La era dorada de las matemáticas en Galicia
Los herederos del Matemático Rodríguez se felicitan del “dulce” momento que vive esta ciencia en Galicia. Este curso, unos 600 jóvenes quisieron seguir sus pasos para hacer realidad unos sueños en los que ahora pesan más los algoritmos que la salida docente

La era dorada de las matemáticas en Galicia. / FDV
¿Qué hacen tres rusos y tres ingleses en el África austral? Imitar a un matemático gallego. No es un chiste, sino una alusión al libro de Julio Verne que relata las aventuras de una expedición científica conjunta de ambas potencias para medir un meridiano y definir así el metro. José Rodríguez, conocido como el Matemático Rodríguez, de Bermés (Lalín), lo había conseguido antes y el autor francés conocía el logro e incluyó una referencia a él en su historia. La anécdota la menciona Elena Vázquez Cendón, decana de la facultad de Matemáticas de la Universidade de Santiago –cantera de los presentes y futuros matemáticos rodríguez de la disciplina– para presumir de la repercusión internacional de su predecesor.
Dos siglos después de la muerte del pontevedrés, las Matemáticas gallegas viven un momento “dulce”, de prestigio. Y aunque tenga fama de difíciles, están “de moda”, como destacan Elena Vázquez y otros compañeros de pasión, profesión y facultad que las viven más de cerca que el común de los ciudadanos. El resto quizás no sea consciente de que disfruta de sus beneficios en casi todo lo que le rodea: a la hora de calcular el reparto de una herencia, disfrutar de un medicamento personalizado, utilizar una tarjeta de crédito, poder conducir un coche automático o preguntarle al GPS por una dirección.
Uno de los activos gallegos más citados en todo el mundo es el coruñés Juan José Nieto Roig, cuyos trabajos, que se popularizaron con la predicción del pico de la pandemia, contribuyen a “darle caché” a la disciplina. Nieto, catedrático de Análisis Matemático, comparte con la decana el diagnóstico de “salud envidiable” para su ciencia de cabecera en Galicia y opina que la capacidad de atracción de la carrera universitaria lo evidencia. Como muestra, apunta los dobles grados en los que Matemáticas se empareja con Física y con Informática y que lideran las notas de corte de los campus gallegos. “Es una prueba de la demanda de las Matemáticas desde el punto de vista social y también científico”, proclama.
Esa buena forma que percibe en la enseñanza se extiende al ámbito de la investigación. “La situación es igualmente muy buena”, señala, tanto si se mide el “impacto” de la labor científica, “con repercusión nacional e internacional” –de la que él es un ejemplo, aunque evite autocitarse–, como la divulgación. En ese contexto, Nieto saca pecho del Centro de Investigación e Tecnoloxía Matemática de Galicia (CITMAga), que persigue, ante todo, que el conocimiento que se genera en los centros de estudio pueda ser útil a la sociedad en general y a los sectores productivos en particular. Porque, incide, aunque las Matemáticas pueden parecer a veces “invisibles”, sin ellas, por poner solo un caso, no se podrían encriptar operaciones realizadas con tarjetas de crédito. “Para eso se usan algoritmos más o menos sofisticados como base, pero pasan desapercibidos”, explica. Por eso este ámbito pinta mucho en inteligencia artificial y en computación cuántica, que para él es, “quizás, la computación del futuro”.
Apoyar a sus ciencias hermanas, Física, Química, Ingeniería..., y transitar desde las posibilidades de lo abstracto al mundo real es misión de la Matemática aplicada. El coruñés Juan Viaño Rey, compañero de facultad de Nieto y exrector de la Universidade de Santiago, es catedrático de ese departamento en la facultad. Viaño, cuyos días como docente llegarán a su fin al mismo tiempo que este curso, conoce bien el mundillo, donde ha asumido todo tipo de responsabilidades, desde abajo a la cúspide de la jerarquía en los campus. Igual que sus colegas alude al momento que disfrutan las Matemáticas gallegas en la actualidad como “dulce, brillante”. Tanto él como Elena Vázquez citan en esa línea numerosos premios y reconocimientos a sus científicos, lo que Viaño ve “una recompensa” a todo el empeño puesto durante los últimos años por “mucha gente dedicada que salió fuera para prepararse y que hizo un esfuerzo enorme por situar esta disciplina en la posición actual”.
