaux), Alemania (Oppenheim), Checoslovaquia (Toyen)... El Segundo Manifiesto del Surrealismo no apareció hasta 1929. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial casi todos los miembros se trasladaron a México, el Caribe y sobre todo a Estados Unidos, desde donde Breton publicó “Prolegómenos de un Tercer Manifiesto del Surrealismo o no” antes de regresar a Francia en 1946, terminada la guerra.

En el Primer Manifiesto Breton definió el Surrealismo como “automatismo, psiquismo puro con el cual se intenta expresar oralmente o por escrito o de cualquier otro modo la verdadera función del pensamiento. Pensamiento dictado en ausencia de todo control ejercido por la razón y fuera de toda preocupación estética o moral”. Para sus fundadores el surrealismo es un medio de liberación total del espíritu y de todo lo que se le parezca. El psicoanálisis tiene una función destacada al desempeñar un papel importante el mundo de los sueños.

«Mujer sujetando un objeto desagradable», de Man Ray

«Mujer sujetando un objeto desagradable», de Man Ray / FDV

En todas sus manifestaciones las obras surrealistas sobreponen materias de signo contrario, contraponen sentimientos y conceptos estilísticos y mezclan técnicas diversas. En el surrealismo la imagen representa el principio de placer desde el universo de la fantasía. El sueño, la locura, el automatismo, son temas preferidos. Sobre todo el sueño, un elemento fundamental, más importante que la realidad porque permite la liberación del subconsciente. Para conseguir estos objetivos son muy útiles los nuevos procedimientos de creación: el collage, el ready made, les objetos encontrados, las calcomanías, los poemas-objeto… algunos heredados del dadaísmo. En literatura los surrealistas pusieron en práctica la técnica del “cadáver exquisito”, que consiste en componer frases con palabras extraídas al azar.

Aunque Freud nunca se entusiasmó con lo surrealistas, a los que decía no comprender, la influencia de sus teorías sobre psicoanálisis y sexualidad los llevaron a convertir a la mujer en protagonista de muchas de sus obras. Era una mujer pasiva, inocente y seductora que inspiró pinturas, fotografías, collages y esculturas. André Breton afirmaba que el placer erótico era similar a la reacción de las personas ante el arte, y en las fotografías de Man Ray la mujer es la musa que inspira sus composiciones. Duchamp exploró el erotismo a través de Rose Sélavy, algo así como su alter ego femenino.

«Il ritornante», de Giorgio de Chirico

«Il ritornante», de Giorgio de Chirico / FDV

El surrealismo exploró aspectos nunca antes utilizados por el arte. Los sueños, el inconsciente, las enfermedades mentales… proporcionaron a los artistas elementos inéditos para expresar a través de sus obras los nuevos descubrimientos que se estaban produciendo en el campo de la siquiatría y el sicoanálisis. Se trataba de liberar al arte del control del pensamiento consciente a través de técnicas como los “dibujos automáticos” de Jean Arp, los frotados y raspados de Max Ernst o las solarizaciones de Man Ray.

Los ámbitos en los que fueron mejor aceptadas las obras del surrealismo fueron la literatura, el cine y la fotografía, aunque para la posteridad fue la pintura la manifestación artística por excelencia, sobre todo por la calidad de los artistas que militaron en el movimiento desde la primera exposición en 1925 en la Galería Pierre de París: Giorgio de Chirico, Paul Klee, Jean Arp, Man Ray, Delvaux, Dalí, Miró y Picasso, aunque casi todos abandonaron después la senda del surrealismo.

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