El exrector compostelano también subraya las virtudes prácticas de sus conocimientos. “Galicia es una referencia en España, me atrevería a decir en Europa, con matemáticos brillantes, de los más citados en revistas de impacto, y destaca en matemática industrial, aplicada, en la transferencia a la sociedad, a los problemas reales, que contribuye a mejorar la vida de las personas”, explica. Cita ejemplos vinculados con la energía, el transporte, la logística, la medicina... “Siempre fue así, pero no siempre se reconoció así, y en este momento sí estamos siendo reconocidos y demandados”, se congratula.
Con todo, esa favorable situación de la que presumen los entrevistados adolece de un lado más oscuro. “Precisamente cuando se tiene tanto éxito también surgen problemas, porque los egresados en Matemáticas son muy demandados por empresas y distintos tipos de organismos, con lo cual la salida natural, que antes era la enseñanza en institutos y colegios, ahora está muy restringida y se da una falta de matemáticos notable”, apunta al respecto Nieto.
Esa preocupación por un horizonte de números rojos en docentes de Matemáticas la comparte Viaño, quien concede que la elevada demanda de matemáticos en las empresas, que resulta un destino más atractivo a los titulados porque “están mejor pagados o por lo que sea”, sitúa a la docencia ante un “problema complicado, porque empieza a notarse una falta de matemáticos para atenderla”. “Ya no se puede garantizar la enseñanza por personas con especialización matemática, sino que se encargan otros profesionales”, observa Viaño, quien juzga dicha situación “preocupante”. Hasta el punto de que entiende que sería “procedente revisar” los números para valorar si es posible formar a más personas para atender a las necesidades que van surgiendo. “Porque las Matemáticas están en todo y además se reinventan”, defiende.
Todo eso a pesar de que hoy muchos más jóvenes se forman en este ámbito del conocimiento. Los interesados en la carrera han experimentado un notable aumento. Este mismo curso intentaron acceder a las aulas alrededor de 670 personas, casi la misma cifra de inscritos totales con los que cuenta ahora la facultad, que son un 80% más que quince años atrás. Y con una nota de corte que dobla la de 2015, aunque a la decana le preocupa que eso deje fuera alumnos cuyo perfil se ajusta a la materia, pero no pueden competir en otras asignaturas para alcanzar las medias requeridas.
Pero, ¿qué tienen los matemáticos –y matemáticas, porque es una disciplina en la que existe bastante paridad en el alumnado– para resultar tan atractivos a las empresas hoy en día? La solución al acertijo es que les gustan los problemas, no se arredran ante ellos. “Las empresas demandan matemáticos porque su formación es muy rigurosa y están preparados para resolver problemas, matemáticos y de otra índole, retos que se pueden presentar. Y en este mundo cambiante en el que las compañías deben evolucionar, buscan a matemáticos para enfrentarse a estos desafíos”, sostiene Nieto. Lo suscribe Elena Vázquez Cendón, galardonada con un premio bautizado con el nombre de otra gran matemática gallega, María Josefa Wonenburger. “Como es un momento tan dulce, la gente que finaliza los estudios sabe que puede ir a dónde quiera, porque las empresas demandan personas que no huyan ante la palabra problemas, sino que busquen resolverlos”, defiende.
Cuando se le pregunta directamente si Galicia es una “potencia” en Matemáticas, la científica ourensana admite que “lo honesto” es decir que “sí”. “En estos momentos hay una impronta importante tanto en los ámbitos teóricos como en las aplicaciones”, argumenta, como sus colegas. Esa “buena salud” de la que gozan viene de que “la gente quiere estudiar Matemáticas y se están haciendo Matemáticas muy buenas”. Quienes logran entrar en la facultad lo hacen en una titulación que “ofrece una formación clásica y sólida y que permite construir a posteriori una relación con muchas disciplinas”.
La formación la asume la facultad de Santiago, que funciona de “polo atractor de vocaciones” y capta a estudiantado “muy motivado”. Para llegar ahí, recuerda Vázquez, ese alumnado tuvo que estudiarlo todo, incluidas materias no vinculadas a su meta, para superar un listón colocado muy arriba, en 12,424 puntos, tras la selectividad. Por eso no es extraño que asegure que entren “con una capacidad de trabajo espectacular”. “La semana de bienvenida fue un orgullo enorme ver a estudiantes trabajando en las pizarras de los pasillos del centro”, cuenta.
Los atraídos por lo que algunos denominan el lenguaje del universo son muchos; los que persisten, menos. Si bien hace años Matemáticas era de los estudios que más se plantaban, la tasa de abandono se redujo al 17%, la mitad, en solo dos cursos y ahora, según explica Vázquez, se están titulando “muchos” estudiantes. Aun así, “no son suficientes porque los egresados se demandan mucho desde la empresa y ese fenómeno está confluyendo con procesos de jubilación masiva en los centros de enseñanza media”, explica. En relación a esta última salida laboral, aboga por más plazas de formación especializada en el máster de profesorado de secundaria para capacitar a unos “buenos” docentes que logren motivar a las generaciones venideras.
Jorge Mira, catedrático de Electromagnetismo de la USC, opina que un físico “también es un matemático de fondo” y él mismo estuvo a “punto” de hacer Matemáticas. Los dos centros están puerta con puerta y el divulgador de Baio, aficionado a los números como demostró en “Cifras e letras”, está “muy orgulloso” de sus vecinos, con quienes comparte artículos. Matemáticas, sostiene, es “una de las joyas de la corona” del sistema universitario gallego y “una de las mejores de España por el elevadísimo nivel de su cuadro docente investigador”. Además, destaca el relevante rol de programas como Estalmat, que incrusta sus raíces en el sistema educativo para propiciar vocaciones: “Para mí la facultad es modélica”.
Si el presente es “dulce”, ¿qué auguran para el futuro? Los matemáticos, cuyas herramientas permitieron predecir los picos del COVID, cuando aluden al posible avenir de la disciplina destacan la necesidad de inversión porque “esto es una carrera”, dice Nieto. “Hay que estar vigilantes para mantener la posición”, advierte Viaño. Que el entusiasmo de las nuevas generaciones no decaiga es clave y aquí el concepto de “esfuerzo” sale a relucir. “Si vas al gimnasio no puedes pretender que otro levante las pesas por ti”, advierte Mira a quienes, 200 años después de José Rodríguez, sueñan con ser matemáticos y quizás también con una Medalla Fields o incluso con un Premio Abel, el Nobel de la disciplina.

Carmen Villanueva, en Vigo. / José Lores
La viguesa Carmen Villanueva, licenciada en Química y exdocente, es de las personas que más sabe de José Rodríguez, según José Ángel Docobo, que dirigió su tesis sobre el científico de Bermés y cuya biografía prepara. “Seguramente nunca imaginó que 200 años después de su muerte le dedicaríamos tantos homenajes”, comenta, para añadir que “se sentiría abrumado”.
–¿Por qué eligió a José Rodríguez para su tesis doctoral?
–A través de la biografía de Margarita Barral para el Álbum da ciencia del Consello da Cultura Galega descubrí que alguien nacido en una aldea de Galicia, de familia de agricultores y destinado por ellos a la vida religiosa, tenía una biografía científica sorprendente. No había sido militar como otros grandes hombres de ciencia de su época y su formación empezó muy tarde. Dedicó apenas veinte de sus 54 años de vida al estudio y aplicación práctica de las matemáticas, a la geodesia y astronomía, y se apasionó por la geología y la mineralogía tras estudiar en Freiberg. Durante sus estancias en el extranjero estudió, conoció o trabajó con muchos de los grandes científicos de su tiempo, como François Arago o Jean-Baptiste Biot, o figuras míticas como Friedrich Gauss o Pierre-Simon Laplace.
–Fue elegido Científico do Ano por la Real Academia Galega de Ciencias. ¿Antes era muy conocido?
–Hasta ahora era casi desconocido. Sólo en círculos reducidos se le recordaba por haber sido profesor de Domingo Fontán, al que inspiró la realización de la Carta Geométrica de Galicia; por su participación en la expedición francesa que midió un arco de meridiano entre Barcelona y Formentera y además se conocía una publicación suya de 1812 en las “Philosophical Transactions”, revista de la Royal Society de Londres.
“Era un adelantado a su tiempo; consideraba formarse en donde se hacía la mejor ciencia”
–¿Se popularizará ahora?
–El nombramiento de Científico do Ano está permitiendo dar a conocer a un público no especializado las aportaciones que enumeré, pero también valorarlo como un científico gallego adelantado a su tiempo, que consideraba esencial formarse en los lugares donde se estaba haciendo la mejor ciencia. Mercedes Sampayo le llamó “o Erasmus galego” y no es desacertado. Su vocación fue la de un perpetuo estudiante, pero también se preocupó por la formación científica de los jóvenes como profesor en Santiago y Madrid.
–¿Considera que debería aparecer en los libros de texto?
–No todo puede estar en los libros de texto. Lo que sí debería hacerse es tratar la Historia de la Ciencia como parte del currículo de las materias científicas, dando a conocer no sólo a las grandes figuras extranjeras, sino también a las personas que desde Galicia o España trabajaron e hicieron contribuciones. Nos llevaríamos sorpresas y serviría para desterrar algunas ideas preconcebidas. En mi opinión, hay que acercar nuestros hombres y nuestras mujeres científicas en especial a las nuevas generaciones y desde el ámbito educativo.
–¿Qué destacaría de él?
–Anteriormente aludí a sus contribuciones científicas más importantes. No descubrió ninguna ley física, tampoco ningún teorema matemático lleva su nombre, pero fue un gran matemático práctico preocupado por la enseñanza y la aplicación de la ciencia en su país y dispuesto a trabajar para contribuir a mejorar su nivel científico. Quizás fue su ejemplo, su vida en continúa búsqueda del conocimiento científico, su mayor aportación, y su obsesión por realizar un trabajo que contribuyese al progreso de su país.
–¿Era un genio?
–No tengo claro qué es ser un genio, en todo caso fue una persona con una enorme curiosidad y deseo de aprender, que al llegar a Santiago en 1787 para estudiar Filosofía tuvo la inteligencia de rodearse de la élite cultural de la ciudad que le tomó bajo su protección. Ellos le acercaron las alas, pero él voló por su cuenta.
–También anduvo en política, tenía ideas liberales. ¿Le perjudicó eso como científico?
–En mi opinión no. El aceptó ser diputado en Cortes durante el Trienio Liberal por patriotismo y fue responsable en su trabajo, se sentía obligado a ayudar a su país, pero no tenía vocación política, lo que le interesaba era aprender, el conocimiento científico. Era un Ilustrado, la ciencia y la tecnología harían progresar al país, creía firmemente en ello.
–Tras estudiarlo tanto, ¿qué es lo que más admira en el personaje?
–Seguramente su coherencia, vivió en consonancia con sus ideas. Debió ser alguien con mucho carácter, pero buena persona, a la que no le gustaba tener dinero que no era suyo, no le importaban los títulos y, como dice en alguna carta, no le interesaba la chismografía y algarabía madrileña.
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